Algunas Evidencias De La Nueva Edad Satánica

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Los siete pecados capitales de la Iglesia Cristiana son:
codicia, orgullo, envidia, ira, gula, lujuria y pereza. El
Satanismo recomienda complacerse en cada uno de estos «pecados»,
puesto que todos ellos conducen a la satisfacción física, mental o
emocional.
Un Satanista sabe que no tiene nada de reprobable el ser
codicioso, ya que ello no significa otra cosa que desear más de lo
que ya tiene. La envidia representa considerar favorablemente lo
que los otros poseen y aspirar a tener las mismas cosas por uno
mismo. La envidia y la codicia son las fuerzas que motivan la
ambición –y sin ambición, se lograría bien poco verdaderamente
importante.
La gula es simplemente comer más de lo que necesitas para
mantenerte vivo. Cuando has comido en exceso hasta el punto de la
obesidad, otro pecado –e1 orgullo –te motivará a recobrar un
aspecto que renovará el respeto hacia ti mismo..
Todo aquel que compra una prenda de vestir con otro objeto que no
sea el de cubrir su cuerpo y el de protegerse de los elementos
naturales, se hace culpable de orgullo. Con frecuencia, los
satanistas encuentran espíritus «progresistas» que sostienen que
las etiquetas no son necesarias. A esos detractores de las
etiquetas es preciso hacerles notar que una o varias de las
prendas que ellos mismos llevan no son indispensables para
mantenerlos abrigados. En esta Tierra no hay una sola persona que
renuncie al omato. El Satanista señala que todo el omato que se
advierta en la persona de esos espíritus «progresistas» viene a
demostrar que también ellos son culpables de orgullo. Por muy
verbosos que esos cínicos sean en su descripción intelectual de lo
muy libres que son, lo cierto es que siguen luciendo los elementos
del orgullo.
El mostrarse reacio a levantarse por la mañana es ser culpable de
pereza, y si permaneces bastante tiempo en la cama, puedes
encontrarte cometiendo un nuevo pecado –lujuria. Sentir la más
leve agitación del deseo sexual es incurrir en el pecado de la
lujuria. Para poder asegurar la propagación de la especie, la
naturaleza ha hecho de la lujuria el segundo instinto más
poderoso; siendo el primero el instinto de conservación. Dándose cuenta de esto, la Iglesia Cristiana hizo de la fornicación el
"Pecado Original". De esta manera, se aseguraron de que nadie
escaparía del pecado, Tu propia existencia es consecuencia del
pecado ¡el Pecado Original!
El instinto más fuerte en todos los seres vivos es el instinto de
conservación, lo cual nos lleva al último de los siete pecados
mortales –la ira. ¿No es nuestro instinto de conservación el que
entra en juego cuando alguien nos perjudica, cuando nos
encolerizamos lo suficiente para protegemos de ataques ulteriores?
Un Satanista practica el lema: «¡Si un hombre te abofetea en la
mejilla, rómpele la otra!». Que ningún ultraje quede sin castigar,
Sé como un león en el combate. ¡Sé peligroso incluso en la
derrota!
Puesto que los instintos naturales les conducen al pecado, todos
los hombres son pecadores; y todos los pecadores van al Infierno.
Si todo el mundo va al Infierno, entonces no hay duda de que
encontrarás allí a todos tus amigos. El Cielo debe estar poblado
de criaturas más bien extrañas, habida cuenta de que todo su afán
en la vida era ir a un lugar en el que pudieran tañer eternamente
un arpa.
"Los tiempos han cambiado. Los jerarcas de la Iglesia ya no
predican que todos nuestros actos naturales son pecaminosos. Ya no
pensamos que el sexo es sucio –o que sentir orgullo de nosotros
mismos es vergonzoso –o que desear lo de los demás es perverso".
¡Claro que no, los tiempos han cambiado! "Si deseas una prueba de
ello, basta con que mires lo muy liberales que se han vuelto las
Iglesias. Vamos, si están practicando todas las cosas que ustedes
predican!".
Los Satanistas oyen constantemente estas afirmaciones y otras por
el estilo, y no tienen inconveniente en admitir que es así. PERO,
si el mundo ha cambiado tanto, ¿por qué seguir aferrándose a los
restos de una fe moribunda? Si tantas religiones han empezado a
negar sus propias escrituras porque han quedado desfasadas, y si
predican la filosofía del satanismo, ¿por qué no llamarle a éste
por su legítimo nombre –Satanismo? Ciertamente, eso sería
muchísimo menos hipócrita.
En años mas recientes ha habido un intento de humanizar el
concepto espiritual del Cristianismo. Esto se ha manifestado de
las maneras menos espirituales posibles. Las misas que habían
sido dichas en latín ahora son dichas en los idiomas comunes –lo
cual lo único que logra es que todo el sin sentido sea mucho mas
fácil de entender, y al mismo tiempo priva a la ceremonia de la
naturaleza esotérica que es consistente con los principios del
dogma. Es mucho mas fácil obtener una reacción emocional
utilizando palabras y frases que no puedan ser entendidas, que con
declaraciones que aún la mente mas simple cuestionará cuando las
escuche en un lenguaje más comprensible.
Si los sacerdotes y ministros hubiesen usado hace cien años lo que
utilizan hoy en día en sus iglesias, hubieran sido acusados de
herejía, llamados demonios, la mayoría de las veces perseguidos, y
sin duda hubieran sido excomulgados.
Los religiosos se quejan: “debemos estar acorde con los tiempos”
olvidando que, debido a los factores limitantes y las leyes
profundamente enraizadas de las religiones, nunca podrán cambiar
lo suficiente para estar acorde con las necesidades del hombre.
Las religiones del pasado siempre han representado la naturaleza
espiritual del hombre, con muy poca o ninguna preocupación por sus
necesidades carnales o mundanas. Han considerado que esta vida no
es mas que transitoria, que la carne no es mas que una envoltura;
que los placeres físicos son triviales, y el dolor una preparación
digna para el “Reino de Dios”. Qué bien se les nota la hipocresía
cuando los “religiosos” hacen un cambio en su religión para
confrontar las necesidades del hombre! La única manera que el
Cristianismo puede servir por completo a las necesidades del
hombre es convirtiéndose en lo que el Satanismo es AHORA.
Se ha hecho necesario que aparezca una nueva religión, basada en
los instintos naturales del hombre. Y ya tiene un nombre. Se
llama Satanismo. Es ese poder condenado el que ha causado la
controversia religiosa sobre las medidas de control de la
natalidad –una admisión a regañadientes de que la actividad
sexual, por el sólo placer de tenerla, llegó para quedarse.
Es el “Diablo” el que ha causado que las mujeres comiencen a
mostrar sus piernas, para excitar a los hombres –el mismo tipo de
piernas a las que ahora es socialmente aceptable mirar, que son
mostradas por jóvenes monjas que lucen hábitos más cortos. Qué
paso tan acertado en la dirección correcta! ¿Es posible acaso que
muy pronto veamos monjas “topless” contoneándose sensualmente al
ritmo de “Misa Solemnis Rock”? Satán sonríe y dice que por él no
habría ningún problema –muchas monjas son niñas muy lindas con
bonitas piernas.
Muchas iglesias con algunas de las congregaciones más numerosas
tienen la música más rítmica y sensual –satánicamente inspirada.
Después de todo, el Diablo siempre ha tenido los mejores temas.
Los picnic dominicales, a pesar de toda la habladuría de la Tía
Marta sobre la 'Generosa Cosecha del Señor', no son más que una
buena excusa para la comilona dominical, y todos saben que tras
los arbustos suceden cosas más interesantes que leer la Biblia.
