| TOMA UNO | Albóndiga.

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Jimin abrió los ojos con pesadez, suspirando y quejándose por la luz que yacía de la ventana. Se sentó en la cama y sobó sus ojos soltando un pequeño bostezo.

Se levantó con cautela, poniéndose silenciosamente las pantuflas de conejo que estaban debajo de su cama. Jimin se preguntaba por qué estaba tan claro el día, ya que, la mayoría de veces que se levantaba estaba recién amaneciendo, pero esta vez el sol estaba alumbrando lo suficiente.

Camino dos pasos con severo cuidado, abrió las dos puertas de su balcón y salió hasta el. Había poca gente en la calle, unos caminaban y los niños más pequeños se subían a sus autos para ir a sus escuelas. Jimin sonrió.

Su sonrisa se borró al recordar que hoy era lunes, debía ir a la escuela. Abrio los ojos en grande y trotó hasta su habitación tomando su teléfono entre las pequeñas manos que Dios le dio.

- ¡Mierda! -El teléfono marcaba las 8:21, ahora todo tenía más sentido. Todo cobraba más sentido. Lanzo su teléfono a la cama y corrió a su armario abriendolo desesperadamente, llegaría tarde a la escuela.

Al estar ya en uniforme corrió hasta abajo, peinando un poco sus cabellos color rosa mientras veía a su mamá salir del baño con una bata envuelta en su cuerpo.

- Pensé que ya te habías ido -Dijo la madre del pelirosa deteniéndose para mirarlo bajar las escaleras apresuradamente.

- Estoy llegando tarde, me desperté tarde o tal vez no escuche la alarma -Se acerco hasta ella y beso su mejilla rápidamente. Ella sonrió levemente y le miró corriendo hasta la puerta, pero antes de que Jimin pudiera salir la voz de su madre lo detuvo.

- ¡Tu almuerzo, bebé! -JiMin se dio media vuelta tomando la bolsa color marrón que estaba en las manos de su madre. Beso levemente la mejilla otra vez y descolgó su mochila de los ganchos que estaban cerca de la puerta. Ni si quiera se apresuró a ponerse aquella mochila, solo la tomó y salió corriendo, mientras lo hacía metia la bolsa con su almuerzo dentro de la mochila.

Corrió hasta la escuela, ya que el autobús había pasado hace media hora.

Al llegar seco el sudor de su frente con su antebrazo, manchando la prenda un poco con el sudor. Entro pasando desapercibido por el lado del director que vigilaba la puerta, que por cierto, estaba durmiendo sentado en una silla.

Toco la puerta de su salón escuchando pleno silencio en ella, se preguntó por qué nadie aún había la puerta. Decidió hacerlo por su cuenta, así que abrio aquella puerta encontrándose con las sillas de los alumnos vacías, pero sin embargo con sus mochilas colgadas en las sillas.

Frunció su ceño y fue hasta su lugar. Dejo su mochila en la silla que estaba al lado de otra silla, la cual tenía una mochila que no conocía  y miro por la ventana encontrándose a su salón haciendo gimnasia en el patio.

Suspiro, había olvidado por completo que hoy le tocaba gimnasia. Salio de su salón y bajo lentamente hasta el patio. El profesor volteó a verlo y le reprochó con la mirada algo divertida.

- Lo lamento, ya sabe.. he despertado tarde otra vez -Susurro Jimin y el maestro río, dándole una palmada en el hombro a su alumno favorito.

- Eres bastante inteligente, pero demaciado dormilón -Los dos soltaron ligeras risas y el directo apunto hacia una dirección sonriendo levemente. - Ve a sentarte ahí, mañana retomaremos la lección de hoy. -Jimin asintió dirigiéndose a donde el profesor le había ordenado. Pero al caminar, noto que un estudiante más estaba ahí, viendo su teléfono. No podía ver su rostro ya que el cabello negro de aquel chico cubría la mitad de su rostro, pero pudo divisar que tenía labios delgados.

El secreto  -  Yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora