Taehyung se limpió una gota de sudor que le bajaba por la mejilla con la muñequera y adoptó la posición de espera. Le dolían las pantorrillas. Esta vez, había sido obligado a correr de una punta a otra de la cancha y lo notaba en todo el cuerpo. Una rabia conocida, pero no por eso soportable, le incendiaba el pecho. Al otro lado de la red, Jeongguk rebotaba la pelota con lentitud deliberada. Era su turno de saque y le gustaba tomar más tiempo del usual para tomarlo por sorpresa. La camiseta negra se le pegaba al pecho por el sudor. Tenía el cabello tan mojado que Taehyung podía ver las gotas brillando desde su lugar. Siempre se había preguntado por qué no usaba una banda que se lo quitara de la frente.
Estaba tan concentrado en Jeongguk que no reaccionó a tiempo. Lo vio echarse para atrás y luego hacia delante. La pelota rebotó en el cuadro de saque, pasó como un proyectil junto a él y se estrelló con un ruido metálico en la red de la periferia. Taehyung soltó un gruñido de frustración.
—¿Qué pasó, Taehyung?—se burló Seokjin—. ¿Demasiado rápido para ti?
El sol brillaba con tanta fuerza sobre sus cabezas que varios de los que veían se habían refugiado bajo las sombrillas de las mesas. Taehyung dirigió un gesto obsceno con la mano en su dirección. La rabia le llenaba el cuerpo entero.
Jeongguk nunca se burlaba de Taehyung cuando ganaba, pero ponía una sonrisa torcida que era el equivalente físico de una pulla. Ya habían jugado dos sets, de los que Taehyung había ganado uno.
—Cariño, ¿por qué no tomas un descanso? Debes tener mucho calor—dijo Jisoo.
—Estoy bien—respondió Taehyung.
Se acomodó el pantalón corto desde la cinturilla y miró al frente. Jeongguk ya no estaba. En cambio, caminaba con la misma lentitud de antes del saque hasta las mesas. Se había levantado la camiseta para secarse el sudor que le caía del cabello. Taehyung se quedó observando las líneas brillantes de sus músculos, la cinta de la ropa interior que sobresalía del pantalón.
—¿Cariño?
—¡Dije que estaba bien!—se quejó Taehyung, con voz adorable—, es sólo el calentamiento global. Parece verano.
Jeongguk llevaba la raqueta bajo uno de los brazos, una Prince dorada y negra que alguien, quizá su padre, le había regalado. Taehyung se puso la suya sobre el hombro y se acercó a sus amigos. Jisoo lo atrajo hacia ella con un brazo pálido y delgado. Él tuvo que luchar contra la rabia que le pedía apartarla de un empujón. No tenía la culpa de que estuviera perdiendo.
—Estás hirviendo—dijo—, ¿quieres limonada?
—Bueno—accedió él.
Se sentó en la silla de mimbre más cercana. Al instante, Jimin empezó a abanicarlo con el libro que estaba leyendo. Jeongguk llegó a las mesas y se inclinó sobre la jarra de agua. Los hielos tintinearon cuando se sirvió.
—Aquí tienes—anunció Jisoo, tendiéndole a Taehyung un vaso de limonada. Él lo recibió con una sonrisa—. ¡Mira cómo estás! ¿Me pasas esa toalla, por favor?
—¿Me hablas a mí?—preguntó Seokjin.
—¿A quién más?
—Ya va, hermanita. Hay que ver cómo te pones.
Taehyung dejó que le secara la cara con golpecitos suaves, como si lo maquillara, y puso los ojos en Jeongguk. La camiseta le había quedado mal puesta y todavía podía verse una pequeña franja de ropa interior a un costado de su cadera. Así de cerca, su sudor era más aparente. Estaba empapado. Había reemplazado la sonrisa burlona por una satisfecha mientras se bebía el agua a tragos pequeños.
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El negro es un color alegre | BTS | KookV
FanfictionTaehyung tiene, como se dice, todo lo que podría desear y más. Su vida es tan perfecta que lo único que no le sale bien destaca tanto que es incapaz de ignorarlo: una rivalidad en tenis con Jeon Jeongguk, quien parece no conocer el concepto de perde...