En medio de un olvidado prado de girasoles secos, se alzaban imponentes muros blancos, de los cuales resbalaban zarzales.
En su interior, apenas sobresalían las cabezas de los crucifijos de entre las bastas y densas lianas, repletas de punzantes espinas de color carmesí, e hilos.
Al fondo de aquel pequeño cementerio, una pileta de cuarzo se posaba sobre un pequeño pilar engullido por las zarzas, sobre ella, descansaba solemnemente un antiguo libro, de doradas páginas y roja portada.
El libro se abrió lentamente, dejando entrever alguna que otra página mientras el viento las pasaba. El viento se detuvo en brusco, dejando solamente dos páginas por ver.
"Un pasado misterioso se ceñía a la pequeña Aíne , siempre callada, judgando en silencio con sus pequeños y verdosos ojos, mientras se acariciaba su rubio y largo pelo."
"Siempre salía sola de casa, como si sus padres no existieran. Solitaria hasta en el colegio, callada, y siempre acompañada de una abrumadora y densa atmósfera de suspense y misterio."
" Su vida de en sueño acabó tras un viernes y su larga tarde de verano, en la cual habían entrado a su casa para incautar los cuerpos sin vida de sus padres, o al menos, sus supuestos padres."
" El cuerpo de aquella niña, tendida entre rosas, no era el de la pequeña Aíne, era el de Joan.
"Aíne nunca existió, hasta ese mismo verano"
"Ella se perdería en su memoria"
"Para que no disfrutara moldeándonos las mentes, Joan , en su forma más rejuvenecida, fue consumida..."
Los hilos empezaron a estirarse en la misma dirección.... hacia arriba.
"...por las abrumadoras llamas..."
Los hilos trataron de formar un ovillo carmesí para cerrar el libro.
" ... que causó ..."
El libro fue cubierto por una densa capa de fina lana roja y pequeños zarzales.
" ... su libro..."
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Fiona despertó en una cama rodeada por sus padres, que tras verla alzar los ojos se esperanzaron.
-Menos mal que estás bien.- dijo eufórica su madre mientras le caían las lágrimas.
La rubia melena de su madre la estaba dejando sin respiración, pero por una vez, no le importaba.
En cambio, su padre yacía dormido en una de las sillas, un rastro de llanto en sus mejillas que daban fácilmente a entender su disgusto por aquella situación.
Pero Fiona no quiso fijarse mucho, lo que había visto la tenía en vela.
Nunca había visto un lugar así por los alrededores, silverland no era precisamente la ciudad de los girasoles.Tampoco sabía de la existencia de un cementerio a las afueras.
Solo le quedaba el bosque, debería contárselo a Tara para no olvidarse, aunque difícil sería olvidarse de lo que acababa de ver.
Tara... ¿Y... Tara...?
Su rostro se volvió pálido.
¿ Que había pasado con ella?
-¡ Mamá!.- Gritó histérica.
- Hace un rato se dirigió hacia su casa, creo que iba a comentarle algo a su padre... y luego iría al bosque a recoger un par de cosas... o eso creo.- Intentó aclarar su madre entre lágrimas.