El grito que nadie oye.

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Mónica está callada, mirando como caen las gotas de lluvia sobre las sombrillas negras que rodean la urna a punto de ser enterrada. Un escalofrío sube por su espalda, siente que hay algo que ignora y no sabe qué es.

Una mujer, ya entrada en años, llora y maldice al cielo por haberle quitado a su hija a tan temprana edad.

-Ella era una niña ¡Una niña! -Grita desgarrando su garganta- ¡Me quitaron a mi niña y nadie hace nada al respecto!

Todos ven su dolor, algunos no justifican su enojo y su incredulidad hacia lo ocurrido.

"¿Qué más podía esperar de aquella chica que ya iba por malos pasos?" Piensan ellos, mientras fruncen el ceño "Tenía dieciocho años, estudiaba medicina y en vez de quedarse en su casa decidió ir a esa fiesta. Decir que era algo de esperarse es poco sensible, pero los hechos son los hechos."

Ella iba con su amigo Winston, con quién había ido a la fiesta, el chico la había buscado sin cesar desde que la perdió de vista y en su desesperación salió a fumarse un cigarro, confiado de que no le ocurriría nada. Entonces la vió siendo arrastrada hacia un auto por un tipo que no conocía, intentó detener al sujeto y este lo apuñaló tres veces.

Él ahora se encuentra en terapia intensiva.

Cuando encontraron el cuerpo tenía ya dos días desaparecida. Estaba destrozada, degollada, con los pechos y algunos dedos cortados, tirada en un bote de basura. Todo esto lo escucha Mónica entre los susurros de la gente que está en el cementerio.

La madre de la chica sigue llorando, maldiciendo a los malvados, maldiciendo a la vida, maldiciendo a Dios que, si realmente existia, ¿Cómo había sido capaz de permitir que algo así sucediera?

Entonces Mónica siente un horrible dolor en las sienes, todo su cuerpo duele y grita, grita con todas sus fuerzas, grita como si ella fuera aquella chica que asesinaron de manera tan brutal.

Entonces piensa en como debió haber sido. En aquel extraño metiendo algo en su bebida fingiendo ser un amigo de Winston, en despertar y ver a ese mismo hombre sobre ella, violandola mientras estaba inconsciente. Piensa en la chica gritándole violador y amenazando con denunciarlo y entonces el enloquece y la tortura hasta que, casi en un acto de piedad para tanto sufrimiento, la degolla terminando con su vida.

Piensa en lo que debió haber pensado la chica.

"Eso me pasa por venir."

"No he hecho nada malo a nadie nunca, ¿Por qué debe pasarme esto a mí?"

"¿Lo habré provocado de algún modo?"

"¿Realmente será mi culpa?"

-No fue su culpa, yo estaba saliendo de trabajar, en pleno día -dice una mujer de alrededor de cuarenta años- me encontraron estrangulada y ultrajada a un lado de la carretera luego de cuatro días.

-No fue su culpa -dice también una chica de quince años, vestida con su uniforme- yo estaba entrando a mi casa cuando unos sujetos me llegaron por detrás y me brutalizaron de maneras innombrables, mi hermano fue quién me encontró moribunda, me habían golpeado en la cabeza con un martillo. Morí dos días después en un hospital.

-No fue su culpa -dice una niña de siete años- yo estaba en mi cuarto, a punto de dormir, cuando mi tío quiso enseñarme un juego nuevo. Al día siguiente no estaba en mi casa, mi tío tampoco... Nunca me encontraron.

Mónica mira, llorando, la foto sobre la tumba de la chica a la que están a punto de enterrar, lee las letras de la inscripción y su respiración se corta.

"En memoria de Mónica García, amada hija, hermana y amiga."

-No fue tu culpa -dicen miles de mujeres y niñas, cuyos gritos, como a ella, fueron silenciados por el odio y la maldad de la humanidad.

Y por esos gritos silenciados, esos gritos que nadie escuchó, es que gritamos hoy en día.

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2022 ⏰

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