2. ¿Sigo aquí?

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"Rómpeme y reconstrúyeme lo que sea necesario, porque amo la adrenalina en mis venas. Hago lo que sea necesario, porque amo cómo se siente cuando rompo las cadenas".



CAPÍTULO 2

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Las letras de una canción que solía escuchar durante los entrenamientos matutinos, antes de partir con el equipo a nuevas aventuras. Y ahora... veo cuánta razón tiene.

Me uní a la BSAA por mi padre. Un hombre de carácter frío y estrictamente recto, con el que crecí para convertirme en lo que soy. Durante una misión importante en Alaska, él y su escuadrón fueron atacados en una emboscada que los dejó sumergidos en la nieve, cuando el rescate de los rehenes ya se había concretado y partían hacia el punto de encuentro.

Quería convertirme en el héroe que fue. Llegar a casa y hacerle saber a mi madre que tenía un hijo del cuál sentirse orgullosa, alguien que usaría sus talentos como también dones para servir a la sociedad vulnerable. Así lo quería, pero... yo no pude hacerlo.


Fui tan débil.



Cuando Chris me cargaba hacia la salida, sentía que en cualquier instante perdería la razón y haría algo de lo que me arrepentiría.

El virus me debilitaba, cada célula sana de mi cuerpo parecía destruirse en pedazos y ser sustituída por lo incógnito. A pesar del dolor que consumía mi último aliento, lo único que deseaba era que Chris dejara de sufrir al verme parcialmente transformado en un monstruo. Su rostro evidenciaba las esperanzas que tenía de poder salvarme, escapar juntos y que el día fuera una anécdota para contar a los nuevos reclutas, como en algún momento lo fui.


— ¡Ya está! ¡Vámonos, Piers!

Gritó el capitán y me detuve frente a él. La agonía era aún más profunda y desquiciada, sabía que para mí significaba el final del trayecto, aunque nos lastimara a ambos. Le entregué el emblema que arranqué del uniforme y lo empujé hacia la cápsula de escape, aquella que cerró antes de que consiguiera pegarse al vidrio con aflicción.


¡Abre la puerta, Piers! —pidió a los gritos, con un tono desgarrador. ¡Maldición! ¡Podemos salir los dos de aquí!

Sus manos polvorientas y bañadas en sangre seca golpeaban sin cesar, con una fuerza descomunal. Notaba cómo los ojos oscuros de Chris se humedecían al sentir que la cápsula comenzaba a tomar rumbo a la superficie.

Con un movimiento leve, asentí, indicándole que todo estaría bien para los dos. Era un sacrificio que debía tomar. Tenía que salvarlo.

 Tenía que salvarlo

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