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Dos días pasaron desde que Angela había convencido a su tía de llevarla a Londres, dos días en los que ni ella, ni su tía habían podido convencer a la mamá de Angela para que aprobara el permiso

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Dos días pasaron desde que Angela había convencido a su tía de llevarla a Londres, dos días en los que ni ella, ni su tía habían podido convencer a la mamá de Angela para que aprobara el permiso.

— No puedes dejar la escuela, para irte a otro continente a conocer a un hombre que siquiera sabe que existes, cariño.

Las palabras de su madre eran firmes, seguras y todo indicaba que no cambiaría de parecer.

— Oh, vamos Angelina. Acaso ¿ya olvidaste cuando nosotras nos escapamos una vez para ir a un concierto?

Zoe Tarver le sonrió a su hermana, y aunque Angelina le reprendió con la mirada por delatarla frente a su hija, Zoe no pidió disculpas.

— Ella ha sido una alumna ejemplar hasta ahora, se merece esto.

— No puedo pagar los pasajes — los ojos oscuros de Angelina pasaron de su hija Angela, a su hermana y viceversa — recién pagué los de Washington y tengo el otro trámite en curso, así que la respuesta sigue siendo no.

Angela bufó.

— Yo los pagaré, mamá.

Angela había dicho montones de veces que contaba con el dinero para los boletos, que su madre no pondría dinero alguno, pero Angelina se rehusaba a aceptar aún así.

Los padres de Angela estaban pasando por un divorcio, lo cual ponía a Angelina sensible ante los hombres. Por lo tanto, el que su única hija estuviera tan decidida a viajar varias horas para ver a un sujeto a distancia le parecía una completa estupidez.

No tenía nada en contra de Chris Evans, a Angelina inclusive el actor le caía bien sin siquiera conocerle; solo sabe que el sujeto es de Boston, actor de Marvel, tiene un perro y está muy guapo.

Información básica que su hija le daba todas las noches cuando veían películas en la sala. Angela siempre elegía una donde apareciera él y aunque ésta a veces podría colmar su paciencia con el actor de Boston, al final Angelina no podía enojarse con ella porque prefería mil veces que su hija estuviese enamorada de ese actor, a que le lastimaran el corazón como lo habían hecho con ella.

Angelina suspiró.

— De cualquier modo, es demasiado pronto entre las fechas. El lunes de esa semana te vas a Washington, regresas el viernes y el domingo ya tendrías que irte de nuevo para tomar el vuelo a Londres, si consigues el boleto. No creo que puedas...

— Subestimas de nuevo, mamá. Puedo organizarme y salir sin problema.

— Aún así, sería ilógico que vayas al evento ese, y en cuanto acabe te regreses. Sería un derroche de dinero...

— Puede quedarse con Lily y conmigo en casa — intervino Zoe —. La premiere es el jueves 20 de marzo, nosotras nos iremos el 16. Déjale al menos una semana en Londres.

Angelina miró a su hija con cara de pocos amigos, realmente no quería dejarla ir, encontraba muchas incongruencias en el plan de su hija, pero la mirada que Angela le hacía sentirse mal.

— Nunca te pido nada, mamá. Déjame al menos esta vez.

Angelina miró a su hermana con rostro pensativo.

— Cuidaré de ella sí eso te preocupa — afirmó la hermana mayor —. Tú solo fírmale el permiso para faltar a la escuela y déjala ir conmigo. La traeré sana y salva.

Angelina suspiró y miró a su hija fijamente: — Te pondrás al corriente en la escuela a tu regreso. No quiero excusas y llamarás constantemente para que sepa cómo estás.

Angela sonrió con amplitud, hubiese querido saltar de la emoción y hacer un escándalo, pero reprimió los sentimientos y aceptó las condiciones de su madre.

Angelina dio unos pasos hacia su hermana, hasta tenerla de frente: — Cuídala como si fuera Lily, no permitas que haga tonterías en Londres y por lo que más quieras, no traigan una orden de restricción con ustedes.

Tanto Zoe como Angela soltaron una carcajada y después abrazaron a Angelina por haber aceptado el viaje.

— Hablo en serio con lo de la orden, eh — comentó Angelina  con una ligera sonrisa en sus labios, su hermana y su hija la abrazaban haciéndole quedar en medio.

— Daré mi mayor esfuerzo — bromeó Angela y las tres soltaron una risa.

El corazón de Angela latió con fuerza. Ya tenía el permiso. Ahora debía conseguir los boletos de avión y seguir con el plan.

» AUTOGRAPH ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora