—¿Cariño? —dicen sucesivamente dos voces femeninas desde el piso inferior.
La niña recoge la pluma, que ahora es blanca, que desprende un ligero frescor que se extiende por sus dedos, que la incomoda. Baja a toda prisa las escaleras. No sabe qué espera encontrar, salvo que lo que halle será peor de lo que podía esperar.
Quizá no haya pasado nada: aún le parece oír el movimiento de las mujeres, como si trataran de subir a buscarla a pesar de que ella ya no está en la planta superior. La niña, con una esperanza que sospecha ridícula, sigue las voces y recala de nuevo en su habitación, donde no hay nada; registra cada espacio, nada. Un cierto olor a pico.
En el futuro recordará unas últimas palabras de despedida, pero en este momento no está segura de haberlas escuchado.
De un recuerdo no dudará. Es una revelación tan instantánea, tan evidente, que le atenaza el estómago: la casa está desierta.
No hay muebles. La madera del suelo ha desaparecido; más que haber sido arrancada, es como si nunca hubiera estado ahí. Aunque la niña está caminando por el interior de su hogar, pisa sobre gravilla. Ni siquiera han resistido las ventanas: todas las aperturas al exterior han sido rellenadas por desbordes de pared.
Y, por supuesto, no huele la niña ni un resto de vida. Han dejado de apoyarse junto a la entrada las botas de sus tres madres.
Nada.
Algo: ella.
Sale.
—Estás sola —dice el pájaro.
Debe de haber descendido a una velocidad extraordinaria. El acontecimiento que predijo ha sucedido tan pronto como se ha internado en las capas superiores del cielo y, en cuanto se ha desencadenado la trama, ha vuelto. Ha vuelto para regodearse, pero también para algo más.
—¿Qué has hecho? —le dice la niña.
—Ha sucedido lo que de cualquier manera debía suceder. A partir de aquí, todo dependerá de ti.
El pájaro refulge, no es sino blanco y lo había sido desde el principio. Le recita a la niña las instrucciones de lo que debe hacer en adelante.
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Una niña en el país de los pájaros
FantasiaUna niña se despierta y encuentra un pájaro en su ventana. El pájaro, de pronto, habla. Le dice que un acontecimiento importante está a punto de suceder y que después de que ocurra deberá escapar. Pase lo que pase, le advierte, tendrá que persistir...