Perfección. Claramente, difícil de alcanzar. Sin embargo, deseada por muchos. Entre esos muchos pueden encontrarme a mí. ¿Por qué? Sinceramente no lo sé. Creo que varios factores me llevaron a buscar ser perfecta. Pero... ¿vale la pena buscar la perfección? ¿Existe realmente la posibilidad de hallarla?
Desde muy pequeña, comencé a construir una reputación en cada aspecto de mi vida. Mi ambición me llevó a querer mejorar esa reputación. El problema fue que en un punto, no encontré forma de mejorarla. En ese momento empecé a perderme, a olvidar por qué hacía lo que hacía.
La solución que encontré fue parar. Darme tiempo. Pensando, pude concluir que no necesitaba "matarme a mí misma" para mejorar. Hace poco, me di cuenta que siempre había buscado la perfección inconscientemente, para sorprender a quienes amaba. Al descubrir esto, entendí que las personas que realmente me amaban esperaban cosas de mi, pero no que me perdiera de camino a alcanzarlas.
A su vez, resulta imprescindible mencionar que intentar ser perfecta es agotador y me consume completamente. Sin embargo, considero importante dar lo mejor de mí en cada ocasión de mi vida. No solo para sorprender a los demás, sino para sorprenderme a mí misma. Nada se siente mejor que darse una sorpresa. Sentir alivio y satisfacción, saber que se hizo un buen trabajo.
Cuando pienso en mejorar, clasifico a las personas que me rodean en dos bandos: los "buenos" y los "malos". Nadie puede determinar realmente quienes son buenos y quienes malos. Aún así, en este relato, puedo decir que considero "buenos" a los que me apoyan diariamente e impulsan mis mejoras y "malos" a los que se han propuesto volverme la vida imposible. No puedo explicar lo mucho que detesto al último bando. Amo al primero, sin dudas, pero el segundo me inspira a realizar cosas que no pueden nombrarse siquiera. Lo peor de todo es que mis enemigos, los "malos", solían ser mis seres amados.
El miedo a arruinar mi reputación me dificulta muchas cosas. Una de ellas: acabar las relaciones cuando ya no funcionan. Me es sumamente complejo decirle a alguien: "no puedo más con esto, nuestra relación me está destruyendo". Todavía no puedo superar mi miedo a acabar una relación que me lastima, me tira abajo, no me permite mejorar. Efectivamente, me veo envuelta en una de esas relaciones al preciso momento de escribir este fragmento. ¿Qué hacer? Aún no lo he resuelto. Deseo acabar la relación, no temo destrozar ningún sentimiento en la otra persona, pero... ¿qué es lo que me impide poner un fin? ¿Será la reputación? ¿La búsqueda de perfección?
Hay muchas cosas que no he podido resolver. Sé que quiero mejorar en todo lo que hago. También entiendo que no debo enloquecerme en el proceso. ¿Será mi miedo a perder mi reputación el que me limita realmente? ¿Mi ambiciosa forma de ser? ¿Mis obsesiones por lo que me apasiona? ¿Habrá factores que estoy ignorando? Lo único que tengo claro, es que hay que seguir adelante. Cuando la mente y el alma se saturan, hay que dar tiempo. Poco, mucho, no importa. Tiempo al fin y al cabo. Es clave para cualquier cosa. Para pensar y reaccionar de manera correcta, o al menos de la manera más correcta posible.
Discútanme, pero yo no puedo determinar qué es correcto. Lo que sí puedo determinar, es que no hay un "correcto", sino que hay versiones. Me refiero a diferentes formas de interpretar las cosas, el mundo. Todos somos diferentes. Sentimos de diferentes maneras, aunque reaccionemos de las mismas. Siempre me he preguntado qué se siente vivir en otro cuerpo, sentir como otra persona. Comparar si el resto siente con la misma fuerza, con la misma pasión.
La verdad es que cuando algo me apasiona, llego a perder el control. Busco la perfección más que nunca para sobresalir en lo qué más me importa. ¿Es eso bueno? Como ya expresé, creo que es bueno sobresalir, pero nunca olvidarse del propósito. El por qué de las cosas. Por qué empezaron a ser realizadas. Por qué todo es como es. ¿Todo es simplemente como lo conocemos? No lo creo.
La perfección se basa en igualar estándares. Los estándares son ideales que alguien crea o determina. Los ideales suelen ser ficticios, inalcanzables. En mi opinión, todos debemos mantenernos fieles a nuestros ideales, nunca a los de otra persona. Fieles a nuestras creencias es la manera que tenemos de sobrevivir en esta compleja sociedad.
Concluyendo, la perfección es subjetiva. Inalcanzable, pero siempre intentaré acercarme a ella. Está en mi naturaleza, la sed de mejorar. Para defender mis ideales, para defender a quienes amo y, sobre todo, para defenderme a mí.
ESTÁS LEYENDO
Pensamientos Internos
De Todo¿Alguna vez han entablado una conversación con sus mentes? Si la respuesta al interrogante es positiva, espero se sientan igual de orgullosos que yo por tener esa capacidad. En caso de que la respuesta sea negativa, espero que este libro les ayude a...