30 de agosto, 2019

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30 de agosto, 2019 - Persona 02

¿Te haces una idea de lo acojonada que estaba esta tarde cuanto he visto? Claro que no, puede que ni siquiera tú sintieras lo mismo. Verte aparecer, entre un fila de árboles verdes los cuales bailaban al ritmo del viento, y yo, sentada, intentando ocultar la sonrisa que amenazaba con salir y arrasar todo. Una vez que llegaste a mi lado, no tuve el valor suficiente par saludarte con un abrazo, aunque me gustaría haberlo hecho. Pasé toda la tarde admirando un pequeño lunar que ni siquiera tú sabías que estaba allí, lo adorable que era cuando intentabas acercarte más a mí y cuando me ponías las manos en mis brazos congelados. No te imaginas lo bien que me sentí durante toda la tarde contigo. El miedo del principio, la timidez y rigidez en mis palabras fue desapareciendo poco a poco. A medida que la tarde avanzaba, todos aquellos sentimientos parecían lejanos, casi imposibles de ser contemplados en una situación similar. 

Al despedirte, recuerdo las risas, como a medida que nos alejábamos se iban apagando, silenciando y disminuyendo. Probablemente te pasase como a mí y al llegar a casa tuvieras que aparentas serenidad, normalidad e incluso, aburrimiento. En el fondo ambos sabíamos que nos sentíamos así de verdad pero, lo mejor era actuar de tal manera para  no levantar sospechas de nada. Éramos como dos niños pequeños intentando ocultar que nuestra abuela nos ha dado un caramelo porque su madre les prohíbe tomar azúcar. Todo lo bueno acaba y, por ese motivo, esa tarde lluviosa y fría del 30 de agosto de 2019 tuvo que llegar a su fin. 

Cartas al olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora