Bajo el muérdago

1.4K 119 9
                                    

Reconoció el pasillo desierto inmediatamente: tercer piso. Ése era el camino que usualmente transitaba para llegar al baño de prefectos y sabía que si continuaba todo derecho se encontraba con unas escaleras que llegaban directamente a la entrada de la biblioteca. También estaba seguro que por algún lugar cercano se encontraba la torre de los leones, pero desconocía su ubicación exacta y, para ser totalmente honesto, tampoco le interesaba demasiado.

¿Para qué lo había transportado Maethiel ahí?

De pronto pudo percibir a lo lejos una cabellera castaña muy alborotada aproximarse hasta donde él se encontraba, iba tan deprisa que seguramente lo arrollaría si no se quitaba de su camino. Pero claro, él no se iba a mover, que ella se desviara.

Corría, cada vez más cerca. Más, muy cerca ¿qué no planeaba quitarse? Estaba a sólo un par de metros de distancia de la inminente colisión y él no alcanzaba a divisar ningún signo de reconocimiento por parte de ella.

—¡Granger! ¡Fíjate por dónde...! ¡GRANGER!

La chica no detuvo su carrera, a pesar de que el rubio estaba exactamente en su trayectoria y que no tenía intensiones visibles de apartarse del camino.

Draco sólo hizo un amago de cerrar los ojos cuando el impacto era inminente y entonces...

Hermione lo atravesó.

Pasó justo en medio de él, como si de un fantasma se tratara. ¿Qué demonios...?

—Eso es porque sólo estás aquí para observar, Draco.

El rubio dio un respingo al escuchar la voz de Maethiel a su lado, se giró para observarle con una mirada de reproche y le dijo entre dientes:

—¿Porqué no practicas hacer algún ruidito cuando vayas a aparecer así?

—Lo siento —se disculpó el ser, con una sonrisa traviesa en los labios.

—Quisiera saber cuál es la razón para que tenga que observar a Granger correr como desquiciada. —Preguntó el rubio mientras echaba un vistazo a la cabellera que se alejaba.

—No sólo observarás a Hermione aquí Draco, mira.

La chica ya se encontraba un poco lejos de ellos, corriendo aún hacia el otro extremo del pasillo, cuando alguien emergió de una puerta y se interpuso en el camino de la apresurada chica.

—¿Qué demonios? ¿Ese no soy...?

—Tú, así es. Eres tú Draco.

Mientras el rubio intentaba entender lo que Maethiel le decía, llego hasta ellos el ruido de la colisión entre los observados. Draco apenas intentaba voltear cuando sintió la mano de Maethiel en su hombro e inmediatamente se transportaron al punto exacto donde Hermione y el otro Draco se encontraban desperdigados en el piso.

—Sólo escucha y observa Draco, a eso has venido.

Draco obedeció al Serafín y dirigió su mirada hacia los chicos del piso. Hermione estaba parcialmente encima del rubio, y éste se sobaba repetidamente un punto del hombro aparentemente adolorido.

—¿Por qué coños no te fijas por dónde vas, Granger?

La chica giró su rostro y se ruborizó al comprobar lo cerca que estaba de Malfoy, y no sólo cerca de su cara, sino encima de él. De un brinco se apartó, poniéndose de pie y sacudiendo su uniforme de manera nerviosa, mientras intentaba deliberadamente evadir la mirada gris que tenía encima en esos momentos.

—También pudiste haberte fijado tú, Malfoy. Deberías intentar usar los ojos para algo más que mirar a la gente con desprecio.

—¡Yo no hago eso! —Se quejó el otro Draco junto a Maethiel, mientras el chico del piso se levantaba con porte digno y reacomodaba su túnica maltrecha.

Otro cuento de Navidad bajo el muérdago [DRAMIONE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora