En la habitación de Nagore solo se escucha su respiración, algo agitada. Todo sigue a oscuras, la persiana cerrada hasta la última rendija. Su despertador marca las 10:27.
El grito de la chica acaba con la calma. Se incorpora en la cama sin apenas poder coger aire. El pelo, revuelto, le cae sobre la cara pegándose a su frente repleta de sudor.
Respira un par de veces, forzándose a calmarse, y mira a su alrededor.
No hay nadie, como debería ser, pero aún siente una mano agarrándose a su muñeca, con fuerza y un tacto muy frío.Se levanta y un escalofrío recorre todo su cuerpo. No hace frío, en absoluto, pero tiene la sensación de estar helada. Al girarse para levantar la persiana le parece ver a alguien tras ella en el reflejo del cristal, con el pelo rojizo. Se da la vuelta, sobresaltada, pero sigue sola en la habitación.
Nagore toma aire un par de veces, soltándolo lentamente. Siente su boca pastosa y le duele la muñeca izquierda. Sube la persiana bruscamente, dejando entrar el sol y sintiéndose un poco mejor. A pesar de la caricia cálida sobre su piel, sigue notando el frío y no puede evitar estremecerse.
Hay una pila de ropa enredada sobre la silla de su escritorio. De ella saca una sudadera amplia de color gris y se la pone sobre el pijama de color verde pastel, algo viejo y estirado. Coge el montón de ropa entre sus brazos y lo tira sobre su cama para poder sentarse en su pequeño escritorio. Enciende el ordenador y abre el navegador, tecleando de forma ansiosa. ¿Cómo saber si hay un fantasma en mi casa? ¿Se puede hablar con los fantasmas? ¿Los espíritus pueden hacerme daño? Las preguntas aparecen sin pausa en varias pestañas, dando paso a miles de resultados. Blogs de misterios paranormales, enlaces a programas de Cuarto Milenio, foros, vídeos de Youtube...
La puerta de su habitación se abre de repente, Nagore se sobresalta y se gira hacia la puerta. Su madre la mira desconcertada. Ella minimiza la ventana del navegador rápidamente.
- Venía a comprobar si estabas levantada y estudiando - le dice, seria. Su madre tiene el pelo cano recogido en un moño deshecho, se envuelve en una bata desgastada de color granate y parece llevar horas despierta.
- Sí, sí, ya llevo un rato.
Arene la mira sin pestañear.
- No me mientas, vine hace media hora y seguías dormida. No voy a estar detrás de ti para que lo hagas, pero sabes cuáles son las consecuencias si suspendes.
- Sí, se acabó la carrera. Ya lo sé, mamá, dios. Si no vas a estar detrás de mí, ¿por qué vienes a vigilarme?
- Porque si no, no lo haces, Nagore. No lo haces porque no te da la gana y te pasas el día en la cama con el móvil o en el ordenador.
Nagore coge aire y mira a su madre.
- Ya, ¿vale? Ya me he enterado. Estoy con ello.
Su madre la mira durante unos segundos, sin decir nada, y sale de la habitación dejando la puerta abierta. Nagore resopla, se levanta y cierra la puerta sin hacer ruido.
Llevan meses así. Le gustaría poder decirle cómo se siente, lo desmotivada que se encuentra con todo y lo mucho que le cuesta levantarse de la cama por las mañanas. Pero no puede. Ir a la universidad cada vez le parece más sinsentido, no se siente bien en las clases ni con la gente. Hay días que tiene que salir del aula porque nota hasta un cosquilleo bajo la piel y no puede respirar y le da tanto miedo que la gente se fije en ella que no puede permanecer ni un segundo más en las incómodas sillas.
Ya sentía todo aquello los primeros años de carrera, este en teoría debería ser el último pero está repitiendo casi todas las asignaturas del anterior. Y es por lo que empezó toda esta batalla diaria.
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El bosque de plata
FantasyLeire desapareció una noche de agosto. Todo su grupo de amigos quedó marcado desde entonces. Diez años después, la llamada de una de ellas los reunirá de nuevo en el pueblo donde pasaron los veranos de su infancia para tratar de investigar aquel mis...