Aquél que me acompaña

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Al principio, lo que buscaba era un pequeño empujoncito, a nadie le viene mal una pequeña ayuda, ¿no?

Tras años de duro esfuerzo, con una empresa al borde del fracaso, necesitaba un verdadero milagro para salir del agujero.

Fue una noche, sumergido en la desesperación, escuché un susurro en el oído; me decía que, si hacía un par de cosas, mis problemas se resolverían. Se mostraba solícito conmigo, por eso acepté.

Contra todo pronóstico, mi empresa salió a flote.

En ese entonces, no era más que una débil vocecilla, dándome consejos. Paulatinamente, sin darme cuenta, me había convertido en su vasallo, cumplía al pie, sus deseos, y el ser fue mutando, se hacía inmensamente grande, me vi realizando actos horrendos, vergonzantes, obscenos.

A veces escuchaba su lúgubre risa.

A veces me decía "Mata a todos"

Fue cuando me descubrí con un cuchillo en las manos, en el cuello de mi pequeño, que entendí del horror al que me enfrentaba. Preferí marcharme, perderme entre la bruma de las sombras.

Anduve por caminos desiertos, lejos de todo al que pudiera dañar.

Un día, perdido entre llanuras olvidadas, conocí al sabio. Me señaló la cumbre más alta.

Debes detenerlo, de lo contrario, se apoderará de tu cuerpo, cuando tu sufrimiento no le sea suficiente, abrirá la puerta del infierno acá en la tierra.

Ahora estoy en la cima.

¡Ah! La bestia me vio directo a los ojos, y pude sentir con indescriptible horror, el pútrido aliento que emanaba de su interior.

¡Ah! La bestia me vio directo a los ojos, y pude sentir con indescriptible horror, el pútrido aliento que emanaba de su interior

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Tempus malumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora