El Día Que Todo Comenzó

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Capítulo I

Las historias suelen tener comienzos épicos, pero está en particular, comenzó de manera muy normal, en una noche común, con una chica común. Amelia estaba en su cuarto, escribiendo un ensayo para su clase de literatura. Tenía quince años, era joven, fresca... con sueños, ganas, una joven que era feliz. Una joven que le encantaba escribir. Por eso estaba esmerada y concentrada en hacer un ensayo sobre el ultimo libro que leerían ese año en clase. El Gran Gatsby, un clásico de la literatura americana, que le había dejado especio para usar sus palabras.

Y era perfecto para terminar el año. El verano también se veía prometedor en el siempre soleado Los Ángeles, y Amelia estaba lista para terminar su penúltimo año de secundaria. Había sido uno de los mejores años escolares que había tenido, pues después de haberse mudado tantas vences de estado, sus padres se habían puesto de acuerdo en que vivir cerca del uno del otro era lo mejor para su hija. Así que después de que su madre hiciera las gestiones para irse a su oficina en California, y su padre encontrase un townhouse para las dos, se habían mudado a Santa Mónica, obligando a Amelia a volver a comenzar en otra escuela. Y Amy no les había decepcionado al haberse acoplado al ambiente rápido.

Había decidido hacer amigos, no estar sola. Su mama, Alicia, le había asegurado que terminaría la escuela allí. Y Amelia se había dado la tarea de conseguir compañía. Siempre había sido una persona solitaria, pues nunca se quedaba en un sitio lo suficiente. Pero en ese sitio, en Santa Mónica, había encontrado su lugar en poco tiempo.

Amelia terminó el ensayo cuando en su reloj daba la media noche. Estaba contorsionada sobre su silla rodante, con las rodillas pegadas en su pecho, y la barbilla sobre su antebrazo.

Amy guardó el documento, enviándolo directamente a un pendrive. Lo imprimiría en la mañana, en la biblioteca de la escuela. Apagó su ordenador, y se estiró suavemente. Su escritorio era un desastre colorido, lleno de notas y polaroids, además de sus viejos cuadernos. Amelia era muy creativa, y estaba constantemente escribiendo. Cualquier cosa. Pequeñas citas, de otros autores, ideas que luego desarrollaba.

Era un espacio que ella adoraba. Donde se sentía bien. Un rincón que le daba ganas de decorar y llenar de fotografías.

Pero tenia que salir de allí, y irse a dormir. No sin antes revisar su teléfono. Amy era también una adicta a las redes sociales, y pasaba mucho tiempo en ellas. Sobre todo, en Twitter y Instagram. Pero especialmente en la ultima.

Amelia era experta en escribir captions y tweets. Antes de dormir, siempre publicaba una foto de su día, o alguna historia. Y ese día no era la excepción. Se había tomado una foto en la mañana, con la ropa que había escogido para ir al instituto. En la foto, se la veía coqueta, bonita. Tenia un vestido a cuadros, con una chaqueta Vinotinto y unas botas hasta a rodilla. Su cabello castaño claro, estaba retirado del rostro, y se había maquillado sutilmente, destacando sus labios rojos. La subió en sus historias, con una cita que había leído ese día.

"You are what you love"

Después, colocó su alarma, como todos los días y se durmió rápidamente.

El despertador sonó y Amy se levantó casi de inmediato, tensa. Era viernes, dando el inicio a los últimos días para entrar de vacaciones. Se quitó las cobijas, y comenzó su rutina. Lo primero que hacia, era elegir su atuendo. Era un día un poco fresco, así que se decidió en un vestido de flores azules, con unos mary-jane negros, que le había regalado su madre.

Se llevó su ropa al baño, donde, como siempre, encontró a su madre arreglándose. Alicia era una mujer de negocios importante, una relacionista publica que había abierto su propia firma en Nueva York, con una sede en Los Ángeles y muchas otras ciudades de Estados Unidos.

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