Tras un largo recorrido hasta aquí, me toca saltar a la apertura de mis emociones, lanzarme al abismo de mi propia inmensidad. Ahora creo querer realmente continuar esta purga desde una versión más refinada de mí, una versión transmutada que sin embargo no es mejor. La verdad es que me siento más defectuosa y hermética, los miedos que solían asomarse años atrás debajo de mi cama, detrás de las puertas y en las esquinas de cada habitación a oscuras, han vuelto encarnados en figuras que por cercanía conozco; ahora tienen rostro y sé identificarlos. Sé, por ejemplo, que el miedo a jamás ser envuelta en un abrazo cálido responde a la cándida necesidad de cariño que fue implantándose lentamente en mi interior con el paso de los años, y que sin siquiera percatarme creció a la par de mis expectativas amorosas.
Cierto es, también, que no le cuento esto a nadie, porque el verme tan vulnerable ante los ojos de otro va contra la fachada independiente y estoica que construí hace tanto. En ese sentido, nada ha cambiado tanto como esperaba; soy la continuidad de esa barrera cautelosa que erigí cuando me creía totalmente subversiva, rebelde y despreocupada.
Hoy por fin comprendo que nunca residió en mí el papel de la amiga fuerte, la hermana problemática, porque también me quiebro (y con mucha más frecuencia de lo que me gustaría). Entonces de qué soy dueña, qué tanto puedo decidir si inconscientemente (o muy a sabiendas del riesgo) me adentro en las entrañas de mi personaje, corporizo sus personalidades y me limito al intentar salir de sus moldes ficticios.Llegar a entendernos cuesta más de lo que vale un riñón en el mercado negro, vale que lo tenga en mente al pensarme y repensarme como una alguien condicionada por cuanta circunstancia externa pueda imaginarse. Pues bien,
cada vez que rehúyo de cierta cercanía, porque creo/ especulo que tal persona puede tener un interés más íntimo en mí, me vuelvo la imbécil indecisa que nunca aprendió a sobrellevar relaciones de amistad con el sexo opuesto. Escapo mucho antes de saber si la bomba va a estallar. Persigo mi intuición al margen de cualquier evidencia empírica, y ahí queda mi fortaleza femenina, mi sonrisa imperturbable. Quiero pensar que mis figuras paternas tienen algo que ver, o las amistades que nunca tuve, porque aunque no lo premedite, a veces busco conexiones que me resultan demasiado forzadas tras darles un par de vueltas; trato de justificar mi incapacidad afectiva con un poco de imaginación sociológica.Estoy al borde, quizá lo logre.
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generación herbácea
De Todotextos cortos, rimas presumidas, espinas indirectas, una adolescente que no despega la mirada del teléfono y cuatro poetas asesinados por las modas urbanas.