Corrió sin parar hasta la calle siguiente, donde estaba su casa. Sintiendo la risa y los pasos de aquella horrible figura que le seguía. Apurado, con terror y nervios abrió como pudo la puerta, se metió en la casa y corrió escaleras arriba a su habitación. Cerró la puerta y dio dos pasos atrás, tratando de calmar su agitada respiración. De repente, escuchó de nuevo la risa. Esa risa escalofriante y terrorífica que venía de todos lados. Con el miedo reflejado en su rostro retrocedió hasta el ropero, chocando su espalda en él.
Un aire frío le llegó al cuello desde atrás, haciendo que se sobresaltase y fuera hacia adelante dándose la vuelta. Allí no había nadie.
— ¿Me tienes miedo?
Su voz era chillona y fuerte, como la de un payaso en un show para niños. Provenía de la ventana. Giró hacia allí lentamente, donde vio una figura deforme, como de una persona que hubiera mutado a algún otro tipo de animal. Una gran joroba, piernas flacuchas y una cabeza mucho más grande de lo que se consideraría normal.
Pegó un grito y se alejó hacia la puerta, intentando escapar de la horripilante figura que se reía a sus espaldas. De repente cayó al piso, dándose un fuerte golpe en la mandíbula. La figura había halado de su pie fuertemente. Con terror sintió como tiraba con fuerza arrastrándolo por el suelo de madera hasta la cama.
— ¿Sabes lo que le pasa a las personas que se cruzan en mi camino?—Otra vez su risa escalofriante. Tiró de él a la cama y empezó a caminar al rededor lentamente mientras hablaba. —Estás a punto de descubrirlo.
Y lo último que se oyó en esa habitación fue una risa chillona y fuerte junto a un grito desgarrador.
