No se limitó a expresarse con gemidos,
ese era el reto. Obstenía mi cuerpo
ardiendo, ese era su juego.
Hizo erizar hasta mis pestañas.
Observar tu obra de arte
de cara a mi mastil era un deja'vu
de deseos anteriores o posteriores,
no lo sé, prendiste mi cabeza.
Sus manos atadas a la cabecera,
mis piernas en cuclillas,
desnuda, agitada, ansiosa,
y la hoguera encendída, perfecto.
Derretía cada gota de incomodidad
por no poder sacear sus aventuras.
Acariciaba su espalda,
lamiendo su trasero,
tacteando sus muslos,
preparando el cortejo.
Jalando su pelo con grito de obediencia
- ¡Más!
Pedías incentivando a tu inocencia...
Era imposible responder
cuando mi cuerpo le daba la respuesta,
tomando la delantera a toda marcha
con su gritos de orquestas.
Termine siendo cursi y enamorado,
dulce, sus manos entrelazadas
con las mías con fuerza, con la misma que estaba destrozandola por dentro.
Estallamos como si fueramos juegos pirotécnicos, yo entre sus piernas, escurriendo el fuego hasta el piso, y ella, lamiendo mi hombría.
Ojala la vea de día porqué en la noche
mi mente estaba perdída.
