El valle

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El viento que entra fuertemente por la ventana del camión, azota mi pelo contra mi cara y eso provoca que no pueda ver bien el camino. Mi padre que está al lado mío en el asiento de copiloto, me ayuda con el problema.

Nunca me ha gustado tomarme el pelo. Cada vez que lo hago me siento desnuda ¿por qué sucede? Fácil. Mi pelo es corto y crespo, parece una melena de león, y este ayuda que no entre una corriente de aire que me provoca escalofríos.

El campo es hermoso, la flora siempre está presente, y la civilización es escasa. ¡Qué paraíso!

Estamos pasando por un camino de tierra. Las ventanas se cierran. La música se apodera del ambiente y las risas también.

Mi padre imita que está tocando la batería y yo, sin dejar de ver el camino por mucho tiempo, giro mi cabeza a su dirección y me río de sus movimientos.

Está todo muy tranquilo. Que relajante. Luego de un par de horas, decidimos parar en un valle desocupado y salir al exterior.

El día está perfecto, el sol es agradable y el viento sopla con suavidad.

El valle está rodeado de arboles que no dejan ver nada más allá y flores que adornan gran parte del lugar. Nunca había visto tales flores, con colores tan bellos. La brisa tiene la suficiente fuerza para hacer flotar algunos pétalos de manera pacífica y mágica.

Mi padre sale del camión con dos pequeñas bolsas. No me di cuenta de su presencia hasta que se sentó en el pasto a lado donde estaba yo, con los brazos abiertos, disfrutando de la brisa.

-Ya está todo listo, será mejor que comamos ahora.
-Si, tienes razón- baje los brazos y me senté a su lado- aún queda mucho camino por delante.

La velada estuvo agradable. Siempre tengo conversaciones interesantes con él, y aunque no pensamos de la misma manera, intentamos no tocar temas en las que sabemos que vamos a terminar enfadados.

Se podría decir que somos relajados en algunos aspectos, nos molestamos mutuamente y nos reímos de nuestros chistes malos. Es una maldición de familia.

Cuando terminamos de comer, aun el sol estaba en lo más alto.

-Es hermoso este lugar... me gustaría quedarme para siempre aquí.
-El campo tiene su encanto- mira primero los arboles y luego las nueves que estaban sobre nosotros- si miras los arboles y centras tu mirada en un lugar fijo, lograras ver como las nubes avanzan hacia una dirección infinita...

Mi padre siempre habla de las nueves cada vez que tiene oportunidad. No me molesta, me encanta, sobre todo cuando, sin querer, le sale lo filosófico.

-Siempre hablas de las nubes, se nota que te encantan.
-No sé si la palabra "Encanta" sea la correcta, solo... los encuentro interesantes...

Las nubes avanzaban rápidamente en el cielo. Aunque mi padre negaba lo que yo le decía, su mirada me lo decía todo. Estaba fascinado por aquellas, que siempre parecían tener una textura esponjosa.

Era maravilloso sentir el silencio que nos entregaba el campo, que en realidad, no era un silencio absoluto, si no que un silencio que nos dejaba oír el sonido que provocaba la brisa contra el pasto y los arboles, el canto de los pájaros y hasta el río que no se podía ver.

Pero la tranquilidad no pudo llegar más allá.

Los arboles. Ahí estaban escondidos. ¿Qué cosas eran? Ni la menor idea.

Estábamos sentados en el pasto cuando todo se volvió más o menos oscuro. El cálido sol se había ido y un extraño sonido, que parecían gruñidos, se apoderó del valle.

De repente, cuando ya estábamos en modo alerta mi papá y yo, de entre los árboles, salió una jauría de cosas negras que no logre ver bien.

Con la sensación de peligro, corrimos hacia el camión. Cuando ya estábamos instalados, intente arrancar el motor, pero este no se prendía. "¡DIABLOS!" pensé. Intentaba e intentaba, pero la maldita cosa no nos ayudaba. La desesperación se estaba apoderando de mi cuando escuche un golpe en la parte de atrás. "Mierda, ya están aquí" Volví a intentar, pero una vez mas no pescaba.

Mi padre, que estaba extrañamente calmado, me agarra la mano y me dice "tu puedes, si te pones nerviosa, nada saldrá como tu deseas". Su mirada era tan clara como el agua, no sentía miedo y sabia de lo que estaba hablando.

Aun con los seguidos golpes, cerré los ojos e intente calmarme. Cuando por fin lo logre, fije mi mirada hacia adelante y arranque el motor. Como si nada, el motor volvió a funcionar y mire a mi padre sorprendida. Estaba sonriendo.

Salí rápidamente del valle para llegar nuevamente al camino de tierra. Las criaturas seguían persiguiéndonos e intente seguir calmada, pero era muy difícil.

No sé como mi padre podía estar así en aquellos momentos. Sentía que mi corazón iba a explotar por lo rápido que latía.

El sol, no le quedaba mucho tiempo y la luna estaba esperando para ser la reina de la noche.

Mientras más oscuro estaba, mas rápido parecían ser ellos. Cuando la oscuridad se apodero totalmente y ya era de noche, sentí la perdición.

Aquellas cosas nos estaban alcanzando y yo me estaba desesperando. No podía creer que mi papá siguiera tan calmado. Era imposible.

Miraba el camino sin perder ni un solo detalle hasta que, a lado de mi ventana, estaba agarrada una de las cuantas criaturas. La observe detenidamente. Era negra total, pero no parecía ser de carne y hueso, sino que de polvo. No tenia ojos, pero si unos dientes aterradores.

Sin darme cuenta, me estaba saliendo del camino. Al momento de impactarnos contra un árbol, agarre la mano de mi papá y cerré los ojos.

Nada. No sentí absolutamente nada. Ni dolor, ni el sonido del impacto. Absolutamente nada.

Luego de un rato, escuche la voz de mi padre.

-¿Estás bien?

Abrí los ojos y vi en donde estábamos. De alguna manera, estábamos estacionados en alguna parte de un pueblo que, no sé cómo, estábamos ahí.

Mire a mi padre, estaba asustada y confundida. Él lo notó.

-¿Estás bien hija? ¿Te pasa algo?
-¿Como llegamos aquí?
-Hemos estado aquí desde que naciste ¿Estás bien?
-Pero...

No sabía que decir, ¿qué diablos estaba pasando? Nada tenía lógica. ¿Qué paso con aquellas cosas? ¿Qué eran? ¿Fue un sueño?

Las lágrimas empezaron a correr por entre mis mejillas. Cuando me abraza, rompí a llorar y no lo podía evitar. No lo entendía. Me sentí frustrada por no lograr comprender lo que había pasado.

Luego de un rato, ya no lloraba pero seguía en los brazos de mi padre. Me sentía a salvo.

Cuando ya estaba más calmada, mi padre me suelta y yo, antes de prender el motor del camión, me limpio la cara y miro a mi papá.

-Gracias por hacer que me sienta segura, te quiero mucho.

El me sonrió, me dio un beso en la mejilla, pero no dijo nada.

No sé cómo era posible, pero sabía por dónde ir y en que calle girar, como si conociera el lugar de memoria. Pero la verdad es que nunca había estado ahí, aunque mi papá me diga que hemos vivido aquí desde que nací.

Me intente estacionar al frente de un negocio cuando de la nada, me caigo hacia alado. ¿Que acaba de pasar? Observo lo que hay a mi alrededor y veo que, lo que antes era un camión, ahora eran dos cartones que flotaban en el aire.

Miro a mi acompañante y él, de lo más normal, me dice:

-Tonina, se te soltó el celular
-¿Qué?
-No seas pava. Se te soltó el celular- mire mi celular que estaba en mi bolsillo con una cara que, como se dio cuenta, reflejaba confusión- recuerda que necesitas enganchar tu celular al mío y a los cartones para que ninguno de los lados se caiga y podamos avanzar tranquilamente. ¿Qué te pasa hoy? Estas extraña.

No lo entiendo... ¿qué está pasando?      

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2019 ⏰

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