CAPÍTULO III - CEDER ES LO MEJOR QUE PUEDES HACER.

70 15 12
                                    


ZOÉ GRAY.


Cuando estoy en frente de la casa de mi amiga, toco la puerta y espero a que alguien salga. Normalmente no hay nadie en su casa, la señora Anelisse trabaja hasta tarde, Jack no está en la ciudad y Claire lee, pero es como que no esté en este mundo. Escucho pasos del otro lado que se van acercando, es mi amiga que aparece detrás de la puerta vestida con unos shorts, una remera unas tallas más grandes y su hermoso cabello castaño claro amarrado en un moño desordenado. De seguro estaba leyendo.


—Hasta que abres, mujer —le reclamo a mi amiga que está del otro lado de la puerta—, siento que pasaron años —ella vuelca los ojos y muestra una pequeña sonrisa.


—Y después dices que la exagerada es tu madre, ven pasa, no vaya a ser que sigas envejeciéndote —abre un poco más para que yo pueda entrar.


Sigo hasta la sala y me siento en uno de los sillones individuales esperando a que Claire haga lo mismo—. ¿Qué estabas leyendo esta vez? —


—Emh... un libro de una muy buena escritora, se llama "Perfecto Mentiroso" hay tres chicos y una chica, entre ellos se mienten, pero al final hay una especie de triángulo amoroso entre dos de los protagonistas creo que te vendría bien leer, se aprenden muchas cosas—.


—No, no, a mi déjame con los dramas coreanos y novelas de ancianas, leer un libro me daría mucho sueño y estaría dormida a dos párrafos de haber empezado—.


—Está bien, ¿quieres tomar algo? —.


—Jugo de naranja, por favor —.


Se dirige a la cocina y al volver tiene dos vasos con jugo de naranja, me pasa uno y se sienta en otro sillón que está en frente mío. Doy un sorbo esperando a que me llegue algo para poder comenzar con lo que le quiero pedir, pero no se me ocurre nada, a veces quisiera tan directa como ella, pero siento que estoy siendo muy grosera.


—Y bien, ¿de qué quieres hablar ahora? —Me mira con una ceja alzada, >>ya quisiera yo que me salga así<< Termina su jugo y deja el vaso sobre la mesa—, lo veo en tu cara Zoé, no te preocupes —.


—¡Ay! A veces detesto que me conozcas tan bien y saber lo que estoy pensando, pero volviendo al tema —dejo mi vaso en la mesa aun con un poco de jugo en el—, vine porque quería saber cómo estabas ya que hace días no te he visto, y segundo; quiero saber más sobre el asesino nuevo que andan rondando las calles de nuestra ciudad —.


—¿Y yo que tengo que ver con ese asesino? —Sube una de sus largas piernas sobre el brazo del sillón, para más comodidad.


—Obvio que nada, pero quiero que me ayudes a descubrirlo y—no me deja terminar.


—Estas muy mal si piensas que te voy a ayudar a descubrir a ese ridículo que se anda escondiendo como si fuera un cobarde matando a diestra y siniestra —hace una pausa—, de todos modos, ¿qué ganas tu sabiendo quién es? —.


—A decir verdad, una grandiosa aventura con mi mejor amiga que puede resultar como una de esas historias clichés que vi hace mucho, donde la chica se enamora del asesino de su familia y el de ella —hago una pausa, hable muy rápido— ¿Qué te parece? —.


—Mmh... déjame pensarlo, —estoy segura de que va a decir que sí— No —.


—¿No? ¿Por qué no? Va a ser súper divertido y tal vez podríamos ganar dinero, y un poco te lo daría a ti —


—¿No te parece que si te consigues un empleo será más fácil tener el dinero que quieras? No lo sé, digo, es menos complicado que buscar a alguien que teniéndote en frente puede no dudar en matarte, por que dudo mucho que se enamore de alguien que quiera encontrarlo para entregarlo a las autoridades —.


—Vamos, no creo que sea tan difícil, solo hay que prestar atención a los detalles que la gente no observa. Tu eres perfecta en eso, yo no tanto —.


—Zoé, que te gane en esos juegos donde hay que buscar las diferencias no implica que sea buena en las observaciones —.


Tengo que buscar algo con lo que pueda hacerla cambiar de opinión, de lo contrario en esta búsqueda estaré sola, y así nuca podre lograrlo. Pero creo que ya se me ocurre una idea de cómo poder convencerla.


—¿Qué tal si te ofrezco un trato? —Intento de guiñar un ojo, pero como siempre fracaso en el intento.


—¿Tienes algo en el ojo o que...? —Sabe que no puedo hacer ese gesto y se burla de mí, claro como a ella le sale bien.


—Sabes que no puedo guiñar un ojo —le reprocho.


—Lo sé, lo sé —baja la pierna del brazo del sofá y las junta delante de ella—, así se hace. Observa y aprende —me mira directo a los ojos y observo como logra cerrar por una milésima de segundo su ojo izquierdo convirtiendo en un perfecto guiño. Si no puedes cerrar el parpado intenta levantando la comisura de tu labio, como si estuvieras por sonreír y eso es todo.


—Okey, ya entendí —hago una pausa— ¿y bien? —Intento de levantar una sola ceja, pero tampoco puedo.


—¿Y bien qué...? —.


—¿Aceptas el trato que tengo para hacerte? —


—Primero dime que tienes para ofrecer y luego te diré si hay trato —


Mierda, no había pensado en eso, siempre me fue mal a la hora de convencer gente. Pero hay algo a lo que ella no puede resistirse.


—Este es el trato, si me ayudas te compro el libro que tu más quieras, mañana mismo te lo compro si aceptas —. Espero que sea suficiente para que acepte, aunque, ¿qué lectora no se va a resistir a un libro gratis? A ella se le cambia la cara cuando le menciono lo del libro, y se queda un momento en silencio para después responder:


—Acepto, hay trato —y así es como logro convencer a mi mejor amiga para que me ayude a descubrir a un asesino. Nos damos las manos sellando nuestro trato. 


El Carnicero del Labial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora