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-¡Hyung!.-el pequeño de diez años se acerca al oído del niño azabache quien está frente a él.-Este es nuestro secreto... No se lo puede decir a nadie.

-J-Jiminie... Se que esta mal, nuestras mamás se van a molestar.

-No tienen por que enterarse.-un pequeño sonrojo surge de las rechonchas mejillas del pequeño mientras baja la mirada.-A-Además, quiero galletitas. Y tu eres el único que puede alcanzarlas.

-Pero...-tomó una silla pero esta hizo un ruido, haciendo que Jimin cerrará sus ojitos por el ruido. Yoongi trago saliva y pensó que lo mejor sería levantar la silla.-Ayudame, Minie.

El nombrado se acercó hasta el otro lado de la silla ayudandole hasta colocarla cerca de la alacena, con ayuda del rubio sosteniendo la silla, Yoongi pudo pararse encima del mueble poniéndose un tanto de puntillas para poder ver por encima de la alacena buscando la caja de galletas, abrió los ojos cuando dio con esta y la tomó entre sus manitas. Volteando hacía abajo divisó a un sonriente Jimin quien alzó sus bracitos para que le diera la caja pero no lo hizo y bajo con esta.

La colocó en la mesa, destapandola y dejando ver solo una galleta, Jimin fue el primero en tomarla haciendo que Yoongi hiciera un pequeño puchero, pues pensaba que la merecía por todo el trabajo que hizo. El pequeño rubio al ver el puchero del pálido, partió la galleta en dos pedazos y se lo tendió a su mejor amigo, este al recibir la mitad de la galleta sonrió mostrando sus encías.

Jimin tomó la mitad con ambas manos pero cuando estaban a punto de morder la galleta la luz se encendió dejando ver a la mamá de Jimin de pié recargada en el marco de la puerta.

-Niños... Son las cuatro de la mañana.

Jimin volteo a ver a Yoongi quien se había metido la galleta a la boca de una para que no le descubrieran, no masticaba ni nada pero sus mejillas lo delataron.

-Hay que ir a dormir, vamos niños.

La señora Park solo sonrió y tomó a su hijo en los brazos besando una de sus mejillas, el pequeño rubio abrazo el cuello de su madre mirando al pequeño azabache detrás cuando la mujer se dió la vuelta, le sonrió mientras el niño los seguía comiéndose la galleta.

Nuestro secreto - yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora