La Maestra

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¡Ai!

De nuevo, esa voz. De donde viene.

Abro los ojos lentamente debido a la luz de la habitación. Espero unos momentos para poder estabilizar mi mirada, diviso el techo de madera y rayos de sol que entran fuertemente por las ventanas superiores. Mi cabeza retumba, duele demasiado atenuar la vista por lo que cierro los ojos de nuevo y trato de evitar la luz.

—Ah!... —Abro los ojos de golpe, la luz de la habitación me ciega, pero no los cierro.

No puedo moverme.

Quería tapar mis ojos, pero mis manos no reaccionan, al mismo tiempo intento ponerme de pie, pero ni mi columna y piernas reaccionan. Me mareo instintivamente, los recuerdos de la noche anterior me llegan como oleadas constantes, mi cuerpo se estremece sin siquiera evitarlo y mi pecho se hunde.

¡Masaru!

Trato de ponerme de pie de nuevo, fallando, definitivamente no siento mi cuerpo y mi voz sigue sin salir. A lo lejos escucho como se abre la puerta de la habitación y se cierra dejando entrar a alguien, que no alcanzo a divisar por el rabillo del ojo. Me desespero, no sé quién es y a estas alturas me doy cuenta de que no sé dónde estoy.

—Naho ten cuidado, no derrames nada—

¿Una chica? Su voz retumbo por toda la habitación y pude escuchar su fuerte y joven voz. Gire la vista al momento en que la dueña de dicha voz se acerco a donde estaba. La chica me queda mirando por unos segundos y deja caer la bandeja que tenía en las manos.

—¿¡Aoi-san!? ¡La bandeja! — El sonido de la bandeja al caer sorprendió a otras tres pequeñas jóvenes que venían detrás de la chica que tenía enfrente mío. La chica, era de tez media morena y tenia el pelo negro junto con dos coletas a los lados y vistiendo un traje complemente negro debajo de un delantal.

—¡Estas despierta! ¡La medicina funciono chicas! — Veo como las pequeñas jóvenes se animan al escuchar eso y como la chica de coletas recoge la bandeja que contenía gasas y algunas cosas para curaciones. —Perdona si te asustamos, nos alegra mucho que hayas despertado—

La chica de coletas deja la bandeja sobre la mesa cercana a mí y las demás niñas la siguen. Veo como se acercan intentando tomarme y me retraigo al instante, aquello no paso desapercibido por las jóvenes.

—Tranquila, estas a salvo aquí, Tomioka-san te vino a dejar aquí hace unos días, estabas muy demacrada y al borde de la muerte. —

—T...omioka— mi garganta arde.

—Aun no puedes hablar del todo bien así que no te esfuerces mucho por favor, Naho acércale la medicina—

La pequeña niña de nombre Naho toma un recipiente con un liquido verde dentro, la apariencia tanto el olor me da desconfianza, pero los ojos de la chica de coletas me decían que estaría bien.

De todos modos estoy viva, gracias a ellas.

La chica llamada "Naho" me acerca la medicina a la boca para beberla, sabe muy mal, pero no puedo negarme.

—La medicina te ayudara a recobrar las fuerzas y evitar alguna recaída debido a las infecciones de tus heridas— Las chicas me ayudan a incorporarme en la cama y pude ver después de un buen rato como era la habitación. Era grande, el techo a decir verdad era bastante alto y había unas cuantas camillas mas como en la que estaba acostada.

—Lamento decirte que no podrás mover tu cuerpo por un tiempo, tus heridas son muy graves y tuvimos que cedarte para poder cerrarlas y evitar que se abrieran— miro hacia mi cuerpo y veo a través del yukata blanco, algunas vendas alrededor de mi cuerpo y parches. — Te cambiaremos las vendas y los ungüentos, así que no te asustes— luego de mirarla mientras hablaba me regalo una sonrisa de; "no dolerá".

Opportunity  /Giyu Tomioka/Where stories live. Discover now