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Los Angeles, California

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Los Angeles, California.
Febrero 18, 2014.

Angela Tarver perseguía a su tía con desesperación por toda la sala de estar.

— Por favor, llévame a Londres contigo — suplicó la joven de cabello negro — es imperativo que esté ahí.

Zoe Tarver rio al escuchar la palabra utilizada por su sobrina, detuvo su andar y giró sobre su eje para verle. Los ojos castaños de la mujer adulta se posaron sobre la joven y apoyando sus puños sobre cada extremo de su cadera añadió: — ¿Desde cuando usas esa palabra?

Angela le sonrió a duras penas, avergonzada porque la táctica no estaba yéndole muy bien.

— Uh, ya sabes, desde que estoy... en... el taller de Literatura — mintió —. Imperativo. Esa palabra la usan casi a diario, se me pegó.

La joven Tarver era tan buena mintiendo como lo era arreglando coches. O sea, es malísima.

— Ajá sí, pequeña Pinocho — su tía le tocó la nariz con su índice y después continuó levantando los libros que tenía regados por toda la estancia.

— Oh, vamos. Por favor... Él estará en la ciudad en las fechas en las que tú estarás allá.

Hace un par de meses atrás se había lanzado la fecha oficial de las premieres que haría Marvel Studios a su película más reciente, Capitán America: El Soldado del Invierno. Los Ángeles y Londres eran algunas de las ciudades elegidas para tener al elenco presente en la proyección de la película.

A Angela le hubiese encantado asistir a la de su ciudad, inclusive ya tenía todo planeado, la premiere estaba programada para el jueves 13 de marzo, ella sacaría un permiso para faltar ese día a la escuela y así poder asistir. Sin embargo, su profesor Lance Howard puso precisamente en esa semana, un viaje escolar a Washington para una visita al Museo del Smithsoniano.

Angela estaba tentada a faltar pues quería ver a todo el elenco de la película, principalmente a Chris Evans. Ese actor le fascinaba y más aún porque interpretaba a uno de sus súper héroes favoritos; no obstante, muy a su pesar... Angela ya había decidido que no lo haría, no faltaría. En caso de faltar, le costaría el cincuenta por ciento de su calificación en Historia del Arte. El profesor Howard a veces se proyectaba demasiado en sus trabajos, y éste era uno de ellos. Así que Angela no podía darse el lujo de perder dicho porcentaje.

Angela torció los labios en una pequeña mueca triste para meterle presión a su tía.

A sus 23 años de edad, ella se emocionaba con los artistas, la situación en su hogar no era la más favorable, así que Angela encontraba un refugio en cada mundo nuevo que leía en libros, veía en películas o escuchaba a través de la música. Además de que su carrera universitaria, en parte, requería que estuviese al tanto de todo lo que sucedía en el medio artístico.

Sin embargo, por mucho que amara a Chris Evans. Su lado lógico —y relativamente adulto— le pedía que dejara pasar la oportunidad.

No obstante, bien dicen que cuando una puerta se cierra, una más se abre y es lo que Angela había descubierto recién.

Su tía Zoe viajaría a Londres el 16 de marzo —cuatro días antes del evento— para estar unas semanas con su hija Lily, quien reside allá. Por tal motivo, al tener Londres una premiere también, Angela le pedía tal favor a su tía. Sí lograba estar en Londres en la fecha de la premiere, ella podría asistir y ver a todo el elenco, pero principalmente, vería a Chris Evans.

El mundo le daba una segunda oportunidad, no debía desaprovecharla.

— Ese hombre vive en Los Angeles y aún así nunca le has visto ¿Qué te hace pensar que le verás en Londres? ¿Qué será diferente? — cuestionó Zoe, bajándole los ánimos a su sobrina hasta el suelo.

Al no recibir respuesta, Zoe fijó su mirar sobre su sobrina. Angela parecía pensar lo que diría, pero no se le ocurrió nada prudente. Su tía estaba por disculparse, pero la pelinegra se adelantó, comentando la frase que suele usar de mantra: — No pierdo nada con intentarlo.

La mirada castaña cargada de esperanza de su sobrina conmovió a Zoe.

— Aunque quisiera llevarte, no tengo el dinero para los boletos de avión. Por el alojamiento no habría problema, tenemos espacio en la casa, pero no podría llevarte...

— ¡Yo puedo pagarlos! — se apresuró a decir la chica, el brillo en su mirar ante la posibilidad de asistir al evento se hizo más notorio —. Me costará mis ahorros, pero no importa.

La determinación en Angela le sacó una sonrisa a Zoe, y esa fue la señal de aceptación.

— Está bien. Sí así lo planteas, te llevaré. Solo consigue los boletos, yo me encargo de convencer a tu madre.

Angela reprimió el grito eufórico solo para no ser la burla de su tía, pero se permitió sonreír con amplitud y darle un gran abrazo a Zoe en forma de agradecimiento.

— Eres la mejor ¿sabías?

— Me lo han dicho un par de veces — replicó Zoe causando la risa de su sobrina favorita.

Angela acompañó a su tía al estudio para que continuara trabajando en lo suyo. Zoe es editora de libros y ahora trabajaba en la edición de uno, estaba en las últimas faces y necesitaba concentrarse.

— Una vez más, gracias tía — la voz de Angela sonaba realmente aliviada y agradecida —. Esto significa mucho para mí.

Angela —que permanecía en el marco de la puerta— le regaló a su tía una enorme sonrisa. Zoe —quien yacía detrás de su escritorio— la miró con cariño.

— Más te vale que consigas algo de ese sobrino mío ¿entendiste? — bromeó Zoe, provocándole una estruendosa risa a Angela.

— Definitivamente — la chica Tarver mordió su labio inferior mientas sonreía.

Estaba ansiosa por ver a Chris Evans y solo deseaba que todo el esfuerzo que estaba poniendo para verlo, diera resultado.

» AUTOGRAPH ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora