Fictober 2019 | FNAF

5. Gemelos

La vida en algún momento tiene que cambiar. Para Laili y Foxy eso ocurrió cuando esta cumplió dieciocho años. El momento de iniciar la universidad y de mudarse llego; la castaña viviría con su tío Vincent en Nueva York los tres años que durarían su carrera en administración. Hasta entonces, el puesto de guardia nocturno tendría que ser de alguien más.

Sus padres y su hermano habían aceptado ir a visitarla, por lo que la menor de los Murtons no pisaría de nuevo Hurricane hasta que sus estudios concluyeran. Fue un hecho difícil de aceptar para la pareja, pero sabían que sus sentimientos no cambiarían, bueno, no lo habían hecho luego de casi ocho años. ¿Qué serian solo tres más?

Muchas cosas pasaron en ese tiempo. Foxy se volvió un pesimista, luego su estado decayó más hasta ser el más apático y enojón de los animatronicos. Laili poco a poco entendió que no podía ser siempre una chica dulce y adorable; con la ayuda de Vincent logro dejar eso atrás y convertirse en una mujer fría, seria y cuya presencia provocaba que todos guardaran silencio y distancia. La Laili Murtons que todos en Utah recordaban ya no existía.

Luego de tanto tiempo, y de no encontrar trabajo en Nueva York, la castaña decidió volver a aquella vieja pizzería en donde había pasado su niñez temprana y parte de su adolescencia. No era un lugar que pudiera darle un puesto a la altura de su carrera, pero tenía que tener algún ingreso pronto antes de que empezará a creer que no servía para nada.

Tan pronto dio un paso dentro del local, los recuerdos inundaron su cabeza. Suspiro con pena, cansancio y ciertos restos de amor al recordar la extraña relación que había mantenido con un animatronico. Pero eso era el pasado.

Logro tener trabajo. No el de guardia nocturna, pues aparentemente ahora le pertenecía a una de sus viajas amigas, una que todavía era pareja de uno de los animatronicos Toy. Seria parte del área de administración, así lo había dicho el señor Fazbear, aunque solo había sido amable pues el puesto era para su secretaria.

Antes de retirarse, escuchar una vos que hacía tres años no oía. La de un animatronico pirata que contaba cuentos a los niños. Se acerco con cautela y desde el extremo contrario a Pírate Cove observo con su ex novio terminaba su número y se despedía de los menores. El zorro, antes de que las cortinas se cerraran, alcanzó a verla.

No supo en que momento estaba frente a la cueva pirata decidiendo si apartar las cortinas, menos cuando ya estaba entrando. Foxy estaba de pie frente a ella, no era tan alto como lo recordaba, supuso que era porque había crecido un poco en ese tiempo que había estado lejos.

— ¿Laili?

—Hola, Foxy— su vos sonó sin emociones. Tal vez más cortante de lo que le hubiera parecido correcto, después de todo, el pirata no sabía que aquella chiquilla risueña que recordaba había quedado atrás. Aclaro su garganta y junto sus manos a la altura del estómago; debía mostrarse profesional —. Acabo de llegar de Manhattan. Otra vez trabajare aquí, aunque no como guardia.

Respiro hondo y le sostuvo la mirada. Había pensado en la relación que habían tenido; algo muy extraño que en su adolescencia no significaba nada malo. El tiempo cambiaba las cosas, incluyendo los sentimientos. Lo que ellos dos habían tenido era cosa del pasado, algo que no podía permitirse de nuevo ahora que era una adulta en busca de su independencia.

—Tengo que irme— dijo a manera de despedida. Dio media vuelta dándole la espalda. Entreabrió las cortinas para salir, tenía que ir a la casa de sus padres y alimentar a Colmillos, al igual que arreglar su antigua habitación de toda esa esencia infantil.

Unos brazos se envolvieron en su cintura. Una quijada se dio el lujo de descansar sobre su cabeza y su espalda choco contra un pecho metálico. Sus mejillas se sonrojaron. Trato de no hacer notar su nerviosismo y miro sobre su hombro, logrando ver la expresión seria de Foxy.