Los bazares para recolectar fondos para la iglesia son lo que
antes se conocía como carnavales, nada más que una excusa empleada
para celebrar los placeres de la carne; y que ahora sólo sirven
para recoger fondos para la iglesia, y mientras el dinero siga
entrando a la iglesia no hay problema, ya que así podrán seguir predicando contra las tentaciones del Demonio! Cabe anotar que
estas cosas solo son ceremonias y elementos paganos –que los
cristianos tomaron prestadas. Cierto, pero los paganos se
deleitaban en los placeres de la carne, y fueron condenados por la
misma gente que ahora celebran sus rituales, solo que ahora los
llaman por nombres diferentes.
Los sacerdotes y ministros siempre van en la primera fila en las
manifestaciones en pro de la paz, y se tienden en las vías férreas
para detener a los trenes que llevan materiales de guerra al
frente, con igual dedicación que sus hermanos de hábito, de los
mismos seminarios, que bendicen las balas, bombas y soldados,
actuando como capellanes de las fuerzas armadas. Alguien, en
algún lado, debe estar equivocado. ¿Podría ser que Satán sea el
único calificado para actuar como acusador? Ciertamente así lo
han llamado!
Cuando un cachorro alcanza la madurez se convierte en perro;
cuando el hielo se derrite se llama agua; cuando han transcurrido
doce meses, tenemos un nuevo calendario con el nombre cronológico
apropiado; cuando la “magia” se convierte en hecho científico nos
referimos a ella como medicina, astronomía, etc, cuando un nombre
ya no es apropiado para una cosa dada, lo más lógico es cambiarlo
por uno nuevo que se ajuste mejor para tal propósito. ¿Por qué,
pues, no hacemos lo mismo con la religión? ¿Por qué seguir
llamando a una religión con el mismo nombre cuando los principios
de ésa religión ya no se ajustan al original? O, si la religión
predica lo mismo que siempre ha predicado, pero sus seguidores no
practican casi ninguna de sus enseñanzas, ¿por qué siguen
llamándose a sí mismos por el nombre dado a los seguidores de esa
religión?
Si no crees en lo que enseña tu religión, ¿por qué continuar
apoyando una creencia que es contradictoria con lo que sientes?
Nunca votarías por una persona o una ideología en la cual no
crees, así que por qué dar tu voto eclesiástico por una religión
que ya no es consistente con tus convicciones? No tienes derecho
alguno para quejarte de una situación política por la cual has
votado o a la que has apoyado de alguna manera –lo cual incluye
sentarse y asentir complacientemente con los vecinos que aprueban
esa situación, simplemente porque eres muy perezoso o muy cobarde
para dar tu opinión. Lo mismo ocurre con los temas religiosos. Aún
si no puedes ser agresivamente honesto sobre tus opiniones debido
a las consecuencias desfavorables de tus jefes, tus líderes de
comunidad, etc. puedes, al menos, ser honesto contigo mismo. En
la privacidad de tu propio hogar, y con tus amigos más cercanos
debes apoyar la religión que abrigue tus mejores intereses.
“El Satanismo está basado en una filosofía muy razonable”, dice el
emancipado. “Pero por qué llamarlo Satanismo? ¿Por qué no
llamarlo algo como 'Humanismo', o un nombre que no tenga
connotaciones de un grupo de brujería, algo un poco más esotérico –algo menos evidente?” Hay más de una razón para esto. El
humanismo no es una religión. Simplemente es una forma de vida
sin ceremonia o dogma. El Satanismo tiene ceremonia y dogma. El
dogma, como se explicará después, es necesario.
El Satanismo se diferencia enormemente de las demás religiones de
luz blanca, “magia blanca” o grupos mágicos en el mundo de hoy.
Estas religiones santurronas y desdeñosas claman que sus miembros
utilizan los poderes de la magia sólo para fines altruistas. Los
Satanistas miran con desdén a los grupos de magia “blanca” porque
sienten que el altruismo es atentar contar la vida. El no tener un
deseo de obtener las cosas por ti mismo es algo antinatural. El
Satanismo representa una forma de egoísmo controlado. Esto no
significa que no debas de hacer cosas por alguien más. Si haces
algo para hacer feliz a alguien por quien te preocupas, su
felicidad te dará una sensación de gratificación.
El Satanismo defiende la práctica de una forma moderada de la
Regla de Oro. Nuestra interpretación de esta regla es: “trata a
los demás como los demás te traten”; porque si tu “haces a los
demás lo que te gustaría que te hicieran” , y ellos, a su vez, te
tratan mal, va contra la naturaleza humana seguir tratándolos con
consideración. Deberías tratar a los demás como te gustaría que
te tratasen, pero si tu cortesía no es correspondida, deberían ser
tratados con la furia que se merecen.
Los grupos de brujería blanca dicen que si maldices a alguien, ese
mal se te devuelve el triple, o de manera parecida a la del
boomerang, regresa a quien lo envió. Esto es un indicio más de la
filosofía culpabilizante que tienen estos grupos neopaganos y
pseudo cristianos. Los magos blancos quieren hurgar en la
brujería, pero no pueden divorciarse a sí mismos del estigma
apegado a esto. Por lo tanto, se llaman a sí mismos magos
blancos, y basan el 75% de su filosofía en los principios
trillados y desgastados del Cristianismo. Cualquiera que pretenda
estar interesado en la magia o en lo oculto por otras razones que
no sea obtener más poder personal, es la peor clase de hipócrita.
El Satanista respeta al Cristianismo por, al menos, ser
consistente con su filosofía culpabilizante, pero sólo puede
sentir desprecio por las personas que intentan aparecer
emancipadas de la culpa uniéndose a un grupo de brujería, y seguir
practicando la misma filosofía básica del Cristianismo.
Supuestamente, la magia blanca solo es utilizada con propósitos
buenos o no egoístas, y la magia negra, se nos dice, es utilizada
sólo por motivos egoístas o “malos.” El Satanismo no traza tal
línea divisoria. La magia es magia, no importa si es utilizada
para ayudar u obstaculizar. El Satanista, siendo el mago, debería
tener la capacidad de decidir lo que es más justo, y luego
aplicar los poderes de la magia para alcanzar sus metas.
Durante las ceremonias de magia blanca, los practicantes
permanecen en el interior de un pentagrama para protegerse a sí mismos de las fuerzas "malvadas” a las que invocan para pedir
ayuda. Para el Satanista, es un tanto hipócrita el invocar a
estas fuerzas para pedir ayuda, mientras que al mismo tiempo te
proteges de los poderes a los que has recurrido. El Satanista se
da cuenta que solo al aliarse con estas fuerzas puede utilizar
del todo los Poderes de las Tinieblas para su mejor provecho.
En una ceremonia de magia Satánica, los participantes no se toman
de las manos y bailan en círculo; queman velas de varios colores
para varios deseos; invocan los nombres del “Padre Hijo y Espíritu
Santo” a la vez que, supuestamente, practican las Artes Negras;
escogen un “santo” como guía personal para que los ayude en sus
problemas; se empapan de ungüentos olorosos y esperan que el
dinero les llueva; meditan para que poder llegar a un “gran
despertar espiritual”; recitan largas letanías mencionando de vez
en cuando el nombre de Jesús, etc, etc, etc, ad nauseam!
PORQUE –ésta NO es la manera en que se practica la magia satánica.
Si no puedes separarte del autoengaño hipócrita, nunca tendrás
éxito como mago, mucho menos como Satanista.
La religión Satánica no sólo ha levantado la moneda –le ha dado la
vuelta por completo. Por lo tanto, ¿por qué debería apoyar los
mismos principios a los cuales se opone por completo, llamándosele
con un nombre que no fuese uno que se sea acorde con las doctrinas
revertidas que integran la filosofía Satánica? El Satanismo no es
una religión de luz blanca; es una religión de la carne, lo
mundano, lo carnal –todo lo cual está regido por Satán, la
personificación de la Vía de la Mano Izquierda.
Inevitablemente, la siguiente pregunta que se hará es: “Concedido,
no puedes llamarlo Humanismo porque el Humanismo no es una
religión; ¿pero por qué tener una religión primero que todo, si
todo lo que hacen es lo más natural del mundo? ¿Por qué no hacerlo
y ya?”.
