1. Roots

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Habían pasado cinco segundos desde que tocaron el timbre de la modesta mansión Nishikino y seis desde el segundo timbrazo que fue mucho más largo que el anterior

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Habían pasado cinco segundos desde que tocaron el timbre de la modesta mansión Nishikino y seis desde el segundo timbrazo que fue mucho más largo que el anterior. La mansión era algo pequeña para la de su clase, pero muy bonita y elegante. Se ubicaba en un barrio lujoso y de buena reputación de Tokio, con sus paredes color rojo vivo bajo la luz del radiante sol mañanero, sus grandes ventanas cristalinas y su puerta de caoba que se abrió segundos después que los murmullos se hicieran presentes.

La dueña de la vivienda salió, manipulando un celular con sus manos mientras contestaba una llamada con otro que tenía entre su hombro y su oreja izquierda. Ni se molestó en mirar al frente, pues se veía muy ajetreada.

—¡Sea lo que sea que vendas, no lo queremos! —exclamó en medio de su frustración, dirigiéndose a la persona que había tocado la puerta—. ¡Ya le dijimos a tu jefe por teléfono que no le compramos a tiendas de segunda...!

Segundos después de encarar al supuesto vendedor, su voz y palabras se fueron apagando a la par que sus ojos lilas lograban reconocer con gran perplejidad a la persona que tenía en frente. Su cara de cansancio y molestia había cambiado a una de confusión en estado puro. Una confusión que no se manifestaba en ella desde sus años en la universidad.

—¿Kotori...? —pronunció sin poder creerlo, mientras el celular se resbalaba de sus manos terminando en el suelo.

—¡Hola, Maki-chan! —respondió la susodicha, luego de recoger el celular por ella y enseguida abrazó a su vieja amiga.

Maki Nishikino no lo creía, y a la vez, se sentía avergonzada después de decir todas esas palabras delante de su amiga. Su rostro se tornaba igual de rojo que su cabellera, algo que ya no sucedía con tanta frecuencia en ella.

—Ha-hace mucho tiempo que no te veo... Nozomi me había comentado, hace como un año, que todavía estabas en el extranjero... —de pronto, recordó que todavía estaba en medio de una llamada y le dijo a su amiga "Espera un momento" mientras le decía a un tal Michael que hablaría con él más tarde. Agradeció a Kotori por recoger el celular, lo tomó y guardó junto al otro en el bolsillo de la bata blanca que llevaba.

Las dos mujeres permanecieron mirándose un momento. Maki analizaba a Kotori. Ella había cambiado mucho desde la universidad. Llevaba prendas elegantes y un poco extravagantes que coincidían con la carrera de la que se había graduado y un lindo bolso negro. El color grisáceo de su cabello se había acentuado más; su rostro se veía más maduro, correspondiendo con la edad que aparentaba y había dejado el aire rebelde que la caracterizaba en aquella época. Sin embargo, sus ojos ambarinos se veían igual de sombríos que el día en que se graduaron.

Y aunque Kotori también se le quedó mirando, era por otra razón. Estaba esperando a que la invitara a entrar. Maki tardo un poco en entenderlo.

—¡Oh, claro! Pasa por favor...

—Gracias —respondió mientras atravesaba el umbral y era guiada por su amiga hacia la sala—, ¿Dónde está Nico-chan? Me gustaría saludarla.

—Está de viaje con las niñas en Kyoto... debería estar volviendo mañana...

Rock bottom [KotoUmi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora