-¡Uf, qué calor!
Era todo lo que se escuchaba desde que habíamos partido para llegar a mi nuevo trabajo. Ahí, en la parte trasera del auto iba yo, quejándome como siempre, del clima del lugar.
-Ya te dije que bajes el vidrio de la ventana o te quites los zapatos, para que te refresques –respondió mi madre.
-No, no tiene caso. Si bajo el vidrio, de igual manera va a entrar el aire caliente de afuera. No tiene caso. Ah, mejor deberías poner el aire acondicionado. ¡Por favor! –dije suplicante.
Mi madre sólo se limitó a contestar que el dichoso aire acondicionado no servía y por lo tanto mis quejas tampoco funcionarían. Molesto, me crucé de brazos y el auto prosiguió su camino lentamente como siempre, llevándonos a mi hermano, mi madre y yo por un lugar compuesto casi únicamente de parcelas, parcelas y terrenos baldíos que parecían no tener fin, pues se extendían hasta donde no alcanzaba la vista.
-"¡Vaya! Parece que nunca saldremos del calor de estas parcelas, todo se ve tan solitario, apuesto a que ni un alma vive por aquí. ¿Y a quién le gustaría vivir aquí? Todo está tan seco, caluroso y muerto. Hasta da lástima" –pensé, mientras continuaba mirando este inhóspito paisaje, con la cabeza apoyada en una mano.
De repente, me invadieron unas ganas inaguantables de ir al baño.
-¡AH! Mamá, ¿qué hago? Por favor, tengo que hacer pipí. Párate por ahí. ¡No me aguanto!
-¡No, cómo crees! Aguántate otro poquito, no podemos dejar que hagas ahí entre las parcelas. Además, no ha de faltar tanto para llegar a una gasolinera o una caseta para poder ir todos. Compramos agua o algo frío para que se te quite el calor también. Te dije que no tomaras tanta agua y, ¡mira, te acabaste toda la botella!
-Mamá, ¡perdón; te estoy diciendo que tengo calor, no me aguantaba la sed! Vamos, déjame bajar, te prometo que lo haré rápido. Además, nos sentaría bien salir un poco, para estirar las piernas, ya sabes. ¡Por favor, me conoces, ya no aguanto, ni un poquito! –dije, con un tono de extrema urgencia, mientras apretaba mis manos entre las piernas simulando el acto de retener mis ganas de hacer pipí.
Mamá, accedió a mis ruegos. Mi hermano, medio dormido, no dijo nada y quiso quedarse dentro del auto, el cual se detuvo al lado de un maizal enorme cuyos cultivos estaban secos, como todo en ese lugar. Mamá salió del auto, le pedí que me esperara, que no tardaría mucho.
-Está bien, cuídate, tal vez haya serpientes o algún animal por ahí. No te alejes tanto–argumentó mi madre, con cara de preocupación.
Le contesté a mi madre que me adentraría un poco en el maizal para evitar que me viera. Ella hizo una mueca de disgusto, pero ambos nos reímos. Comencé a caminar por entre los cultivos, estos eran demasiado altos, diferentes a los que hubiera visto antes en mi ciudad natal. Quise verlos más de cerca, noté con extrañeza que las mazorcas dentro de cada planta eran de color rojo intenso. "¡Oh, qué curioso!" pensé. Pues este tipo de maíz era muy raro encontrarlo, y sobre todo que una parcela entera estuviera cubierta de ello. Continué caminando, cada vez más adentro del maizal, para hacer una especie de sondeo y verificar con mis propios ojos si era cierto que todas las mazorcas eran de ese color tan peculiar. Sin darme cuenta, ya me encontraba muy dentro del maizal, al percatarme de ello, di media vuelta para saber si aún podía voltear y ver el auto o a mi madre; pero nada, mas no me dio miedo y al contrario, hasta desaparecieron mis ganas de ir al baño. Pensé en caminar un poco más, en caso de que existiera una salida más cercana o que pudiera rodear el maizal y salir por otro lado.
Así pues, unos pasos más adelante comencé a ver una pequeña colina, de una altura similar a una casa de dos pisos, junto a ella, el paisaje comenzaba a ser más acogedor, un poco menos árido y hasta con arbustos y algunos pinos de gran tamaño. Quise apresurarme y caminar más rápido. Para saber si subiendo a esa colina podría ver a lo lejos alguna salida o un camino, por el cual poder salir y volver con mi familia, pues estarían preocupados de que tardara tanto tiempo. Pensé en mi celular, lo saqué de mi bolsillo, pero, desafortunadamente no tenía señal. "¡Lo que me faltaba!" pensé mientras caminaba y ponía los ojos en blanco. De repente, me di cuenta de que estaba un poco más allá de la colina, y a lo lejos, se veía el techo de la que podría ser una casa. Pensé en no caminar más, tal vez molestaría a las personas que vivieran ahí, debería regresar a la colina y hacer lo que tenía planeado hace un momento. Sin embargo, de la nada, al detenerme, comencé a escuchar un leve sonido que aparentemente era traído por el viento.
Al principio no podía distinguir qué era, o qué cosa hacía ese sonido, por eso comencé a ponerle más atención:
-¡Ah, ah!...
Me sobresalté, puesel sonido fue un tanto inesperado. Seguí escuchándolo. Caminé un poco másadelante... "¿Qué es, qué es eso?" Me temblaban las manos, pero mi curiosidad sehizo cada vez más grande. Tal vez, tal vez era alguien herido pidiendo ayuda.Quizás estaba solo y necesitaba que alguien lo atendiera. En un impulso devalentía, seguí moviéndome, aunque sigilosamente, podría ser que estuvieraequivocándome de situación. Me escondí detrás de uno de los enormes pinos y prestémás atención a los sonidos: ¡Ah, ah, sí; así, más!... ¡Nnn! ¡Namjoon!
hola, este es mi primer fanfic, editado de una historia que comencé hace mucho, espero les guste! besitos :* (habrá lemmon la siguiente parte) twt
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La ventana secreta (Namjin +18)
FanfictionJin es un chico que llega a una nueva ciudad a comenzar un trabajo muy particular, pero en el camino conocerá a cierto joven que cambiará su vida por completo, ¿o tal vez no será solo uno? (advertencia, tiene escenas de lemmon)