El hombre moderno ha avanzado mucho; se ha desencantado con los
dogmas sin sentido de las religiones del pasado. Estamos viviendo
en una era de conocimiento. La psiquiatría ha avanzado a grandes
pasos para ilustrar al hombre sobre su verdadera personalidad.
Estamos viviendo en una era de conciencia intelectual como ninguna
que el mundo haya visto.
Esto está bien, y tanto mejor -PERO hay una pequeña falla en éste
nuevo estado de conciencia. Una cosa es aceptar algo
intelectualmente, pero aceptar la misma cosa emocionalmente es
algo completamente distinto. La única necesidad que la psiquiatría
no puede llenar es la necesidad inherente del hombre de crear
emociones a través del dogma. El hombre necesita de la ceremonia
y del ritual, de la fantasía y del encantamiento. La psiquiatría,
a pesar de todo lo bueno que ha hecho, ha privado al hombre de la fantasía y el asombro que en el pasado le daba la religión.
El Satanismo, dándose cuenta de las necesidades actuales del
hombre, llena el enorme vacío gris que existe entre la religión y
la psiquiatría. La filosofía Satánica combina los fundamentos de
la sicología y la creación honesta de emociones, o dogma. Le da al
hombre la fantasía de la que tanto necesita. No hay nada malo con
el dogma, con tal que no esté basado en ideas y acciones que vayan
completamente en contra de la naturaleza humana.
La forma más rápida de viajar entre dos puntos es línea recta. Si
todas las culpas que se han construido pudieran convertirse en
ventajas, ello elimina la necesidad de purgar intelectualmente a
la psique en un intento de limpiarla de esas represiones. El
Satanismo es la única religión conocida por el hombre que acepta
al hombre tal como es, y promueve la idea de convertir algo malo
en algo bueno, en lugar de hacer el mayor esfuerzo posible para
eliminar lo malo.
Por lo tanto, después de evaluar intelectualmente los problemas a
través del sentido común y partiendo de lo que nos ha enseñado la
psiquiatría, si aún no puedes librarte emocionalmente de la culpa
injustificada, y pones tus teorías en acción, aprenderías a hacer
que tu culpa trabaje en tu propio beneficio. Deberías actuar según
tus instintos naturales, y entonces, si no puedes actuar sin
sentirte culpable, goza de tu culpa. Esto puede sonar como una
contradicción de términos, pero si lo analizas con cuidado, la
culpa puede añadir muchas veces un estímulo a los sentidos. Los
adultos harían bien en aprender una lección de los niños. Muchas
veces, los niños disfrutan haciendo lo que saben que se supone no
deberían estar haciendo.
Sí, los tiempos han cambiado, pero el hombre no. Las bases del
Satanismo siempre han existido. Lo único que es nuevo es la
organización formal de una religión basada en las necesidades
universales del hombre. Durante siglos, se han dedicado magnificas
estructuras de piedra, concreto, mármol y acero a la abstinencia
del hombre. Ya es hora que los seres humanos dejen de luchar
entre sí, y dediquen su tiempo a construir templo diseñados para
las indulgencias del hombre.
Aunque los tiempos han cambiado, y siempre lo harán, el hombre
sigue siendo básicamente el mismo. Por dos mil años el hombre ha
hecho penitencia por algo de lo que, en primer lugar, nunca tuvo
que haberse sentido culpable. Estamos cansados de negarnos a
nosotros mismos los placeres de la vida que nos merecemos. Hoy,
como siempre, el hombre necesita pasarla bien aquí y ahora, en
lugar de esperar su recompensa en el cielo. Así que, ¿por qué no
tener una religión basada en la indulgencia? Ciertamente es
consistente con la naturaleza de la bestia. Ya no somos
enclenques suplicantes temblando ante un Dios inmisericorde al que no le importa si vivimos o morimos. Somos personas orgullosas
con respeto por nosotros mismos –somos Satanistas!

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