4. Hospital

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Sus manos temblaban sin remedio, lo único que podía hacer para que no se notara tanto era entrelazarlas y moverlas de extrañas maneras. Había tenido dolores de cabeza desde hace días, además de sentir como se quedaba sin aire y unas extrañas ganas de morderse las uñas.

Esa noche había decidió faltar para ir al hospital. Su papá estaba hablando con el doctor respecto a la operación que empezaría dentro de un par de minutos. Su mamá estaba sola para evitar que la vieran llorar. La única persona a su lado era su tío William Vincent; el permanecía callado, quieto, con una mirada que denotaba tristeza y dolor.

Supuso que tenía miedo de que algo malo ocurriera. Lo tomo de la mano y le sonrió esperando transmitirle algo de seguridad. Laili también tenía miedo, estaba aterrada de que algo saliera mal.

— ¿Le dijiste a tu noviecito? — pregunto el hombre morado con cierto fastidio.

Negó sintiendo la culpa sobre ser. Jugo con el mechón que caía sobre su cara y pensó en que debía decirle la verdad antes de que él pensara que no le tenía confianza. Muchas cosas cambiarían: su vida, su trabajo, su familia. Se sostuvo la cabeza al sentir como una punzada le impedía seguir pensando claramente. Miro de nuevo a su tío y formo una pequeña sonrisa.

—Sé que me perdonara no decírselo antes. Solo, tengo miedo de que crea que me alejare de él.

— ¿Y no es así? — el castaño le dio unos golpes en la cabeza y se levantó para verla cara a cara —. Estarás más tiempo en casa. Adiós a la comida sólida y hola a las papillas. Todo estará de cabeza. Noches enteras sin poder dormir por los gritos, sería una suerte que dentro de una semana todavía recuerdes que tienes novio. Aunque viéndolo bien, así estará mejor. No necesitamos que un pirata de quinta siga creyendo ingenuamente que viven en su "felices para siempre".

Agacho la mirada y siguió jugando con sus manos. Esperando que al día siguiente ya no sintiera tanto dolor para ir a verlo y decirle la verdad.

-

Cinco de la tarde, hora en que la pizzería se vacía un poco en la que sus amigos y parejas podían estar y hablar con ellos sin temor a verse descubiertos.

En Pírate Cove cierto zorro esperaba a que su hermosa sirena llegara. El día anterior (y desde hacía varias semanas) la había visto muy cansada, exhausta realmente. Estaba decidido a que, en cuanto la viera, la tomaría en sus brazos y la dejaría descansar todo lo que necesitara para volver a ser la misma Laili de siempre.

— ¿Foxy? — escucho a las afueras de su cueva. Se levantó feliz de que su pareja por fin estuviera ahí y camino a la entrada para recibirla y abrasarla — ¡Espera! Tengo que decirte algo primero.

— ¿No podemos vernos un poco al menos? — suplicando bajando sus orejas y gimiendo levemente para que ella sintiera algo de compasión.

—Esto es algo serio. Por favor, no digas nada y escúchame— pocas veces la había escuchado así de seria, decidió hacerle caso y escuchar lo que Laili tenía que contarle —. Estos meses eh estado muy preocupada, creo que lo notaste. Pero estos últimos días me eh sentido peor que nunca; es algo que concierne a la familia, pero no había querido decírtelo por no saber que pensarías.

— ¿Pensar de que, marinera?

—Yo... yo tengo que irme. Dejare el trabajo.

— ¡¿Por qué?! ¿Hice algo malo? ¿Alguno de esos estúpidos Toys te molesto? ¿Por qué de repente quieres irte? — estaba herido. Sentía que Laili lo estaba abandonando, pero eso no tenía sentido. Ambos se amaban. Ambos querían seguir juntos —. ¿Qué hare sin ti?

—Lo siento, pero tengo que ocuparme de algo en casa.

— ¿Algo como qué? — inquirió bastante molesto. Le dio la espalda a las cortinas y se sentó cruzándose de brazos. Escucho la tela morada correrse y luego unos pasos avanzar hasta donde se encontraba. Dos manos tocaron su espalda, pero no eran las de su sirena; eran más pequeñas y no hacían movimientos precisos — ¿Qué?

De repente, tuvo frente a él a un bebé de ojos cerrados y unos cuantos cabello marrones revueltos. El infante no se movía, pero era fácil darse cuenta de que estaba despierto por como apretaba el dedo índice de la guardia. Laili la miro con un pequeño sonrojo y reafirme su agarra al bebé antes de decir las palabras más inesperadas de la vida:

—Te presento Lennard Murtons, mi hermanito.

Y hasta aquí el one shot. ¡Si! Ya queria revelar eso. ¡Laili es hermana mayor! Para aclarar un par de cosas, ella estaba así por el estrés de poder ayudar a sus padres y de si sería una buena hermana mayor. ¿Ustedes que creen? ¿Lo será o no? Nos leemos luego.

¡Votos y comentarios se agradecen!

¡Hasta el próximo capítulo!

¡MoriFics, fuera!

Fictober 2019 | FNAFWhere stories live. Discover now