Era mi cumpleaños número 19, el día que planeaba ir a visitar la manada vecina para buscarle. Me desperté con una energía y nervios increíbles, necesitaba ya a mi alfa, y me había costado mucho tiempo decidir el ir a buscarlo, así que no iba a desperdiciar más esperando a que él mismo viniera.
Me puse ropa cómoda para andar por el bosque y cogí una mochila por si acaso me entraba hambre por el camino.
Cuando salí de casa, el cielo estaba nublado, sin ningún claro que permitiera ver el sol, pero ese no fue impedimento para ir a buscar a mi alfa.
Me adentré en la espesura del bosque, comenzando mi aventura, pensaba que no me perdería como otras veces, pero que inocente que era al pensar que no lo haría. Me había perdido alrededor de cuatro veces, ¿quién diría que esta vez iba a ser diferente? Exacto, nadie. Por eso cuando ya llevaba más de una hora andando y llovía, decidí apoyarme en un árbol, inhalando el aroma que se estaba empezando a formar y que tanto me servía de consuelo en las noches lluviosas en las que extrañaba a mi alfa, que a decir verdad, eran todas. Lamentablemente, nunca se acercaba a su esencia del todo, pero servía de consuelo cuando no tenía su compañía, o sea, siempre.
El tiempo pasaba y la tormenta ya estaba presente en el bosque, empezó a llover y el único consuelo que me quedaba, era yo mismo. No sabía qué hacer, ni a dónde ir, porque si empezaba a caminar otra vez, estaría más perdido, si es que era posible.
Un aullido se oyó a lo lejos, me hizo temblar. No podía ser, no de nuevo. No, no y no. Ya de por sí era suficiente con la lluvia, no necesitaba un lobo rondando por el bosque, no en esos momentos.
No debería haberme escapado de casa para buscar a mi alfa en un día así, no en un día lluvioso y solo. Me abracé a mi mismo, con las lágrimas amenazando con salir, metiendo mi cabeza entre mis brazos.
Otro aullido, esta vez más cerca. A ese punto, ya estaba llorando. Mi destino estaba decidido, y ni siquiera había podido contarle a la abuela que me creía sus historias, que había encontrado a mi alfa cuando era un cachorro, muchísimo antes que mis amigos u otras personas.
Entre el sonido de la lluvia, pude diferenciar el chapoteo de unas patas pisando charcos al caminar. De repente paró y el miedo que había estado reteniendo se apoderó más de mi, haciendo que mis sollozos fueran más audibles.
-¿Te has perdido otra vez?- dijo alguien mientras que empezaba a acariciar mis brazos.
Levanté la cabeza y me encontré con la persona que tan locos volvía mis sentidos.
-¡Hey! ¿Por qué lloras? Todo va a estar bien, no sé lo que te ha pasado, pero de seguro que todo mejora- me siguió preguntando, secando mis lágrimas - ¿Quieres que te lleve a casa?
Negué con la cabeza, en el único lugar en el que necesitaba y quería estar, era entre sus brazos.
-Entonces... ¿A dónde quieres ir?
Volví a negar con la cabeza. De repente, me cogió y me acercó a él, haciendo que separara mis piernas para enredarlas alrededor de su cintura. Escondí mi cara en el espacio que había entre su cuello y clavícula, aspirando el fuerte aroma que desprendía todo su cuerpo. No sabía a donde me llevaría, si me llevaba a mi casa o si me llevaba a cualquier otra parte.
El trayecto fue corto, aunque la lluvia lo alargó algo más, llegó a una casa y entramos. Seguí sin levantar la cabeza de su cuello, temía que me hubiera llevado a casa de nuevo y que mis padres estuvieran enfadados por mi escapada. El fuerte aroma a mi alfa en la habitación en la que estábamos me hizo cambiar de opinión, me había llevado con él, y mi omega no podía estar más feliz.
Me dejó en el sofá y se fue, al momento volvió con una manta
-Aquí tienes pequeño- dijo poniéndome la manta.
