[ Rᥲmᥱ́ ]↛BᥲkᥙTødo (Hiatus)

Capítulo 2

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Toda la vida le habían dicho que podía lograr lo que quisiera y que él era el mejor en todo, claro que siempre lo creyó ya que realmente le iba bien en cualquier actividad que realizaba, desde lo físico hasta lo intelectual, pero socialmente hablando... sólo sabía ser el líder y lograr que lo obedecieran. Se puede decir que su primera amistad real fue sólo con Kirishima y eso recién había comenzado este año.

Tenía que admitir, aunque le molestara, que en estos momentos desearía tener las habilidades para congeniar con las personas que tenía el tonto de Deku para así no cagarla y ser más amigable en lo posible.

Diablos, los minutos se hacían eternos y su paciencia estaba sobrepasando sus límites. Se le revolvían las tripas de tan sólo escuchar aquellas dolorosas arcadas, tan forzadas y llenas de un profundo odio que podía deducir por aquel llanto ahogado.

¿Cómo la gente con quién Shōto se relacionaba no se daba cuenta? Si siempre andaba con la voz tan ronca por su garganta lastimada y los nudillos desgastados por el roce contra su paladar. Sonrió ante su debía dejar de pensar idioteces, si no fuese por haber entrado a los baños aquel día, también hubiera sido ignorante de la realidad.

Al fin se pudo escuchar como tiraban de la cadena y que la puerta era destrabada. Su tiempo de espera terminó y se consideraba alguien para nada sentimental, pero al ver aquellos ojos tan profundos y frágiles rodeados de aquel tono rojizo, hizo que quiera golpear al chico en frente suyo por haber hecho tal estupidez.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó a la defensiva el de pelo bicolor y luego tosió. No estaba tan sorprendido, aunque tenía las esperanzas de que Bakugō lo dejara en paz.

— En realidad tú no deberías estar aquí. —contraatacó demandante. A estas alturas no sería efectivo si se mostraba débil, el otro chico tan sólo se largaría sin siquiera escucharlo.

— Pensé que lo habías entendido, no necesito tu lástima. —respondió frustrado mientras fruncía el ceño.

Todoroki intentó moverse hasta el lavamanos para sacar el asqueroso y ácido sabor de su boca, evitando a Bakugō. No quería que él estuviera ahí, creyó que aquel día se lo había dejado en claro, solamente debía hacer como que nada pasó ya que ellos ni siquiera se hablaban. Pero la gente es entrometida, pensó.

El rubio rió irónicamente al ver como su compañero se cayó al suelo como Bambi, de lo mucho que sus piernas temblaban y al final cedieron.

— Yo diría que se trata de compasión —dijo acercándose y viéndolo con algo de indiferencia—, sino no estaría aquí.

— Cierra la boca y vete. —exigió con desprecio. Bakugō no era quien para venir y hablarle así.

— No pienses que quiero ser tu amigo o que me das pena, pero si necesitas hablar puedes hacerlo conmigo. —se ofreció, mirándolo desde arriba.