EL COMIENZO: UN MES ANTES.

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Eran las 8 de la mañana. El despertador reclamaba mi atención, mientras yo seguía remoloneando en la cama, incapaz de sacar la cabeza de debajo de la almohada. Me encontraba cansada, y mi cuerpo no quería atender a mi cabeza, que le pedía que se moviera. El despertador seguía sonando y ya no podía aguantar más ese maldito pitido, así que comencé a moverme para apagarlo. Las 8.30, mierda, tenía que levantarme ya. Salí de la cama y encendí la cafetera. Mientras la cafetera se ponía en marcha, me prepare para el día que me esperaba. Me puse mis vaqueros y una camisa blanca, y me recogí el cabello en una cola de caballo. Me hice el café y fui a sentarme a la barra de la cocina para disfrutar del mejor momento de la mañana. Estaba disfrutando de mi café, cuando la pantalla del móvil se encendió. Había recibido un e-mail. Lo abrí. Era de la A.A.S., la temible Agencia de Asuntos Secretos ¿qué querrían de mí?, el e-mail era breve:

Estimada Sra. Elisabeth:

Comuníquese con nosotros. 855am. A1T2P9-abdel.

aas.

¡Otra vez!, pensé, no podían dejar de mandar e-mails y simplemente aparecer por casa, deberían llamarse la C.A.A.S. (Complicada Agencia de Asuntos Secretos), ahora tendría que ir a buscarlos. Me había despertado pensando que hoy sería un aburrido día de papeleo en la oficina, pero nunca sabes qué te va a deparar el día trabajando para la agencia.

Eché mi café aún humeante en mi termo. Cogí mis llaves del aparador de la entrada y salí de casa. Me aseguré al menos un par de veces de que la puerta estuviera bien cerrada, como siempre solía hacer antes de salir, y bajé las escaleras de dos en dos. Una vez dentro del coche, conecté el GPS, y me dispuse a conducir entre el ajetreado tráfico de la mañana.

Me dirigí a aquel aeropuerto (el aeropuerto 1 según la AAS), a la puerta 9 de la terminal 2, saqué mi carnet y me dirigí al hombre que sostenía el cartel con el nombre de "Abdel Hadi", le mostré el carnet disimuladamente y me dirigí a la cafetería, él fue a mi encuentro y allí me pasó un sobre. Volví a casa.

Dejé las llaves encima de la mesa de la entrada, una mesita alargada de color negro que contrastaba con las paredes blancas y lisas, y entré al salón, una habitación amplia con grandes cristaleras con la pared frontal pintada de un tono marrón chocolate, en el centro destacaban dos amplios sofás color crema situados frente a una gran televisión, aquel salón apenas tenía decoración, ya que llevaba poco tiempo viviendo allí. Me acomodé en el sofá, abrí el sobre y esparcí su contenido por la mesa.

El caso Aston llevaba tiempo preocupando a la AAS y, por lo tanto, a mí, ya que me habían concedido un puesto allí, aunque yo no lo busqué, ni lo pedí, ni lo quise, simplemente fui seleccionada.

El contenido del sobre era como siempre un DVD, las llaves de un coche y una tarjeta de hotel. Metí el DVD en mi portátil, allí estaba la información que ya me sabía de memoria: el caso Aston, una banda de hackers informáticos que querían entrometerse en todos los asuntos de seguridad nacional, no sabíamos cómo pero habían roto la barrera de entrada a las páginas secretas del Estado, la primera vez apenas les dio tiempo a ver nada, pues en el momento en que comenzaron a copiarlo todo, conseguimos paralizarlos, dejando en blanco las hojas. Pero ahora se habían reforzado y cada vez dañaban más nuestra barrera, y si consiguieran entrar podrían eliminar al Estado.

Lo habían denominado Aston, pues solo consiguieron copiar un archivo: as.ton, un documento que contenía información codificada sobre un asesinato terrorista contra la nación hacía doce años. Habíamos conseguido cancelar la copia de documentos, pero no pudimos evitar la copia de este. Desde un principio descartamos que buscaran este documento a propósito, pues pensamos que intentaban copiarlos todos y este era el primero alfabéticamente.

Leí el resto de la información del DVD, en él me informaban de que mis datos, los falsos, serían los mismos que en mi último caso. Además me daban el nombre del lugar al que tenía que ir y del hotel en el que me quedaría y, por supuesto, había un archivo especial con los datos de mi objetivo. Copié este último archivo a mi móvil, cogí el resto del contenido del sobre, y me marché.

El caso AstonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora