Lazarillo.

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"No quiero verte, pero mis ojos te pertenecen. "



Mis párpados se abrieron con lentitud, últimamente el cansancio y agotamiento era un compañero difícil de soltar. Me molestaba sentirme así. Sin embargo, los sueños que venían en conjunto eran  gloriosos; El anhelo de entrelazar sus manos con las mías, que el aire del exterior rozara nuestras mejillas. Observar el el cielo y sentir que el mundo me pertenece (el era mi mundo).

Ambiciones que únicamente conseguía cerrando los ojos. Sabía que estaba mal, pero toda mi vida dependía de ellos. Quería perderme en ese mundo irreal.

todo era mentira, mi realidad era completamente diferente. No mala, solo diferente.

El era mío de una forma platónica, yo por otro lado estaba seguro de que no existía parte de mi cuerpo y alma que no le correspondiera. Era notable, desde mis piernas cansadas levantándose únicamente por la fuerza de las palabras que sonaban en mis oídos.

"Me quedaré una semana"

El agotamiento pasaba a segundo término, porque aquella oración era un hechizo curativo. Mis extremidades se movieron hasta salir de la habitación. El olor dulce se habría camino,  Mi estómago gruñó en respuesta.

Jungkook estaba cocinando.

Tarareaba una canción, un ligero Vaivén me decía que la felicidad lo acompañaba. Me tomé el atrevimiento de acercarme de forma silenciosa, solo quería apreciar mejor lo delirante e irreal que era Jeon Jungkook.

Un deseo inhumano de rodearlo con mis brazos brotó de mi, pero no lo hice.  No importaba que mis dedos picaran, que aquellas piernas que se movieron por si solas ahora estuvieran exigiendo lo mismo.

Tenerlo cerca y a la vez lejos era mi penitencia.

Jungkook se giró,  y sabía que estaba molestó. La mirada en su rostro y sus hombros ligeramente tensos eran la señal.  Me encogí un poco, busqué refugio en mis propios brazos, envolviendo mi cuerpo con ellos. Quería ser yo quien iniciara la conversación pero el miedo de arruinarlo todo me carcomía.  Él al igual que yo se percató de mis emociones claras y casi tangibles, así que habló:

—¿Por qué te levantaste? Te dije que te llevaría el desayuno.

Parecía una pregunta completamente normal pero aquel tono algo áspero era evidente.

Tome aire,pensando en qué decir, Jungkook era impredecible. Ninguna palabra que llegara a mi cabeza sería la correcta.

Él era un juego de azar peligroso.

Estúpidamente de todo lo que podía decir solté algo soso y predecible.

—Disculpa —Susurre rogando que fuera suficiente.

Su estoico rostro se relajo, mostrándome una sonrisa resplandeciente, cálida y llena de amabilidad. Entonces las mariposas caprichosas hicieron su trabajo. Llenado mi interior de emociones tranquilizadoras y refrescantes.

Una simple sonrisa y aquel hombre me tenía a sus pies. No me importaba la humillación solo para conseguir que esa sonrisa delirante brotará de los labios de Jungkook.

Yo era un mendigo.

—No pasa nada —contestó—. Siéntate, desayunemos juntos.

Obedecí, sentándome en uno de los bancos del desayunador. Él colocó con agilidad un plato frente a mi.

Waffles.

Me gustaban. Sin embargo, no es que fueran mi platillo favorito, el sabor dulce con ese ligero toque salado no eran de mi completo agrado, pero lo significativo que era para mí me hacía omitir mi pequeño disgusto por ellos.  Mis pensamientos parecieron alcanzar a jungkook porque me observó de soslayo y pregunto:

El amante.  [KOOKJIN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora