La vida nunca te enseña el camino de un día, solo te das cuenta que aprendiste cuando han pasado los años.
Este día estuvo cargado de emociones y no tengo idea de por dónde empezar. Tengo miedo, también. Supongo que fue el mejor día de la semana y es que de por sí el que sea viernes hace más sencillo todo. No más clases, salida con amigos o jugar algo con ellos, o lo que sea que fuese, siempre hay algo que hacer los viernes con los amigos. En este caso me quedaría a jugar voley. Ya era una tradición los viernes a la salida hacer deporte y después, lo que venga.
Las clases estuvieron de lujo por ser viernes; nada podía remover mi ánimo. Sentí tanta tranquilidad que me atreví a acercarme a varios compañeros para hacer diálogo. Todo estaba yendo bien hasta que pegué la vista a Carolyn, entonces, sentí la rara sensación de que no estaba como quería. Me acerqué sutilmente hasta entablar nuestras clásica conversaciones confidenciales. Nos apartamos un poco de todos y me confesó de que se sentía mal. Recordé de inmediato que este ciclo la he visto así la mayor parte del tiempo. No ha sido ella misma, ni su mirada era como antes y sentía que algo en ella se estaba yendo de a pocos. Lo que me dijo después me advirtió con pavor que las cosas estaban en verdad saliéndose de control para ella, y obviamente, como una de mis mejores amigas, compartí una sensación fría de presentir que no vendría nada bueno.
- Quiero morirme, amigo- Dijo naturalmente y mirando abajo, como avergonzada.
Estaba enferma, con fiebre y mareos. Deseaba que fuera algo terminal, no había ido al médico, pero, mucho más allá de eso, supe que su alma debilitaba su fortaleza física. Me quedé callado, triste; sin saber qué hacer. Le sobé la espalda y la abracé, después me fui rápido al baño a pensar. Me lavé el rostro, pero la tensión no se me iba. Entonces, recurrí a la profesora indicada para ayudarme. Busqué la manera de contactarme con ella de inmediato y le dije lo que pasaba. Carolyn se sentía tan mal que decidió ir al tópico a descansar. Le dije, entonces, a las miss Isabel, que estaba allí. La buscó y habló con ella.
Pasó rápido el tiempo. Me pregunté varias veces que más podía hacer. ¿Debería hablar con S*?No creo que le gustase eso a Caro, reflexioné.
Siento impotencia cuando veo a mis amigos así, de la misma manera en como estuvo Carolyn hoy; tristeza y ganas de arrancar el dolor de los demás a como de lugar. Cuantas veces no habré querido cargar con el dolor del mundo entero, pero no he podido. Me hace sentir poco útil, a veces y cuestionarme cuál es la felicidad del hombre.
Para la última hora de clases el rostro de Caro había cambiado; abrazaba a todos, uno por uno. Su semblante me inspiro confianza y no pude dudar de que se sentía mejor. Me miró fijamente cuando llegó a mi sitio y exclamó.
- !Traidor!-
Agaché la cabeza, pero sonreí. Mi amiga estaba contenta, porque sé cuando se expresa con sarcasmo. Me abrazó y me dio las gracias, también confesó que sabía que había sido yo quien le dijo a la miss Isabel de todo. Sentenció diciendo que nadie más lo podía haber hecho. Me puse en pie y la abracé y le dije que era por su bien. Nadie de los que quiero caerá.
El cielo estaba nublado, pero pronto estuvo gris y soleado. Estaba como quería.
Fue un lindo día de deporte, a pesar de que perdí todos los juegos. Estábamos todos los amigos cambiándonos de cancha cuando recibí una llamada. Era G*.Naturalmente esperaba escuchar su voz, pero a cambio sentí la presencia de su amiga al teléfono. Solo escuchaba risas y me sentí tranquilo por eso, hasta que presentí que habían estado con el alcohol más de la cuenta. Le pregunté MF por G**** y me dijo que no podía ponerse en pie, además de un posible ataque de asma. No, lo tomé en serio; se estaban riendo. Le pedí que me pasara con ella, otra vez. Después mencionó otras cosas más que no vienen al caso.
Noemi me pidió ir por ella y eso hice. Disimuló la voz, pero sabía que estaba con el trago encima. En el camino sentí que una seriedad en mi se nutría. No estaba incómodo, tampoco triste, tal vez preocupado y por eso, con algo de seriedad. Caminé rápido.
Estaban en el parque de siempre. Cuatro chicas se acompañaban, entre ellas, G****. Se adelantó, me abrazó y yo a ella. Le pregunté cómo estaba y contestó que bien, que estaban yendo al baño más cercano. Las demás chicas tenían cara de miedo, sentí que fue porque no estaba tan risueño como siempre. Me empecé a incomodar.
Discutimos un poco esa tarde noche. Ella pensaba que estaba haciendo las cosas mal por haberme hecho venir en vano e interrumpir mi tarde. Yo estaba más incómodo por lo que decía que por lo que sentía ya que lo repitió muchas veces. Pero, dentro de su usual forma de ponerse sensible me parecía tierno. No estaba enfadado, solo quería abrazarla y que todo esté bien. Le decía continuamente que las cosas se arreglan con una solución propuesta y no repitiendo lo mucho que lo sentía. Ella insistía, pero, en el fondo, el alcohol era el estimulador.
Quería irse y lloraba, pero la detuve. La abracé fuerte y ella a mi. Le dije cosas al oído desde lo más profundo de mi alma. El amor me hacía hablar, lo sé porque no recuerdo ahora lo que dije con exactitud, pero el corazón habla mejor que las palabras y el alma abraza mejor que cualquier abrazo. La cabeza me mareaba y ponía imágenes que no debían estar ahí.
Su resistencia se quebró y sentí que mis ideas la llenaban. Sus ojos eran chinos, pero ahí estaba su sonrisota otra vez. Mis emociones cambiaron de nostalgia a tranquilidad varias veces, pero nunca estuve triste y eso me mantuvo con energías, fuerte. Después vino el viento y nos llevó donde quiso. Le secaba las lágrimas, mientras ella notaba que el cielo se ponía como quería. Sabíamos que la noche era nuestra y nos fuimos sin permiso de nadie y con permiso de todos.
Le hablé a los chicos que estaban muy cerca de ahí y les dije que me iría con G****. Ella pidió permiso a su mamá. Le dijo que la quería mucho y unas cosas más. Me puse sensible cuando la oí, pero no se lo dije. Sentí que hace mucho no siento querer por mi familia. Algo se rompió en el tiempo, pero mantengo firme mi esperanza de llegar a quererlos como se debe, sobre todo a mis padres.
Compramos comida en el camino...
...
Siento que me olvido de escribir muchas cosas, pero aun si puedo editarlo y con el tiempo sienta que debo poner absolutamente todo lo indescriptible que fue este día, lo haré.
Miré a través de la ventana en un punto exacto del tiempo y supe que había lloviznado. Aunque después de saber que estaban empañadas por nuestro calor sentí gracia. Igual, a través de lo demás.
Volví hacia ella y estaba esperando por mi, con una sonrisota.
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BITÁCORA
RandomLa vida no es tan simple como escribir. Hay dolor y letras que son intangibles. La bitácora es un claro ejemplo. Un joven y lo que quiere que lea el resto. Cómplice y protagonista de esta historia