Narra Julián
—Sigo sin entender porque la noche de la cena no me defendiste, esa inútil merecía ser despedida—Carolina se había metido entre ceja y ceja que había sido poco caballero por dejarla sola en el drama que ella misma inicio.
—Julián... te esto y hablando—ella volvió a llamar mi atención pero ya harto del mismo tema solo la ignore.
—Doña Carolina esa pobre muchacha necesita el empleo porque sólo vive con su abue...—mientras desayunamos Cecilia preocupada intervino en nuestra conversación pero mi esposa le dedicó una de sus peores miradas y ella sólo se quedó en silencio.
—No pasará nada Cecilia, Lola no perderá su empleo—la tranquilice.
No quise ni voltear a ver a mi mujer, nadie dijo nada más por suerte. Termine de comer y me fui directo al trabajo, cuando pasaba por el parque que queda dentro del complejo residencial donde vivo vi de lejos a Lola paseando el gato de mis amigos.
Al llegar al edificio salude a mis compañeros de trabajo y a mi amigo Ricardo, revisé mis documentos, hice algunas llamadas, pague mis cuentas y no me hizo feliz pagar casi dos millones de pesos de la tarjeta de mi esposa.
Esta es mi vida, en la universidad conocí a Carolina y nos casamos, a los pocos años nació mi pequeña hija Valentina. Trabajo en esta Corporación desde hace cinco años y me gusta porque puedo darle una gran vida a mi familia, mis padres son de Cartagena y en vacaciones vamos a visitarlos.
Tengo dos hermanos, uno de ellos vive en Bucaramanga y otro en Barranquilla. Carolina por su parte es Paisa y me encanta ir a Medellín con ella a ver a su familia, tiene una hermana gemela y le gustan las chicas; para ser distinta a mi esposa se pintó el cabello de castaño oscuro sin embargo siguen siendo dos gotas de agua.
—Buenas tardes amigo—entró a mi oficina Ricardo.
—¿Qué tal va todo hermano?—le pregunté ofreciéndole café.
—Lleno de trabajo como siempre, hey la otra noche temí por tu vida—bromeo y yo reí, sabía que se refería a la noche de la cena con Felipe.
—Caro piensa que le eche la culpa de todo y encima por no apoyarla continúa enojada pero no iba a dejar que echarán a esa joven a la calle—le expliqué y Ricardo asintió.
—Además no se Ricardo pero esa joven tiene algo es... gentil y hermosa—la describi mientras recordaba su silueta.
—No te mentiré, es una chica inteligente y ama a mis hijas, no tenemos quejas de ella y fue honesta con lo que te hizo. En realidad ella jamás se queda a dormir, esa noche se quedó por limpiar un desastre que las niñas hicieron—eso conmovió mi corazón en grande.
—Mi hija la odia porque cree que Lola ocupa su lugar con tus hijas, me encantaría poder conocerla mejor—admiti.
Terminamos nuestro café y salimos a la sala de reuniones para hablar con Felipe.
Siempre llegó a casa con ganas de dormir, Carolina se queja demasiado por eso pero sinceramente me falta energía.
Subí en el ascensor y todo estaba oscuro, entré a mi hogar y vi una cena servida con velas y flores.
Mi esposa lucía bellísima lastimosamente su rostro era uno triste, tanto así que si Diomedez Díaz la viera sacaría una nueva canción y sería un éxito.
—Mi amor...—le dije aunque sonará estúpido. Deje mi maletín en la sala y pase mis manos por mi rostro lleno de frustración.
Justo hoy mi secretaria tuvo el día libre y me llamo cerca de veinte veces, yo creí que era para pedirme otro día libre y ahora que veo esto pude entender su insistencia.
—Hoy es nuestro aniversario y te preparé todo esto... Mientras sólo te quedas allí parado como un idiota—me habló poniéndose de pie y apagando las velas.
Se fue a nuestra habitación cerrandola con el seguro.
Todo lo que escuche fueron sus tacones resonando y el pestillo de la puerta al cerrarse.
No me quedo de otra que sentarme y revisar mis mensajes, la pobre de Celeste intento por todos los medios recordarme mi aniversario con Carolina y no le hice caso.
Sin querer me dormí en el sofá con mi traje, los zapatos, sin cena y sin haberme duchado.
Recuerdo la primera vez que la vi en la universidad, nuestros aniversarios al principio llenos de emoción, me casé meses después de conocer a Carolina y Valentina nació un año después. Hoy día tengo 34 años y siento que nada de lo que vivo tiene una pizca de emoción.
Fui con mi amigo Ricardo y le conté todo, me dio la tarde libre y la utilice para ir por unas flores, las compre de su color favorito y del mismo modo hice con el vino, pase por sushi al restaurante que más le gusta. Le pedí a Cecilia ir al departamento de Raquel con mi hija para tener el lugar a mi disposición.
Al llegar todo estaba solitario y en silencio, tomé una ducha y me puse un par de jeans que hacía mucho no usaba, unas Converse y un polo color blanco.
Me senté en el sofá de la sala a esperarla, después de ver sus llaves en el lugar donde van colgadas, sonó el timbre y fui de prisa abrir.
Sorpresa la que me lleve al percatarme que no era mi esposa sino Lola, una electricidad sabrosa recorrió mi cuerpo y por primera vez en años volví a sentirme vivo.
—Hola—dijo con simpleza, dudando en mirarme a los ojos.
—Hola ¿Quieres pasar?—pregunté, ante todo yo era un caballero, muchos pensarán que se debe a que la jovencita me gusta pero mi educación se basó en ser con las damas el hombre más cordial.
—Mmm... no, vine por el pijama de Valentina, piensa quedarse donde doña Raquel está noche y Cecilia olvidó llevarlo—me contestó de forma rápida y cualquiera pensaría que tenía prisa, quizas estaba sorprendida por ser yo quien abriera la puerta o por evitar a toda costa ver a Carolina.
—¿Porque no vino Cecilia?—quise saber, en mi interior le agradecí mentalmente a esa dulce mujer que nos soporta y prepara la mejor comida que me han dado.
—Si ella venía las niñas probablemente harían que yo me lanzará por la ventana—contesto sin pensar y la entendía. Sólo con Valentina podía acabar exhausto ahora no quería vivir aquello de cuidar tres niñas al mismo tiempo.
—Ya vuelvo—le dije y me fui a la habitación de mi hija.
Poco tiempo tarde en conseguir la ropa de dormir de mi hija, dude entre unas muñecas y unos osos de peluche pero el dilema acabo al escuchar unos vidrios quebrarse en la sala y el pánico se apoderó de mí.
Salí corriendo y al llegar vi a Lola en el suelo sobre los vidrios de la pequeña mesa de café, había sangre y la peor energía que sentí en mucho tiempo.
Vi a Carolina gritarle cosas, estaba realmente enfurecida por los celos. Jamás la vi en ese estado era terrible y no sabía que hacer o que decir para tranquilizarla.
—JULIAN ¿QUE HACE ESTA MUJER AQUÍ?—esta vez los gritos iban dirigidos a mi.
—Esta loca señora... su esposo sólo le buscaba un pijama a su hija porque va dormir con las gemelas—vi su entrecejo fruncido mientras se ponía de pie.
—Es así Caro ¿Qué te pasa?—está vez tenía que hacerle frente a este conflicto, no habían razones para desconfiar; ella nisiquiera entró conmigo.
Note paseando mi vista por la escena que Lola tenía cortés en sus manos por los vidrios.
—¡¡¡VETE DE MI CASA AHORA!!!!—le gritó ella a la pobre muchacha.
—Lola... ¿Estás bien?—le pregunté sin importar la reacción de mi mujer, esto había rebasado los límites.
Ella sólo asintió y cuando quise revisar sus manos una fuerte cachetada me empujó lejos.
Algo dentro de mi se sintió terrible, nunca habíamos llegado a esto. Yo no era un infiel, amaba a mi esposa e hija aunque Lola no se que corto circuito hacía en mi sistema nervioso cuando la veía.
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Amor De Agua Sucia
RomanceSiempre he sabido que lo peor de un mal día es que puede ponerse aún peor. Como todo, cada quien pasa días buenos y otros en los que no hubiéramos querido ni abrir los ojos.