Robando un hijo.

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En un día, en un cierto mes, un bebé lloraba.


—¿Mi pequeño tiene hambre? — La voz de la mujer se suavizó, igual que su sonrisa y el brillo en sus ojos. Utilizó uno de sus dedos para que el niño lo sostuviera, un dedo era suficiente para llenar la pequeña mano del niño, las lágrimas del bebé humedecieron sus mejillas sonrosadas, el llanto no cesó, sin embargo, ya no era tan fuerte.


El aire sopló con suavidad, agitando con facilidad el largo cabello de la mujer y las túnicas blancas, hubo un aroma a naturaleza y el inconfundible cariño, durante los últimos siete meses, ese ha sido el único aroma familiar que tranquiliza al bebé, incluso si aún no sabe nada, por instinto él sabe que este es un lugar seguro.


Por instinto, él sabe que con ella estará a salvo.


—Hoy es un día cálido. — La mujer sonríe nuevamente, el patio fuera de su pequeña cabaña es extenso, le gusta salir y tomar el sol junto al bebé. — El abuelo vendrá a visitarte hoy, ¿no es eso maravilloso?


El bebé balbuceo en respuesta.


La mujer sonrió y beso su mejilla, que, poco a poco volvía a tener la redondez sana de un bebé, había estado asustada, porque hacía no mucho el bebé había enfermado, aún estaba débil, sin embargo, el apetito había regresado y la fiebre casi se había ido, no obstante, ella no fue imprudente, utilizando más mantas para cubrir su pequeño cuerpo para salir hoy.


El día era cálido pero la brisa era ligeramente fresca.


—Espérame aquí, iré por tu medicina. — Aun con una sonrisa en su rostro, ella dejo al bebé dentro de una canasta para el bebé, acomodo la pequeña cabeza del niño, así como las mantas y dándole un último vistazo, corrió hacia el interior de la cabaña.


Ella no era imprudente, porque ella ya lo había hecho muchas veces, no se demoraría más que un instante.


Ella en realidad no quería hacerle daño al bebé, incluso si ella no era su madre, había estado con esa pequeña criatura desde que el abuelo lo había dejado en sus brazos.


Sin embargo, ella tuvo una vista aterradora al regresar, porque el pequeño bebé no estaba dentro de la cesta, su pequeño maestro balbuceo, levantó la vista solo para encontrar a un hombre vestido de rojo y negro, extendiendo una monstruosa espada envuelta en una aterradora energía demoniaca, rasgo el aire y así de fácil desapareció de este mundo.


—¡JINGYI!


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En un día, en un cierto mes, en una cierta cumbre, Luo Binghe lloraba.


Lo que no era una vista completamente rara para Shen Qingqiu.


—¡Shizun! — Shen Qingqiu cubrió la mitad de su cara con su abanico, sin embargo, no pudo ocultar por completo la mueca de desconcierto, sus ojos siempre fijos en la pequeña persona en los brazos de Luo Binghe, que también lloraba.

¡Mi hijo salvó al mundo! ¿Qué hizo el tuyo?|MDZSxSAVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora