El Encuentro

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(Música inmersiva:

)

Un día de invierno, después de muchos años observando al hombre, mas en el sufrimiento que en la felicidad; decidí hablar con el, tal vez era el momento de que el lo hiciera caso a la razón que hay dentro de el, que a la soledad del banco en que se sentaba una y otra vez viendo la vida pasar.

Yo lo conocía muy bien, sabia lo que le atormentaba, sabia de sus amores, aventuras y desdichas, como si fueran mías casi; entonces, ¿por que el hombre, aquel infeliz hombre le haría caso a la razón dentro de el?

Una de sus costumbres era apelar el lado mas lastimoso de las personas y guiarlas por un momento donde ambas se puedan entender en el umbral del bien y el mal, mas cerca de la oscuridad, donde los dos puedan ser sinceros.

Ahí, en ese... ¿estado? de lastima por la otra persona, el hombre convencía a cualquier ser humano con corazón a fumar, a mi me invito un cigarrillo, como es natural, lo acepte, mi madre no estaría orgullosa de esto. El hombre y yo hablamos de par a par, el también me conocía, me analizo por mucho tiempo en su soledad. No había secretos entre nosotros, nos bombardeábamos el uno al otro nuestros errores en la vida.

Por momentos ninguno de los dos sabia quien tenia mas razón, solo sabíamos que eramos incompatibles, eramos de dos mundos distintos, con emociones opuestas, el tenia todo lo que yo quería y yo tengo la fe y esperanza que el necesita, las implicaciones son simples si un oyente o lector presencia u observa esto.

Yo me fui a mi casa llorando por lo hechos remarcados por el hombre ese día. El hombre volvió a su casa podrido de la vida como un día cualquiera en su vida.

Anécdotas  de la Plaza ColumbiaWhere stories live. Discover now