-No soy pequeño- contesté haciendo un puchero.
-¿Vas a rebatirme todo lo que te diga?- me preguntó.
Yo negué con la cabeza, haciendo que sonriera.
Se sentó a mi lado, me rodeó los hombros con un brazo, haciendo que nuestros cuerpos se pegaran.
-¿Qué hacías ahí fuera solo? Te podría haber pasado algo malo si otra persona que no fuera yo te hubiera encontrado o te podrías haber muerto de hipotermia con este frio a pesar de tener más resistencia al frío que un humano normal. Da gracias a que te he encontrado yo y te he traído a un lugar seguro. Cuando pase la tormenta te llevaré a casa, ahí estarás seguro- me comentó.
-No me lleves de vuelta a casa- respondí automáticamente.
-¿Ha pasado algo en tu casa o manada? ¿Ya no es seguro? Es cierto que escuché que ha habido alguna que otra disputa recientemente respecto al tema de quién llevaría el liderazgo después de que Jung Soo no haya tenido descendencia y tampoco haya encontrado a su omega, pero no pensé que fueran a ir tan lejos, pensaba que ya se había resuelto y que Jong In tomaría el mando junto a su omega Kyung Soo- habló pensativo.
-No no no, ha sido resuelto ya, y estás en lo cierto, Jong In será el alfa de la manada en cuanto pase el periodo de prueba. Será un buen alfa a pesar de lo joven que es. Todo el mundo estuvo de acuerdo en cuanto se le propuso para el cargo. Y en casa está todo bien- le aclaré.
-¿Entonces?- me miró curioso.
-Necesito estar contigo, no puedo estar más tiempo separado de ti- susurré bajando la cabeza.
Sé quedó congelado ante tal respuesta, probablemente se esperaba cualquier cosa menos esa. Mi omega se asustó al ver su reacción. ¿Acaso no me reconocía como su omega?
-Pequeño... No... No deberías haber hecho eso.- me contestó -No estoy preparado todavía para ser tu alfa.
En ese momento las lágrimas ya habían empezado a brotar de mis ojos, ¿por qué dolía tanto? Se suponía que iba a estar preparado por si acaso, sin embargo, ahí estaba, llorando como si me hubieran arrancado el corazón del pecho, porque realmente se sentía así.
Me levanté rápido, quitándome la manta y dirigiéndome a la puerta, pero cuando estaba a punto de hacerlo me agarró la muñeca haciendo que me detuviera.
-Lo siento pequeño, pero necesitas un alfa fuerte a tu lado y yo no soy nada de eso. No soy merecedor de estar a tu lado si no soy capaz de protegerte.- me dijo -Déjame acompañarte a casa para que no te pierdas. Es lo único que te pido, sé que estás triste y enfadado conmigo, pero no me perdonaría el que te pasase algo mientras vuelves a casa.
Me limité a asentir con la cabeza, sin querer mirarle. A ese paso, las lágrimas ya habían empapado mi rostro, y no iba a hacer nada para detenerlas.
El camino de vuelta a casa fue raro e incómodo, el silencio y la tensión predominaban y era insoportables, pero nada se podía hacer cuando había un corazón roto de por medio.
Al llegar a una distancia considerable de mi manada, tuvimos una despedida silenciosa, sin palabras de por medio, solo un asentimiento como adiós. Fue tonto de mi parte pensar que me diría que todo era una broma y que me aceptaba como su omega.
Cuando llegué a casa, no pude hacer otra cosa más que tirarme a la cama y llorar. No recuerdo cuánto tiempo me pasé así, pero si sé que fue le suficiente para darme cuenta de que nunca me arrepentiría de haber dado ese paso, ya que gracias a eso, había aclarado mi cabeza y sentimientos.
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Wolf ✩SeHo/HunHo✩
WerewolfNunca supe que pasaría esa velada, al perderme en el bosque una noche en la que las nubes inundaban el cielo sin tener rastro o resplandor alguno de la luna que consiguiera darme un poco de luz.