Llanto de sirena

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Durante toda esa tarde no tenia otra cosa en la cabeza más que a  mi hijo y todas las historias que me habían relatado-

- No recuerdo la canción exacta. ¿Cómo diablos haré para llamarla? - Me repetía después de tararear el único fragmento de la canción que recordaba:

Quisiera estar donde tu estas

tu que de noche cantas,

tu que de día nadas.

- Pero eso era todo, no sabía como hacer para recordar, y ya no existía nadie que conociera la canción verdadera. - Todo parecía perdido hasta que recordé otro detalle que me contó mi abuelo; "el canto de la sirena necesita ser entonado a la luz de la luna llena, mirando las estrellas que ellas conocen la letra y te acompañan en tu cantar". 

- Parecía claro lo que tenía que hacer solo esperaba que funcionara ya que no tenía ni idea de que más hacer.

Esa misma noche me dirigí a la parte más alejada del lago, aquella más boscosa dónde todos evitan estar porque se decían muchas cosas como que sí estabas por ahí a altas horas de la noche las brujas te llevarían a sus aquelarres. Sin embargo sentía la necesidad de proteger la integridad de mi pequeño y porqué no decirlo también; Quería ver aquella mujer que mi abuelo amo tanto.

Así pues tome una linterna, un abrigo y mis botas de montaña, necesita algo en que apoyarme para no tropezar y caer, si algo me pasaba era seguro que nadie sabría donde estoy. Camine durante un largo rato, la noche avanzaba y para mi suerte era día de luna llena, estábamos en Octubre y bien lo dicen; "para lunas bonitas, las de Octubre". Esa noche la luna tenía un brillo especial, podías percibir el conejillo dormido en ella, ni siquiera tenía que usar mi linterna porque el sendero estaba iluminado. Como si la luna fuera un farol.

Llegue a un punto, en el que si volteabas a la espesura del bosque no logras ver absolutamente nada, las ramas estaban tan cargadas de otras más pequeñas que hacían puertas entre sí, solo moviendolas podrías ver más allá.

Decidí sentarme en un monte no muy grande que se formaba cerca del lago. Estaba realmente nervioso, yo sabía que las sirenas existían por lo tanto era muy probable que las brujas también. Se dice que solo se llevan a los críos pero, aun qué yo no lo soy me da pavor siquiera ver una.

Con todo y mis miedos decidí apagar mi linterna y miré al cielo y sin más comencé a cantar;

Quisiera estar donde tu estas

tu que de noche cantas,

tu que de día nadas.

En ese momento sucedió - ¡Dios mio, realmente funciona! - grité al ver que las estrellas se movían escribiendo la letra de la canción en el cielo. Era algo realmente magistral.

La llave en el cielo está

busca y la encontrarás.

La luna en silencio canta.

Las estrellas en grito guían.

Quisiera estar donde tu estas

tu que de noche cantas,

tu que de día nadas.

Conduce hacia la orilla.

Corre, no es una pesadilla

Espera mi cantar

y, en un momento

en el agua me encontrarás

Quisiera estar donde tu estas

tu que de noche cantas,

tu que de día nadas.

Una vez que terminé de cantar el agua empezó a remolinear, la luna iluminó el centro del lago y de ella saltó como un delfín algo a lo lejos. Estaba seguro que era ella. Además mi corazón simulaba ser un caballo galopando, iba tan rápido que de haber sido un poco más viejo pudiere haber tenido un paro cardíaco.  

Comencé a escuchar un bello canto, parecía que escuchaba a los mismos ángeles, su voz se asemejaba con la de los cantantes de opera tan fina, tan fluida sin ninguna mala entonación. Quisiera haber podido entender algo de lo que decía pero tengo entendido que es un idioma antiguo. No creo que exista nadie hoy en día que siquiera sepa que idioma es o siquiera una palabra.

De un momento estaba ahí, justo frente a mi y vaya que era hermosa. Tenía los cabellos tan oscuros como la noche que nos abrazaba, sus ojos eran del azul del mar, un azul tan penetrante que juro jamás olvidaré. No se si era natural el color de sus labios o si es que como las mujeres ellas también se maquillan.Pero sus labios eran de un tono rojizo, como si fuera una cereza y su piel era totalmente blanca, o al menos el torso y los brazos. El cual no era precisamente piel lisa, no. Su estomago parecía tener pequeñas y muy finas escamas al igual que sus largos y delgados brazos. Su rostro si era lizo como el de los humanos, pero lo más impresionante por supuesto era la cola pues de un salto se sentó justo al lado mío. Lo cual por supuesto me sobresalto y me hizo pegar un brinquito. Pero no era temor lo que me provocaba, es decir, parecía un ser de luz. Su cola increíblemente brillaba, sus escamas reflejaban la luz de la luna llena que en aquel momento nos acompañaba. Tenía tonos azules de todos los azules que te pudieras imaginar y es una total mentira el que ellas usan un sostén. En esa zona de su cuerpo las escamas se hacen un poco más gruesas y si hay pezones pero van al aire son uno solo con sus escamas, es bastante complicado de explicar, pareciera que están solo contenidos bajo sus escamas.

- ¿Alec? - Parecía desconcertada-

- No, soy su nieto. Mi nombre es Hasson - Dije  bastante nervioso y con la voz entrecortada.

- ¿Nieto?, pero si el y yo no hemos procreado. - Estaba realmente confundida y no creo que yo debiera ser la persona indicada para explicarle que mi abuelo se casó con alguien más.

- Mira, debemos habla, se que será muy difícil para ti entender todo lo que tengo que decirte pero espero no me mates y trate de entender. - ¿Cómo es que se dan éstas noticias a una mujer? Bueno a una sirena.

- ¿Matarte? No, jamás haría algo así, quienes matan son los que tienen piernas no los que tenemos aleta. - Al escuchar aquello pensé que no solo a los animales aterra el ser humano sino que también a los seres míticos y eso no ayudaba en nada.

- Escucha tu sabes que los humanos no somos en nada como ustedes las sirenas-

- Sí - me respondió

- Entonces no tengo idea de que tanto fue lo que te dijo el abuelo sobre nosotros pero, nosotros no vivimos tanto tiempo cómo ustedes, nosotros no somos jóvenes toda la vida, y lo que es aun peor nuestra vida es realmente corta. - Le trataba de explicar lo más claro posible, debería de haber tenido más tacto, pero la verdad es que en aquella situación difícilmente se puede tener tacto.

- ¿Qué quieres decir con todo eso? - Estaba asustada, creo que ya sabía que es lo que estaba tratando de decirle.

- Mi abuelo ha muerto, hace bastante tiempo ya, el no se porque no te explicó esto pero. - En ese momento guardé silenció pues algo contra lo que no podía acababa de suceder. Ella había comenzado a llorar, esos hermosos ojos azules se tornaron rojos y el lago empezó a remolinear de tal manera que aprecia que estábamos en medio del mar a mitad de una tormenta. Ella comenzó a cantar de una manera muy extraña, era hermoso el sonido pero se podía percibir el dolor con que lo hacía. Mi corazón dio un vuelco con lo que presencie a continuación.

La sirena y el monstruo del lago NessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora