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Primera cita

💚💙💚

¿Se podía creer que había aceptado una cita de un musgo andante? Insistía demasiado, y para quitárselo de encima iba a darle una oportunidad.

Porque para Sanji no había nada más tétrico (según él) que un chico de tu edad -14 años- te dijera que quería casarse contigo toda la vida, vivir en un pueblo fuera de la ciudad y tener 3 hijos ¡Los dos eran hombres! ¡Qué diablos!

Zoro era el nombre de su... ¿Acosador?, lo reconoció, era bastante lindo con el cabello verde que se cargaba.

Siempre le regalaba objetos, que un oso panda, que un puto cuarzo, que esto, que aquello, que mengano que zutano ¡Shalala shalala...!

Su cabello rubio se agitaba con el aire y su carita aún redondita lo hacía verse tan adorable, quizás por esa razón el marimo lo perseguía. Cuando dio con la dirección que le dijo Zoro se quedó esperando, estiraba los mechones de cabello para verlos y arrepentirse de no haberse peinado adecuadamente, para verse bien ante su pretendiente.

—¡Qué cosa estoy pensando! —Abrió los ojos sorprendido y luego sacudió la cabeza, cerrándolos muy fuerte, despeinándose más.

Llevaba una pequeña mochila para su celular y otras cosas que le servían, papel y cosas así. Cinco minutos y nada, diez minutos y nada, creyó en determinado momento en que Zoro solo se burló de él y lo dejó plantado. Se desanimó, agachó su cabeza con la decisión de irse a llorar a su habitación.

Y fue cuando sintió una mano en su hombro, un agarre que una persona siempre hacia.

—¡Cejitas, en verdad leíste lo de tu casillero! —Oyó del moreno, unos centímetros más alto que Sanji, y sintió una enorme felicidad de sus palabras.

—¡C-claro que sí tarado, dejaste tres malditas cartas!—Contestó, rojito.

—En verdad te quiero mucho —Sonrió y tomó la nivea mano de Sanji —¿Vamos a comer cejas bonitas? —Cuestionó feliz.

El ojiazul no sabía cómo reaccionar, se sentía avergonzado, irritado, feliz; ¡toda una bola de emociones de un puberto!

—Khá?

Y Zoro se carcajeó.

Para ser, la primera cita de este par, podría decirse que fue... No tan perfecta, pero maravillosa; primero fueron a un puestesito de takoyaki, luego al de dangos cerca de la fuente, Zoro lo llevó a escoger ¡Un anillo! -en las chucherías, nada caro- y la gente que pasaba por ahí miraba extrañada al pequeño rubio que lloraba lleno de vergüenza.

—¡N-no puedo creer que un alga de mar vaya a ser mi novio! —El peliverde se sorprendió.

—¡Te amo Sanji Vinsmoke! —Le gritó, para que se volviera a poner rojo y poder darle un beso en su naricita.

Sanji se desmayó de tantas emociones.

Sōtaitekina AiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora