CAP 6

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Pasaron dos días.
Al tercer día, recibió una llamada de la matriarca para decirle que iba con
la policía. YoonGi estaba agradecido de que Jimin pudiera venir a llevarse a
los niños en tan poco tiempo. Fuese lo que fuese que pasaría, no quería que
fueran testigos de ello. Se habían ido hacía un par de minutos cuando el
coche de la matriarca se detuvo con un par de detectives que ahora conocía.
Sus hombros se tensaron cuando los vio, pero abrió la puerta para que
entraran antes de que llegaran a ella. Los dos detectives se burlaron de él,
pero Min ignoró sus miradas. En cambio, saludó a la matriarca, una mujer
de aspecto feroz, con profundas arrugas en la cara y ojos agudos y
penetrantes. Ella asintió a YoonGi mientras él los guiaba a la sala de estar.
—Doctor Min, entiendo que este es un momento difícil —empezó la
matriarca—. Pero dada la situación, me temo que no hay descanso para
ninguno de nosotros. Últimamente, se han lanzado muchas acusaciones.
Estoy aquí para pedirle oficialmente que coopere con la policía al máximo.
—He estado cooperando. —YoonGi se resistió a la tentación de enrollar sus
manos en puños—. Lo siento, ¿dónde está mi abogado?
Uno de los detectives se burló.
—¿A eso le llamas cooperar? No nos dirá nada sin un abogado. ¿Sabes
quién hace eso? Criminales. Tú...
La matriarca miró al detective con una mirada que lo hizo titubear. YoonGi
casi sonrió. Le hubiera gustado añadir que las personas que piden abogados
son personas que no quieren ser quemadas en la hoguera por crímenes que no
cometieron, pero no habló. No quería empeorar la situación, no cuando la
matriarca había conseguido que el detective se callara. Finalmente, la
matriarca agitó la cabeza.
—Detectives, esperen afuera un momento para que el doctor Min y yo
podamos hablar a solas.
Uno de los detectives balbuceó.
—Ahora.
Los dos se miraron el uno al otro, luego miraron con odio a YoonGi, y se
pusieron de pie. Salieron de la habitación, aunque se hablaban en voz alta
desde la cocina. Posiblemente para ocultar que estaban husmeando. Min no
lo dejaría pasar. Gruñó profundamente en su garganta mientras miraba la
puerta cerrada, pero su atención fue rápidamente atraída hacia la matriarca,quien lo miró con una expresión que no era muy divertida.
—Esto es una caza de brujas —le lanzó YoonGi—. Sabe que lo es. Una
integrante de la protesta de los no shifter, por el hecho de que a los shifters se
nos permite vivir nuestras vidas, es asesinada, y ahora todos los que estaban
de acuerdo con ella, esos policías incluidos, están buscando un shifter al que
culpar para que puedan ir a sus casas y hablar de nosotros como las bestias
asquerosas.
La expresión de la matriarca no cambió.
—¿Has terminado?
Se echó hacia atrás, un poco avergonzado y asustado.
—Bien —continuó la matriarca mientras asintió—. Escucha YoonGi. Sé que
son ellos que buscan culpar a un shifter.
Cierto, al menos estaba ese reconocimiento.
—No le harías daño a una mosca, mucho menos a esa mujer. Pero esta es
una situación difícil, para todos nosotros. Especialmente con los sentimientos
antishifters tan encendidos en la ciudad en estos tiempos. Pensé que tener
desfiles de Orgullo Shifter y otras cosas por el estilo aliviarían las tensiones,
pero solo han aumentado. Tenemos que cooperar en este caso y asegurarnos
de que el público nos vea cooperando.
YoonGi abrió la boca y la volvió a cerrar. Su primera reacción fue acusarla
de arrojarlo a esos vampiros. Sin embargo, entendió que no era tan simple.
No se trataba simplemente de defender la verdad. La matriarca tenía que
apoyarlo mientras probaba que el culpable no se saldría con la suya si
terminaba siendo alguien que fuera parte del clan.
—He hablado con Jungkook, y vamos a hacer que mi sobrino, Clifford Boone,
venga a representarte. —La matriarca lo estudió durante un momento—.
Clifford es muy bueno en lo que hace.
—De acuerdo —dijo YoonGi al final—. Pero no voy a hablar con la policía
sin un abogado. He conocido a demasiadas personas que son condenadas por
sus declaraciones porque la policía las tergiversa para hacerlas parecer
culpables.
La matriarca lo miró fijamente durante un largo momento antes de inclinar
la cabeza. Llamó a los detectives de nuevo, y les dijo que esta charla tendría
que continuar en la estación más tarde, con la asistencia de abogados. Los dos
se burlaron de él, pero YoonGi se obligó a no prestar atención a sus
comentarios cuando se fueron. Una vez que se marcharon, llamó a Jimin y
le pidió que volviera a casa. Se sentía raro no estar trabajando, incluso un sábado, y se estaba poniendo ansioso. En realidad, quería era ir al bosque y
correr... pero, desafortunadamente, los únicos bosques seguros estaban cerca
de la mansión Jeon, y no quería arrastrar a sus hijos por toda la ciudad.
El día pasó sin más incidentes, aunque Jimin se quedó para ayudarlo con
los niños, y en caso de que lo llamaran. Después de que anocheció y los niños
estuvieron en la cama, se desplomó en el sofá. Jimin se le unió con un cubo
de helado y dos cucharas. YoonGi levantó la frente.
—¿Helado? ¿En serio?
—Parece que necesitas un estimulante. —Se encogió de hombros al
sentarse junto a él—. Era esto o el vino y no quería darte una impresión
equivocada.
El beso que habían compartido pasó por la mente de YoonGi. Casi podía saborearlo en
sus labios y tuvo que mirar hacia otro lado. Si hubiera sabido cuánto lo
perseguiría ese beso, no habría dejado que empezara. O tal vez lo habría
hecho. Hacía mucho tiempo que no se sentía así por nadie. Aunque era un
misterio para él por qué Jimin no había encontrado a su pareja todavía siendo
tan hermoso y amable. Pero cuando dos personas eran compañeras, no era
como enamorarse. Era algo más profundo, una unión a nivel celular... “Nunca
tuve eso con Sadie”, pensó y agitó la cabeza. “Entonces, ¿qué sé yo acerca de
las parejas predestinadas?”.
—Tienen que estar locos —dijo Jimin de repente. YoonGi recogió un
poco de helado.
—¿Quiénes?
Jimin se encogió de hombros, con una expresión amarga en su cara.
—Quienesquiera que sean esos idiotas que piensan que realmente matarías
a alguien.
Ah. “Ellos”. Min se encogió de hombros.
—Realmente no importa. Yo no lo hice y atraparán al verdadero asesino.
—Con suerte—. Les di el video de esa noche. Tendremos que ver qué sucede
con eso. Todo saldrá bien al final. Sé que así será —dijo YoonGi.
Jimin no respondió y quedó con el ceño fruncido.
—Escucha, te estoy muy agradecido por toda tu ayuda. Has hecho más de
lo necesario y no sé cómo agradecértelo. —Tragó espesamente—. Sobre el
beso...
Jimin levantó su mano.
—¿Puedo hablar primero? —preguntó. YoonGi asintió, aliviado de no
tener la carga sobre sus hombros—. No me importa si fue inapropiado debido a nuestra situación laboral. Fue un buen beso. Me gustó
YoonGi se rió suavemente y agachó la cabeza.
—Uh... bueno, a mí también. Y, honestamente, si no fuera por esta
situación, tal vez te invitaría a salir para conocerte mejor. Pero es así. Ya tuve
a mi compañera. La madre de Maite y Luken, Sadie. La amaba
profundamente. Al menos, pensé que era mi compañera. Pero como me dejó,
tal vez no lo era. Yo... creo que mereces encontrar a tu propia pareja. Alguien
sin mi carga de equipaje.
Jimin golpeó el helado, con un ligero rubor en la cara.
