El nacimiento

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Llegamos al fin al lugar dónde la había visto la noche anterior. Les expliqué a los pequeños cómo es que debíamos cantar y así lo hicimos. Después de terminar la canción el agua se remolineó tal y como sucedió la primera vez, De un momento a otro ahí estaba ella.

- Hola pequeños, mi nombre es Aidana - Saludó amablemente.

- ¡Está aquí papá! De verdad está aquí. - Gritaba mi hijo.

- No lo puedo creer-  decía Andrew.

Para éste punto no estaba realmente seguro de cómo sería nuestro encuentro. Algo dentro de mi mi me gritaba que aún estábamos a tiempo de salir corriendo y olvidar lo sucedido, pero, no podía. Ya estábamos ahí. Mi curiosidad y la de los pequeños fue mucho mayor.

- Ahora saben que no soy solo un cuento, soy real- Decía Aidana

- Me gustaría que nos relataras cómo fue que llegaste aquí, o cómo fue tu historia con mi abuelo si no es mucha molestia- Ahora era yo quien se dirigía a ella.

- Por supuesto pero, hay partes que los pequeños no van a comprender y no seré yo quien les de la lección de las tortuguitas. -Dijo con una pequeña risita.

- ¿Tortuguitas? ¿A qué te refieres? - Le pregunté confundido.

- Creo que ustedes lo hacen con eso de las abejitas, no sé algo así me comentó tu abuelo. - Dijo cómo intentando recordar.

- ¡Oh! ya entiendo. No te preocupes yo les explicaré después - Le dije. 

- Bien ustedes están aquí por lo que yo tengo que decirles. Primero deben saber cómo es que llegué a éste mundo. Las sirenas nacemos una cada cien años, ya que es cuando las constelaciones se alinean de tal manera que permiten que nuestra magia surja. Pero si nadie nos llama no podemos llegar, ustedes los humanos tienen un espíritu muy poderoso aún que no pueden hacer lo que nosotros su alma es la única que puede traer a la vida cualquier tipo de criatura. Una noche de Octubre mientras estaba la luna llena tu abuelo estaba sentado junto a una roca en éste mismo lugar y miraba al cielo mientras se preguntaba porqué había tantas injusticias en el mundo. Se hacia muchos juicios de valor, entre otras cosas se preguntaba porqué no había encontrado el amor habiendo tantas chicas hermosas y el seguía solo. Miro a una estrella en especial y pidió un deseo. Hubo un estruendo y yo salí disparada a la Tierra es un  proceso tan rápido, ni siquiera noto cuando me sale la cola. - Su relato empezaba a ser fascinante pero la interrumpí

- ¿Cómo? quieres decir que, ¿En el cielo no tienes cola? - Estaba confundido.

- No, verás soy una especie de estrella, soy solo un alma. Irradio luz durante miles de años hasta que alguien describe mi alma e implora al cielo el tenerme. Soy el alma de una sirena yo siempre que reencarne será en forma de sirena por los siglos de los siglos. Mis primas son hadas, otras son quimeras, centauros etc. - Era realmente increíble lo que relataba.

- ¡Wow! Eres una estrella, no lo puedo creer - Decía mi pequeño Eliott

- El día en que tu abuelo me vio quedó maravillado y yo me enamore en el instante en que supe que su alma me estaba llamando. Era la primera vez que alguien lo hacia y no podía esperar para verlo. Cuando me presenté ante él casi se desmaya. No podía creer que existiera, tarde un par de horas en explicarle lo que sucedió, porque no se explicaba cómo era posible. De echo aún recuerdo lo que me dijo aquella noche en que nos conocimos.

- Eres preciosa, y de verdad aún no puedo creer cómo el cielo me bendice de ésta manera a mi que no creo ser digno de tener el amor de una persona tan hermosa cómo tú. Que ademas mientras miro tus ojos sé que todo está bien y a tu lado no puedo pedir nada más, pues no me hace falta nada - No sabía que las sirenas lloraban. Esa noche derrame lagrimas de alegría que se fundieron el las aguas del lago. Formando una especie de gelatina que se hundió en las profundidades del algo.

- ¿Qué? ¿Por qué se hicieron así? - Ahora era Andrew quien preguntaba.

- Que bueno que lo preguntes, pero no lo puedo expresar con palabras - Justo en ese momento la canción volvió a sonar y solo significaba una cosa. Sí el monstruo estaba por venir.

- ¡No lo puedo creer! - Gritaron al unisono Eliott y Andrew al contemplar al majestuoso dragón que emergía de las profundidades.

- Bueno algo que nadie me había explicado era que mi llanto siempre que fuera de felicidad ante el verdadero amor daría cómo resultado un dragón con una característica peculiar - Decía mientras nadaba hacia él. Ness tiene la habilidad de identificar cuando alguien miente, si dices la verdad el brillará al igual que una estrella. Pero, si estás mintiendo el se envolverá en llamas.

- Siempre creí que era una especie de monstruo que simplemente aquí había nacido y tú con tus poderes habías logrado domesticar - Dije ante aquella revelación.

- No lo puedo creer, yo también quiero enamorarme de una sirena - Andrew balbuceó de pronto.

- Jajaja, dependerá de tus sentimientos, puede que consigas algo más, podría ser un hada o algo así. - Decía conmovida.

- Eres muy joven, no pienses en esas cosas por ahora - Le dije de pronto.

- No lee hagas caso y solo ama con el corazón - Le decía a Aidana

- Ya dejen de hablar de eso, sigue contando por favor. - Eliott es aún pequeño cómo para preocuparse por tener novia.







La sirena y el monstruo del lago NessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora