Intercambio de cuerpos

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Tweek disfrutaba de compartir el tiempo con Craig, tanto que se preguntaba que hacia cuando no estaban juntos, sus inseguridades le habían hecho pensar que se la pasaba mejor solo que con él y que comenzaba a odiar su compañía, claro que habían tantas cosas que torturaban su mente, era lo que llamaban celoso, cada cosa y lugar donde estaba el azabache le ocasionaba una enorme tortura.

Y este día no seria la excepción, como todos los días ambos chicos se separaban en aquel cruce que conectaba sus caminos, y como ya era costumbre solo había una ligera despedida en la que ambos se iban a sus respectivos hogares, mientras la cabeza del rubio estaba al borde y sus emociones parecían derramarse, entre pucheros y balbuceos solitarios seguía su camino.

- ¿Por qué no se queda conmigo?, siempre le insisto en que me acompañe a trabajar y siempre se niega con el pretexto de cuidar a Stripe.

La luz comenzaba a retirarse quedando la oscuridad en el camino, luces resplandecientes danzaban en el viento, dando a conocer lo mágico de la naturaleza a ojos de los humanos, aunque está vez no se trataba de solo luciérnagas, no, eran mágicas criaturas que celebraban cada atardecer.

Curiosa es la necesidad de las pequeñas criaturas mágicas para intervenir en la vida de los humanos y  hacer travesuras, está no sería ni la primera, ni la última vez, escuchar los deseos más absurdos de los humanos era su más grande diversión, para suerte de Tweek sería uno de sus deseos el que cumplirían.

Solo necesito de algunas palabras seguidas de deseo, por extraño que pareciera lo había deseado con el corazón en su insistente desesperación por saber en que pensaba Craig cuando no está.

- Cómo deseo ser Stripe para que Craig se preocupe por mi y me lleve a todas partes.

Un simple deseo egoísta del corazón de un niño inseguro, la noche se hizo presente cubriéndolo todo, como era costumbre Tweek trabajaba en la cafetería familiar hasta pasadas horas, después se encargaría por su cuenta de cerrarla y activar las alarmas, un trabajo que lo dejaba agotado, lo único bueno era que podía hacer los deberes escolares mientras atendía y servía.

De nueva cuenta se ponía en marcha con rumbo a su hogar, donde no habría nadie ya que sus padres estarían profundamente dormidos, eran lo que llamaban descuidados, como cada noche abrió la puerta de su casa adentrándose en esta, las luces apagadas siempre le anunciaban que no debía hacer ni el más mínimo ruido, subió hasta su habitación para hacer su ritual diario, lavar sus dientes, cambiar sus prendas, para por fin dormir.

La noche transcurrió en un inmenso frío que pasó desapercibido por el rubio quien dejó su ventana abierta sin haberse dado cuenta, y es que quien tendría tiempo de revisar aquellas pequeñeces cuando caes muerto de sueño.

La mañana siempre era un triste recuerdo para Tweek de que el día estaba por repetirse como era habitual, se revolvía entre sus sábanas esperando no tener que levantarse y para su suerte  no sería así, después de todo era sábado y no habría clases solo tendría que asear la casa antes de ir a trabajar en la cafetería, esta mañana su cama parecía más suave de lo habitual, se estaba convenciendo a sí mismo para levantarse y hacer sus labores, se sento esperando que se le pasara lo adormilado.

Su vista comenzaba a fallar aunque temía usar lentes, parecía haber frente a él unos barrotes como si estuviera encerrado, rápidamente lo asocio con seguir soñando, pero entre mejor comenzaba a ver se dio cuenta que no era sólo un sueño, estaba en una jaula, una jaula para cuyos, sintió miedo, por lo cual comenzó a gritar desesperado por ayuda de su madre.

Pero pareciera que nadie lo escuchaba, al contrario un fuerte ruido como golpes parecía acercarse a donde estaba, se oculto bajo la tierna sabana peluda cercana a él.

CreektoberWhere stories live. Discover now