Camino a casa.

72 2 2
                                    

Llegué a los camerinos de damas y me comencé a cambiar en uno de los vestidores, estaba en eso cuando entran Christine y Rose. No eran mis mejores amigas, pero entraban dentro del rango "amigos". Como eramos compañeras en esto de las porristas, a ambas las apreciaba bastante.

- Arggh -dijo una- ya van a ser las 17:20 y la tonta de Sofía se aparecerá. 

- Que desagrado verla otra vez. -respondió la otra.

Quedé impactada escuchando lo que decían. ¿En serio hablaban de mi?

- ¿Cómo es que no se da cuenta de que nadie la quiere aquí?

- Esa tonta sigue creyendo que nos cae bien. respondió Rose mientras se miraba al espejo y se arreglaba el cabello.

- Quizás con esto de que comenzará a llegar tarde por fin la echen y no tendremos que seguir viéndola. -dijo Christine en tono burlón.

Después de eso salieron de los camerinos. Quedé helada y no sabía que hacer, ahora sólo quería irme a mi casa. Pero joder, el chofer llegaría dentro de una hora.
Utilizaba chofer porque me obligaban, si fuera mi opción, tendría mi automóvil hace ya bastante rato. 

Como no me sentía bien, me dirigí hacia la profesora y le avisé que no asistiría a su clase. Me miró con reproche pero se veía en mi cara que no me sentía bien, por lo cual me dejó salir. Vi como algunas de las porristas sonreían mientras me iba.

Salí del colegio, puesto que ya no quería estar más encerrada. Llovía torrencialmente y me estaba mojando un poco.

- Joder Louis, aparece ya. -dije rogando para que el chofer llegara.

Iban 15 minutos desde que estaba ahí afuera y me estaba congelando. En eso, una camioneta vieja y algo destrozada se estaciona frente mio. El muchacho de rulos que se encontraba dentro baja la ventana del copiloto.

- No es una limusina, pero sirve. -dijo Nicholas desde adentro con una sonrisa. Suspiré.

- Supongo que no tengo otra opción. -dije entrando a su camioneta.

Le dije la dirección y me limité a mirar el paisaje, no tenía intención de cruzar palabras con él una vez más este día, ya me había hecho sentir lo suficientemente mal. Estábamos en un semáforo cuando se dispuso a hablar él.

- Lo siento.

- ¿Hmm? -lo miré.

- Lo siento, Sofía. -dijo mirándome devuelta. Sus ojos cafés me miraban directamente.- Te traté mal y no te lo merecías. He tenido un día pésimo y me descargué contigo.

- Ah, sí. Está bien. -dije restándole importancia, volví a mirar hacia la ventana. La lluvia chocaba fuertemente contra esta, por lo cual mucho no se podía ver.

- No, no está bien. -me hizo mirarlo.- No tenía que tratarte así, si te hice sentir mal... -me miró a los ojos- en serio lo lamento. No volverá a pasar.

- Está bien Nicholas, en serio -le sonreí. El sonido de una bocina nos asustó a ambos, ya estaba en verde.

- Te lo recompenzaré, ¿vale? -dijo él mientras conducía.

- ¿Lo dices en serio? 

- Claro que si, ya veré que hago -me sonrió, esta vez parecía en serio. Una sonrisa muy distinta a la que denante había mostrado.- Cuando saliste con los ojos llorosos y así tan mal, en serio me sentí pésimo. Comencé a pensar en lo que había dicho y vaya, fui una bestia.

- Si que lo fuiste. 

- Lo sé y me alegro de haberte encontrado. Creí que tendría que disculparme mañana pero quizás me tirabas los libros por la cabeza -dijo riendo mientras pasaba una mano por sus rulos.

- Probablemente lo hubiera hecho -dije sonriendo. Él me miró.

- Te ves bonita cuando sonríes.

Me limité a sonrojarme y dar vuelta mi cara hacia otro lado, me comenzaba a colocar roja y eso era horrible.

- ¿Y las porristas? -me dijo, cambiando el tema.

- Hmm, terminaron antes.

- Ya veo, me alegro mucho -dijo sonriendo ampliamente.- ¿Aquí es?

- Sí, muchas gracias.

- No tienes que agradecer nada. 

Lo miré y me despedí de él dándole un beso en la mejilla. Iba a bajar y me toma la muñeca.

- ¿Estás bien?

- ¿Qué? -pregunté perpleja.

- Te noto extraña, ¿te sientes bien? -me miró a los ojos. Nicholas tenía una mirada potente, era difícil mantenerle la mirada.

- Estoy bien, Nicholas.

- Hmm, okay. -me soltó,- recuerda que te ves bonita sonriendo. -me dijo mientras él sonreía. Le sonreí devuelta.

- Gracias, hasta mañana.

Y bajé de su camioneta. Entré en casa y subí sin saludar a nadie, como siempre. Era poco probable que hubiese alguien además de los empleados en casa. Tampoco es como si me llevara muy bien con mi padre y Rachel, su esposa. Mucho menos me llevaba con sus hijas. 
Me encerré en mi habitación, mi cabeza solo pensaba en Nicholas.
Sal de mi cabeza, por favor. 

El destino nos juntó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora