único

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Atascado entre el escuchar de las olas, aves tardando en dormir, pues ellos siguen cantando al igual que yo en esta madrugada.

Tarareaba una canción cualquiera que se reproducía en mi mente, mientras mi pecho se comprimía por la sensación que la claustrofobia me brindaba. Un lugar tan gigantesco como lo es la playa me hace sentir tan atrapado.

Las olas entrelazadas de manera obligatoria susurraban su gran deseo de salir y recorrer más allá del comienza de la arena. Ellas son controladas por la luna, aquella que brilla con ligera tristeza desde el cielo profundo.

Al igual que la superficie circular amarillenta anhelaba encontrarme a un lado de mi amor eterno. En su lugar estaba completamente solo, admirando el escenario que alguna vez fue nuestro.

Desde el balcón observaba todo a mi alrededor, de manera perfecta podía distinguir cada una de las palmas, rocas y hasta en qué momento se aproximaba una ola mayor a las demás. Podía recordar cada uno de los momentos al lado de mi último y único amor. Las madrugadas en las que recorríamos el mar de manera superficial, solo adentrando las piernas y jugando con el agua salada, besos fugaces que iban aumentando de intensidad hasta llegar a la cama, impregnando nuestro olor a falsa libertad. Cada una de esas apuestas de sol, sentados en la arena, manos entrelazadas y cabezas recargadas en el hombro del otro. Amaneceres, atardeceres y anocheceres a su lado, conociendo a la perfección el movimiento de la luna y el sol.

Simplemente no podía olvidar aquellos momentos de un día para otro. Aun si pasaban semanas, meses e incluso años.

Con desdicha toqué mi pecho, el cual seguía sintiéndose aterrado ante tal magnitud delante mío. En el acto, sentí al tacto el collar hecho a mano de conchas y entre otras rocas lindas entrelazadas mediante hilos púrpuras.

¿Cómo olvidar el significado de aquel hermoso color y detalle dentro de él?

—¿Dónde terminará el horizonte? —preguntó el moreno con su bronceado natural debido al constante sol al tacto en su piel, con unos ojos brillantes como las mismas estrellas que estaban a punto de aparecer.

En respuesta solo encogí los hombros y devolviéndole la pregunta, dije: —No lo sé, Jacob. ¿Dónde termina?

A su vez, él también encogió sus hombros, imitando mis actos y finalizando con una risa brotando en ambos. Su linda sonrisa sobresaliendo, cabello hasta la altura los ojos y ese lunar debajo del labio que no podía evitar no verlo fijamente.

—No sé dónde termina, no sé cuál es la profundidad del mar, tampoco cuántas palmas hay a nuestro alrededor —habló repentinamente, manteniendo su encantadora  sonrisa y mirando los tonos rojizos delante nuestro—... No sé muchas cosas, Theo. Pero, ¿sabes qué sé?

Ni siquiera me dio tiempo para dar una respuesta, pues él en un movimiento rápido sacó algo de su bolsillo, tomó mis manos y dejó ahí aquel objeto en mí, a su vez juntando sus dedos con los míos.

Sé que te amo —Con ojos cristalizados y una sonrisa que llegaba hasta estos, admitió.

Al finalizar sus palabras, el mar azulado y atardecer rojizo se juntaron, al igual que nuestros labios en una dulce y púrpura promesa.

Todo aquello lo recordaba bien, lo hacía a cada instante, incluso ahora que iba en camino hacia el inicio de las olas. Sentía la cálida arena entre mis dedos, sentía cómo el corazón palpitaba nervioso ante lo que por fin haría.

Mi mano seguía atada en el collar. Él estaba consolándome.

Con movimientos lentos hice a un lado algunos mechones de cabello que habían estado enredadándose, reacios a alejarse de los hilos que lo unían, quitando por fin el collar de alrededor del cuello.

Eché un vistazo al frente, tomando un poco más de confianza al ver cómo las aves volaban con tanta libertad.

Hice puño el collar entre mi mano, sintiendo cada elemento que lo conformaba, salado amor entre ellos. Un largo suspiro salió de mí, estaba listo para hacer esto.

Mi lindo sol... —pronuncié un último llamado entre susurros, esperando que él en algún punto del cielo estuviera observando y escuchándome—... Sé parte del mar —al terminar esa oración tiré lo más lejos posible el collar que hace tan solo segundos formaba parte de mí, dándole al horizonte lo que merecía, dándole un último adiós a nuestro amor.

Dándonos la libertad que siempre deseamos.



♡♡♡


Este os ha sido muy improvisado, hace algunas semanas escribí el principio de esta historia, pero creí que sería como los demás; estaría en el sótano por un tiempo:') hoy por la madrugada estaba leyendo la idea, se me ocurrió cómo continuarla, la seguí y finalmente logré terminarla. La verdad es que me encantó el resultado final, espero que a ustedes también les guste:')♡

¡Muchas gracias por leer, mis queridas olas de mar!♡

púrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora