El después de la tormenta.

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El peor de los dolores me los llevé cuando quise correr a contarte lo que me había pasado y vos no estabas ahí, mis logros no tenían nada que ver con vos, me acostumbré a llorar y no acurrucarme en tus abrazos, todavía no llegué a acostumbrarme a reír sin vos. Yo tampoco se de tus logros, pero lo que más deseo para vos en el mundo es que cumplas con todo lo que un día me contantes que querías hacer, por más que yo no esté ahí.

Me gustaría que sepas que todo se está acomodando, que todas las veces que me secaste las lágrimas y me diste palabras de aliento valieron la pena. Me estoy reconciliando conmigo misma, tenías razón, a veces hay que ser un poco egoísta. Y por más que este mejor, irremediablemente extraño la complicidad que tanto nos unía. Casi tanto como tu beso de buenos días.

¿Cómo le explico al tiempo que por nuestros miedos y malas decisiones no pudimos seguir escribiendo nuestra historia? Hoy en un viaje matutino más me replanteaba que si te hubiera agarrado la mano con fuerza quizás no te hubieras ido, me enojo por llenar mi cabeza de esos pensamientos.

No te quiero agarrar la mano con fuerza. Quiero que elijas tirar cada uno de tus fantasmas a la basura, o que los archives adentro tuyo de tal manera que no salgan. Pero que elijas vos acompañarme en el camino. Obvio que no iba a ser fácil, un amor de dos no es fácil.

Yo quise explicarle al tiempo que no pudimos, después que no pudiste y que yo sola no pude. Te dediqué muchos poemas, más de los que toda mi vida escribí, y ni aun así, supiste volver.

Me duele, todavía escribo con lágrimas cada palabra que intento no decirte.

Debe ser un delirio, pero cuando apareces, inevitablemente todavía quiero saber cómo estas. Nos dijimos tantas veces adiós, que el despedirse era crear un nuevo rencuentro.

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⏰ Last updated: Oct 11, 2019 ⏰

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des(amor)Where stories live. Discover now