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Era un domingo cualquiera para muchos ciudadanos de Seúl, pero no. Para Min Yoon Gi era un domingo de trabajo gratis. Estaba caminando hacia la casa de la señora Jung muy pesadamente, como si no quisiera llegar, pero iba porque también le atraía su "trabajo".

- Bienvenido Yoon Gi, ven, pasa. -le dijo muy amable la señora mayor.

Ingresó a aquella casa que había visitado de vez en cuando después de su mudanza para buscar sus galletas de chocolates caseras hechas por la misma señora, pero sin notar la presencia de cierta individua de la que, ahora, era el "niñero".

- Con permiso. -dijo para subir por las escaleras.

Se paró enfrente de aquella puerta blanca con un poco de calcomanías y suspiró.

"Calma Yoon Gi, piensa que en dos horas te vas y puedes tirarte en tu cama a dormir."

Abrió un poco la puerta y vio que la chica estaba sentada en la cama con sus portátil en las piernas tecleando algo con una rapidez impresionante, costumbre de ella según su madre. Entró a la habitación al ver que la chica estaba despierta y se sentó en la cama al lado de ella y trató de ver lo que tecleaba, pero apagó el portátil en el momento en que se asomó.

- No... ver... yo. -le dijo alejándose del chico.

Otra costumbre de la chica es decir los pronombres personales mal, al pelinegro le tomó un buen rato ayer acostumbrarse. Cada vez que se refería a la segunda persona decía "yo" y cuando se refería a ella se proclamaba como "tú".

- ¿Por qué? -se acercó de nuevo a la chica. Desde ayer se le hizo costumbre molestarla un poco con su cercanía, sabiendo que la chica era alérgica a todo contacto físico.

- No... querer. -Min Yoon Gi era un cambio de rutina muy repentina para la pobre chica, la hacía estresarse. Se llevó las manos a la cabeza se jaló los pelos con brusquedad, Min Yoon Gi la estresaba con su cercanía.

"¿Qué diablos niña?"

Yoon Gi miraba a la chica con una mueca por la rareza de la chica, pero después se rió un poco al ver a la chica con cara triste sosteniendo un mechón de pelo. Ella se frotó la zona dañada y se paró de repente de la cama para llorar en un rincón. El chico conocía de los arrebatos emocionales de la autista, era el doble... no, el triple de sentimental que una persona normal sensible.

- Ya... Ya... Todo está bien, sólo es un mechón de pelo. -le dijo en un intento de consolación, pero eso lo empeoró.

"¿Qué hago? ¿Qué hago? No me enseñaron a lidiar con estas situaciones."

De repente sin saber que hacer Yoon Gi le dio con suma delicadeza una palmaditas en la cabeza para tratar de calmarla.

- No llores, por favor. -le dijo un poco impaciente, la chica de milagro, le hizo caso y lo miró a los ojos, esos orbes negros vacíos a Min Yoon Gi le atraían, no reflejaban muchas emociones, pero le decían cosas que la discapacidad de comunicación impedían.- Así está mejor, te ves más bonita cuando no lloras.

"¿Le acabo de decir que es bonita? No, sólo lo dije para que se calmara, sí, eso."

- ¿Bonita? -el chico no supo que responder, así que sólo le asintió. Entonces la chica le sonrió con los ojos lágrimosos que de alguna manera brillaron hermosamente.

"¿Esos son hoyuelos? No los había visto antes... claro idiota no la había visto sonreír antes. En ella se ven bien."

Inconcientemente le devolvió la sonrisa y para arruinar el momento llegó la señora Jung.

- Yoon Gi, cariño, ya te puedes ir. -dijo para retirarse de la habitación, pues se había dado cuenta que arruinó un momento lindo.

- Creo que me tengo que ir... -le sonrió por última vez en el día y se paró del suelo listo para irse.

- ¡Espera! -le dijo la chica y frenó su paso. Se volteó y la vio extendiendo su mano, pidiendo con la mirada que la tomara.

"¿No era que no le gustaba la cercanía? ¿Por qué me pide que le tome la mano? Ah, me pide que la ayude a levantarse"

O eso era lo que creía Min Yoon Gi, era la primera vez que le decían algo lindo a Han Ji, no eran los continuos insultos que recibía en su escuela. Esa  palabra llegó más profundo en ella que todas las cosas que le decían en sus constantes tratamientos, y por primera vez quizo tocar a alguien, ni siquiera a su madre le tomaba la mano por su voluntad, y tampoco reaccionaba cuando la señora lo hacía.

El chico que la hacía hacer sentir curiosa se acercó nuevamente a ella un poco extrañado y la tomó de la mano y fácilmente la levantó. Se miraron por última vez en el día y después de unos segundos el chico se fue. En ese momento se miró a su mano derecha y la abrazó como si fuera un tesoro, mucho más valioso que el portátil que le dio su madre y por primera vez demostró una emoción naturalmente, se sentía feliz.

- Bonita... bonita, bonita, bonita. -repitió la palabra que le había dicho el pelinegro y sonrió.

[●●●]

- Bonita... -la señora Jung miraba extrañada a su hija, había repetido la misma palabra más de 10 veces y para sellar a botella por primera vez en años la chica salía de su habitación.

- ¿Qué pasó? -le preguntó a madre curiosa por el estado de su hija.

- Bonita... Yonbi... -la madre río un poco, "¿Yoon Gi le dijo bonita? Eso es nuevo en él." Pensó.

- Es Yoon Gi, hija. Me alegra que ahora tengas un amigo. -le dijo sincera.

- ¿Amigo? -se le salió una una pequeña sonrisa.- Amigo Yonbi. -la madre se sintió feliz, ¿cuándo fue la última vez que tuvo una conversación con su hija? ¿cuándo fue la última vez que sonrió? ... No, más bien ¿cuándo fue la primera vez?

En eso la chica se levantó de su lugar y volvió a su portátil para escribir más cosas. En ese momento a la chica se le ocurrían cosas hermosas y no dudó en plasmarlas en la memoria de aquel dispositivo. Había mantenido una sonrisa en su cara todo el día y sí, sabía bien que era por el chico que había interrumpido su rutina diaria con su presencia.

Dimple || Min Yoon GiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora