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De regreso a su casa, con el corazón en las manos, con la respiración agitada y con todo su anatomía temblando de, aún no descifraba que sentimiento, entró a su pequeño hogar sintiéndose al instante mucho más seguro y calmado. Se tomó solo unos minutos para asegurarse de sembrar profundamente la idea de olvidar todo lo sucedido y de autoconvencerse de jamás volver a salir.

Cuando anocheció, Chan continuó trabajando, siguió hasta que sus brazos y mente se agotaron del esfuerzo, solo fue en ese entonces que tomó algo de agua para refrescarse un poco, limpió con su antebrazo las pequeñas gotas de sudor que yacían cayendo por su frente y dudoso, retrocedió unos cuantos pasos para echarle un vistazo a su ya finalizada creación. Era perfecto. Sonrió y agarrando un pañuelo para secarse las manos sudorosas, se dirigió a su habitación, mientras caminaba por el pasillo que conectaba la sala y el cuarto, su cuerpo se encontró con la vista de su ventana, y detenida y detalladamente observó, observó lo hermoso que era el pueblo en que vivía al anochecer, con las cálidas luces de los hogares frente a el, iluminando las calles con tranquilidad y sosiego, con la fuerte brisa que fluía por las calles llevándose consigo palabras, pensamientos, recuerdos, una vida y una que otra hoja de los árboles que danzaban al compás del dulce susurro que el viento cantaba al caer la luna.

Y ahí estaba de nuevo, queriendo volver a salir y encontrarse con el joven que atrapó su corazón en tan solo unos pocos segundos, y quería, realmente quería, pero el irónico temor que sentía al recordar esas suaves manos acariciarlo con curiosidad y dulzura hacían que su sistema cada vez se intensificara.

El deseo casi se apoderaba de él, sin embargo no iba a permitirlo.

Where's Your Head? -Minchan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora