Narra Julián
Me encontraba con mi esposa y mi hija en su restaurante favorito, mientras me contaban acerca de sus aventuras en Medellín.
—No entiendo para que vinimos si pensabas ignorarme—hablo Carolina mientras bebía de su copa, devolviendome a la tierra. Admito que no puedo sacarme esa joven de la cabeza y últimamente me he preguntado si ella se fijaria en mí.
—Lo siento Caro tengo demasiado trabajo y estoy volviéndome loco—le dije rápidamente sin darle espacio a más dudas.
Tomé su mano y la bese, ella sólo me sonrió.
Es algo lamentable cuando el amor se acaba, un día creí que sería para siempre pero me temo que la rutina y mi cansancio nos llevó aburrirnos, en un inicio cualquier problema intentábamos resolverlo, hoy día sólo nos alejamos unos días y después volvemos como si nada pasara.
Sólo pensamos en darle una familia Unida a Valentina.
Faltaban sólo dos semanas para mi cumpleaños y Carolina me estaba organizando una fiesta, todos los años lo hacía aunque yo no le tomaba mucha importancia sin embargo después de saber que Lola comparte el cumpleaños conmigo eso lo hizo especial.
—Cecilia ¿Conoces desde hace mucho a Lola?—le pregunté mientras la veía arreglar el pequeño jardín que mi esposa mando hacer en el área de atrás.
—La conozco desde hace unos meses pero es una buena mujer, sus padres están divorciados y viven en otros países—me contó ella y jamás dude que fuera una buena chica incluso ahora que se lo demás aparte de linda y buena también era fuerte.
Serví un par de cafés y me senté con ella a conversar.
—¿Tú crees que el amor se acaba?—le pregunté y ella suspiro.
—Nada es para siempre don Julián y cuando el respeto se pierde es más difícil aún—contestó ella mirando la nada, sentí que aquello tenía un trasfondo.
—¿Qué quieres decir?—tomé un sorbo de café esperando su respuesta.
—Pues...—y justo cuando ella decidió hablar, Carolina llegó y todo quedó suspendido.
—Cecilia un jugo—pidió ella notando aquel silencio.
—¿De que conversaban ustedes?—quiso saber mi esposa.
—Del día de mi fiesta... es que ya sabes que Cecilia no celebra halloween por su religión—le expliqué y poco convencida se quedó con eso sin querer saber más.
Ya en mi oficina adelantando trabajo me preparaba para una reunión con Ricardo y Felipe no podía dejar de pensar en lo que Cecilia quería decirme.
—Celeste...—llame a mi secretaria por el comunicador.
—dígame don Julián—vino enseguida.
—Necesito un favor discreto—sonreí avergonzado, sabía que podía confiar en ella.
—Quiero que envíes un ramo de tulipanes al departamento de Ricardo—le pedí y ella quedo muy sorprendida.
—¿Para doña Raquel?—susurró y reí.
—No es para ella, es para... Gloria Radamel su empleada—imagino que mi rostro lleno de muecas para escupir las palabras que no lograban salir solas dejaron a mi secretaria algo asustada.
Sin embargo asintió sin querer más explicaciones y se fue hacer mi pedido.
Mi día finalizó como el resto de mis días aburridos aunque con esos nervios que extrañamente me hacían sentir un poco más vivo, hasta que llegue a mi hogar y escuche a Caro pelear con Cecilia.
—Usted no debería hacer eso doña Carolina, en todo este tiempo les he tomado cariño—le decía ella a mi esposa con tono de voz suplicante.
—No te metas donde no sabes, perderás tu trabajo si dices algo más—la amenazó y tal vez eso era referente a lo que ella iba a decirme el día que Carolina llegó mientras tomábamos café.
Entre y ellas notaron mi presencia quedando así en un silencio absoluto.
—¿Qué sucede aquí entre ustedes?—pregunté seriamente.
—Una sorpresa por tu cumpleaños Julián—contestó tajante ella mientras Cecilia guardo silencio sin mirarme, poco después se fue dejándome sólo con mi esposa.
Quise comprobar algo y la bese, fuimos hasta la habitación y deje mi maletín en el suelo, empecé a darle besos a mi esposa y recordé que había olvidado el último momento de intimidad que tuvimos juntos.
Ella me correspondió, suavemente toque su cuerpo y aunque tenía mucha hambre, mi estómago podía esperar. Todo iba de maravilla, tenía a Carolina debajo de mi en tan sólo ropa interior, mi camisa y pantalón hacían rato que descansaban en el suelo pero justo cuando planeaba dejarnos desnudos, Cecilia tocó la puerta.
Respire profundamente y vi que en mi reloj pasaban las nueve de la noche, pensé que ella y Valentina dormían profundo.
—Don Julián lo buscan—menciono ella y mi esposa negaba con la cabeza mientras me sonreía.
—¿Quién y porque?—contesté molesto.
Tomé aire sin tener otra opción busque una toalla y salí de la habitación, cuando llegué a la sala estaba la mujer de mis constantes pensamientos con unas carpetas en sus manos.
Su mirada recorrió mi cuerpo y poco tiempo paso para que mi esposa saliera averiguar quién nos interrumpió, justo allí Lola me miró con decepción.
La bata de seda que cubría el cuerpo de Carolina dejaba todo bastante claro a parte yo no parecía recién duchado o en camino a bañarme así que estaba quedando como un desgraciado.
—Te espero en la habitación mi amor—voltee a ver a mi esposa quién no perdió el tiempo en ver a la joven frente a mi y junto a Cecilia desaparecieron de la escena.
—Don Ricardo le envía esto, dice que usted no contestaba su celular y que mañana tienen una reunión en Marinelly a las 11—justo al percatarse que estábamos solos, tiro las carpetas sobre el sofá y camino hasta la puerta para irse.
Sabía que la había decepcionado, hoy por la tarde le envié un ramo de flores y ahora me encuentra a punto de tener sexo con mi esposa, estoy confundido. Sexo es sexo y amor es amor...
¿Qué puedo decir?
—Lola no te vayas...—alcancé a decirle antes de verla empezar a bajar las escaleras.
—No vuelvas a enviarme flores y mejor entra que están esperando por ti—me respondió molesta.
Como la observé seguir bajando las escaleras no tuve otro remedio que decirle parte de lo que sentía por ella.
—Tú me confundes—dije y se detuvo.
—¿A sí? Y... ¿Qué significa eso? Julián nosotros somos absolutamente opuestos, esa bruja es demasiado hermosa tanto como yo nunca lo seré—quise ir y probar sus labios, demostrarle que los vestidos caros y el maquillaje o la peluquería eran sólo banalidades.
—No vuelvas a decir eso de nuevo—le pedí y no porque pensara que Caro era una bruja sino porque no tenía el mínimo derecho de sentirse inferior a ella.
Sin embargo ella pensó que defendía a mi esposa y enseguida subió los escalones que nos separaban para plantarse muy cerca de mí.
—Su mujercita es una bruja, es odiosa, grosera y práctica mucho el deporte de juzgar a quienes no pasan más tiempo en el espejo, sinceramente no se como alguien puede amarla—después de dejarme más que callado sólo se fue.
Volví al departamento, me serví la cena y alcancé a comerme poco menos de la mitad, luego tomé una ducha y al salir Carolina me esperaba desnuda en la cama de rodillas en una pose muy sexy y provocativa, a cualquier hombre haría excitar.
Aún me sentía mal por la reacción de Lola pero necesitaba saber que siente mi cuerpo todavía por esta mujer así que como el caballero que soy no la deje esperando ni un segundo más y la tomé allí mismo como tantas veces atrás lo hice.
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Amor De Agua Sucia
RomanceSiempre he sabido que lo peor de un mal día es que puede ponerse aún peor. Como todo, cada quien pasa días buenos y otros en los que no hubiéramos querido ni abrir los ojos.