La noche de cerezos

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Uno no sabia ni siquiera por que hizo la invitación.

Otro no reconocía el impulso de aceptarla.

Algo saldría mal y ambos lo sentían.

Mis pasos sobre el firmamento nocturno fueron acompaños en mi cruce tras las callejuelas de la ciudad, acompasados por el andar de aquella desagradable silueta.
Me detuve, incapaz de seguir fingiendo que no le notaba, procurando rearmar mi corazón aun agitado para mirarle. Ofuscándome un poco por encontrarme en tan deplorable situación emocional. Cerré mis ojos unos segundos sin que pudiese verme y aspire las fuerzas que la fría vida nocturna podría darme.
Espere.

—No me incumbe, tampoco me importa en realidad, pero me inquieta tu poca perseverancia. ¿No eras tú quien se jactaba de tener todo bajo control?
Su sonrisa se coló como un escalofrió por mi cuerpo y aguarde con la paciencia suficiente para recomponerme.

—No creí que serias capaz de tomarte tu tiempo para inmiscuirte en algo que no es de tu interés, ¿Acaso admirar lo que perdiste te hace sentir mejor?
El veneno resbalando por mi lengua creó aquella satisfacción que solo nuestra tensa conversación me daba. Un regocijo de ingenio y parálisis muscular.

—Cierto Detective se mostró curioso a ese extraño que no despegaba la mirada de su compañero, yo solo protejo nuestros intereses —Afilo su sonrisa y pude divisarlo mover sus brazos con tranquilidad hasta meterlos en sus bolsillos, como acostumbra, hasta que esa mirada se cernió oscura contra mi perfil
— Se honesto conmigo, Dostoyevzky.
Entorne mis ojos a la oscuridad frente a mí, la piel arenosa ya no me temblaba por la emoción pasada y la calidez regocijante que sus palabras habían provocado en mi cuerpo se perdían como motas de polvo sopladas por la brisa helada, fundiéndome de nueva cuenta con mi entorno. Enfriándome como un cadáver sombrío.

—Estas nuevas necesidades tuyas de inmiscuirte en las vidas de otros me parece tan fascinante como patético, los vestigios de tu pasado se queman con tu presente, entonces ¿Por qué?
—Tal vez, pero continua esta inquietud que me quema —Dramatizo mientras yo metía mis manos en los bolsillos, escuchándole con gracia descarada

— No logro comprender como eres capaz de pasar por alto tu tan afamado objetivo solo por un par de palabras y creer que pasas desapercibido ¿Qué? —Soltó lo último como un gruñido rasposo— ¿Acaso esa persona hace que olvides todo lo demás? ¿Una rata enamorada? Que tierno se escucha eso… ¿No lo crees?

—Es lamentable escucharte hablar como si conocieras del tema. Tú que no sabes nada de amar.
Su risa me lleno los oídos como un maullido moribundo, la sonrisa a mis espaldas se había desvanecido y no era siquiera necesario mirarle para saberlo.

—Claro que lo sé, desde hace mucho que lo sé, pero por desgracia a ambos el tiempo nos ha quitado lo que por derecho fue nuestro.
La curvatura en mis labios se ensancho con naturalidad y la rabia escurriendo de mis afilados colmillos le contesto
—Es una lástima que dejases que muriera para ahora culpar al tiempo. Eres más descuidado de lo que pensaba.

—Al menos aprendí de ello, me levante y no me aferre a lo perdido, pero tú no puedes dejarlo pasar. Empeñándote a recuerdos que jamás volverán, persiguiéndole como una rata a las sobras.

—Por metódica curiosidad, ¿Cómo obtuviste esa información?

—Su pareja actual quiere saberlo todo, hambriento de conocimiento, es difícil evitarle información.
Sus palabras ponzoñosas habían revuelto en mi aquel interés agobiante del que siempre me reprimía pero que con Poe era imposible evitar. Me mordí el labio desde dentro tratando de reconstruir mis palabras sin sonar demasiado alterado. Mi compostura recuperada se deterioraba con sus palabras que no dejaban de tratar ese tema.
¿Qué me has hecho Poe?

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2019 ⏰

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