Prólogo

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Londres
Inglaterra
Febrero 19 del 2015

— ¡Harry! –el chillido de su voz continuo escuchándose alrededor del desastroso galpón –por favor, respóndeme.

Su voz era frágil. Pequeños fragmentos en su tono de voz demostraban un quiebre, una ruptura, dolor inolvidable. Bonnie era el prototipo de chicas que, a pesar de las grandes caídas, aun luchaba por sus sueños. Ella siempre había sido un sinónimo de esperanza y fe, era la envidia de cualquier adolescente. En la secundaria, Bonnie se había ganado el odio de varias mujeres por su perfeccionismo al proponerse una cosa y este, este era un gran ejemplo.

Hacia 37 exactas horas que estaba luchando, luchando por él. Cuando ella, erróneamente, logro reencontrarse con Harry propuso jamás rendirse hasta encontrarlo y aquello tan solo se lo habría propuesto esa misma semana.

Su cuerpo estaba deshecho, como una bolsa cargada de piedras. Poco a poco sus necesidades básicas se iban haciendo presentes y lo que ella bien sabia era que, a pesar de cuestionarse, con exactitud esto iba a acabar en fracaso.

A pesar de todo, ella seguía caminando y aunque su cuerpo pidiese a gritos un descanso, su voz perdía la fuerza que tanto la caracterizaba y demostraba la calificada seguridad en Bonnie, la que tanto le gustaba a Harry. Las ojeras debajo de sus ojos demostraba el cansancio de la triunfadora chica que aun no se rendía.

— ¿Por qué te escondes? –continuo alterando el silencioso lugar, estaba segura que él se encontraba allí.

Su mirada se forzaba por observar cada mínimo detalle que el galpón, donde quizás Harry habría vivido todos estos meses, le proporcionaba. Las malditas aves que tanto Bonnie detestaba, posaban las in-felices paredes desarregladas del lugar, estaban dibujadas donde vieses, el lugar se encontraba completamente plagado de aquellas aves negras.

Sus ojos se iban cerrando, el cansancio se hacía aun más frecuente y la gran necesidad de un soporte alimenticio abundaba en aquellos momentos.

Quizás, quizás Bonnie corría peligro allí y ella misma lo sabía. Él la había advertido “No me busques, no podemos vernos” pero ella siempre había sido de las chicas rebeldes, incapaces de aceptar la orden que uno pone firmemente. Pero su escaso control mental no estaba en condiciones de adquirir el cierto peligro que corría allí y procesarlo, como ella lo habría hecho meses anteriores.

—Escúchame –insistió Bonnie nuevamente, se encontraba justo en el corazón del galpón iluminada tan solo por la escasa luz que le favorecía desechas ventanas –Aun sé que me has rogado que no te busque, y estoy segura que estas escondiéndote de mí, pero debes entenderme, estoy más confundida de lo que crees –aunque quisiese evitarlo, impredecibles lagrimas desvanecían de su suave y pequeño rostro, su cuerpo estaba completamente dolido.

—Bonnie, debes irte de aquí cuanto antes –y por primera vez y después de las grandes suplicas de Bonnie, Harry concluyo.

Automáticamente, el cuerpo completo de Bonnie se estabilizo. Su rostro comenzó a iluminarse como una niña pequeña en su regalo de navidad. La poca esperanza de encontrarlo allí mismo se había desvanecido en cuestión de minutos, estaba en un punto previo a dejar de luchar, incluyendo su vida.

Aquella afortunada chica había sido nuevamente salvada por su ex novio frio y misterioso, aquel siniestro hombre que por alguna razón le había atraído. Según Alice, la mejor amiga de Bonnie, Harry jamás había sido un hombre apto del cual enamorarse y que enamorarse de su misterio eran simplemente locuras de Bonnie. Pero ella no estaba loca, el misterio que atraían sus ojos daban razones por las cuales enamorarse.

— ¡Harry! Joder –sus parpados concluyeron previa a una explosión de lagrimas. Su rostro, por lo contrario de sus ojos, florecía felicidad aquella felicidad que tan falta le había hecho todo este tiempo –no me iré, claro que no lo hare Harry –la dentadura de Bonnie mordisqueo sus propios labios al mismo tiempo que sus ojos se sellaron con esa misma imagen, para negar una tras otra vez lo increíble que había sido volverlo a encontrar.

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