—Sabes, siempre pensé que los llamados compañeros “predestinados”
estaban sobrevalorados —sostuvo Jimin y YoonGi frunció el ceño como
pensando en qué quiso decir con eso—. No estoy buscando a mi pareja. He
conocido a gente que encontró a su única pareja verdadera, y luego me di
cuenta de que no pueden soportar a la persona con la que están. Los quieren
más que a nada, pero son miserables con ellos. No quiero eso. —Jimin
metió la cuchara en el helado—. Incluso si quisiera una pareja, ¿qué hay de
malo con un poco de diversión?
YoonGi no estaba seguro de cómo responderle.
—Yo... soy tu empleador. Y hay que pensar en los niños...

(Ay el YoonGo Bongo se fresea.)

—Por supuesto. —La cara de Jimin se tornó del mismo color de un
tomate—. Lo siento. No quise insinuar que... Lo siento. Por supuesto que
necesitas pensar en ellos, incluso si no estuvieran en la escena, tendrías que
pensar en ti también. Quiero decir, si no quieres... Yo… no importa. Oh, ya
me he avergonzado bastante. Yo solo...
Se puso de pie y se dio palmaditas en los bolsillos, luego se rió
nerviosamente y se encogió de hombros. Rápidamente se dirigió hacia la
puerta, pasando su mano a través de su oscuro pelo. YoonGi quería
llamarlo y decirle que no importaba nada de eso. Pero mantuvo la boca
cerrada. Podía que no importara ahora, pero ¿qué pasaría luego? ¿Y si
pudieran estar callados y en secreto para que los niños no se enteraran?
Dormir juntos, aunque fuera un poco, influiría en su relación con Jimin. No
podía hacerlo, a menos que estuviera absolutamente seguro de que no
terminaría lastimando a sus hijos de alguna manera. YoonGi se puso en pie de
un salto y corrió tras Jimin mientras se dirigía hacia la puerta principal.
—Jimin, espera.
El se volvió.
—Lo siento.—No hay nada que lamentar. —El le dio una pequeña sonrisa y abrió la
puerta principal. Jadeó suavemente y se quedó helado. Después de un
momento, volvió a cerrarla— Uh... Hay un problema.
—¿Qué? —YoonGi se le unió y miró por la ventana a un lado de la puerta.
En la calle, había tres vehículos de noticias. Los reporteros, cada uno desde
un ángulo diferente, miraban seriamente a las grandes cámaras. YoonGi dejó
caer la cortina, con su corazón latiendo con fuerza en su pecho. ¿Qué diablos
era eso? ¿Ahora tenía reporteros acampando fuera de su casa? ¿Iban a venir a
la puerta para ponerle una cámara en la cara y exigirle que respondiera a
preguntas incriminatorias? Un gruñido salió de su garganta. Ya era
suficientemente malo que fuera tratado como un asesino al que se le dejaba
libre en el mundo. Tan malo que su práctica estaba en peligro porque no
podían creer que un shifter no sería un asesino sin sentido. Pero ahora,
estaban fuera de su casa, poniendo a sus hijos en peligro. ¿Qué pasaría si
alguien descubriera dónde estaba viviendo y decidiera tomar el asunto por sus
propias manos? Andy ya lo había seguido hasta esta calle. Si viera esto,
sabría a qué casa ir.
—Voy a llamar a la matriarca —gruñó YoonGi mientras se daba palmaditas
en los bolsillos buscando su móvil—. Esto es imperdonable. No voy a dejar
que mis hijos se vean atrapados en este frenesí mediático. No voy...
Jimin lo rodeó con sus brazos. La inesperada ternura hizo que la ira
muriera en su pecho, dejando atrás solo miedo. Miedo de que fuera a ser
condenado por esto. Miedo de que sus hijos sean lastimados o se los lleven.
Miedo de que no hubiera un final feliz para él y su familia.
Solo... miedo. Y él fue el único que lo devolvió a la tierra.
—Quédate esta noche —susurró. Jimin asintió.
—Sí. Me quedaré todo el tiempo que me necesites.

EL NIÑERO DEL OSO.  (YoonMin. 💛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora