17. Caronte.

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Caronte era el barquero de Hades, dios del inframundo.

Él era quien guiaba a las sombras errantes por el río Aqueronte. Sólo pasarían si tuvieran el óbolo para pagar su viaje. Aquellos que no podían hacerlo tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, tiempo después del que Caronte accedía a llevarlos sin cobrar. Por esto se les ponía una moneda bajo la lengua a cada difunto, por si debían ir junto a Carón.

La divina comedia escribió sobre él. Es el primer personaje con nombre que Dante encuentra en el infierno.

Lo sé porque cuando no estabas leía todo el tiempo.

Me encantaba saber sobre todo aquello que te gustaba. Y sé que te gusta la mitología.

Acabo de bajar en el aeropuerto de tu tierra.

Recuerdo tanto tus risas, nuestras ganas de vivir cuando llegábamos para pasar las vacaciones juntas. 

No se me olvidará nunca tu sonrisa, Albi.

Andando por nuestras calles llego al hostal que alquilé durante unos días para buscarte. Ya sé que estoy medio loca.

Cuando dejo todo en esa habitación tan cutre bajo casi corriendo por las escaleras.

Sólo me gustan los ascensores cuando  puedo quedarme encerrada contigo.

Ando hasta nuestros lugares.

La heladería, Alba. Los parques, la vida que vivíamos aquí era la mejor de todas las vidas que pude tener nunca. 

Aún doy gracias por haberte conocido.

Todas las veces que habré corrido contigo por estos sitios... Todas las veces que noté que estabas conmigo y no lo aprecié. O no lo suficiente.

Bajar y subir calles de tu mano era mi hobbie favorito, después de verte desnuda por la casa. Eres preciosa.

Te busco por las calles tranquila, me centro en cada paso que doy con la cabeza bien alta. Te veo sonriendo en mi cabeza cuando paso por todos nuestros rincones y sonrío yo también. 

Me haces tan feliz...

Te recuerdo saltando por los caminos del parque de palmeras y miro alrededor sonriendo.

La gente sentada con la felicidad entre manos. Los niños corriendo tras las palomas. El color de mi alrededor es fuerte. Huele a esos gofres con caramelo que tanto te gustaban y el zumo de naranja recién hecho. Los enamorados, muy enamorados y la gente mayor riendo con sus nietos, que corretean alrededor.

Observando y observando te veo al final de la calle y me escondo metiéndome en una de esas tiendas de ropa.

Entras con alguien de la mano. Una chica.

-Me acuerdo aún de su cara cuando te fuiste. Estaba realmente pillada por ti, eh.

-Ya, tía, la apuesta se nos fue de las manos.

-Y yo diciendo que follaría bien, anda que...

-Ya, pues no. Lo hace todo fatal, la verdad es que tuve que fingir mil veces.

Te ríes.

No me creo lo que estás diciendo, Alba.

¿Una apuesta?

-Al final os visteis, ¿no?

-si, pero follamos y ya, la verdad es que que quisiera que me quedara en Madrid me perturba. Ni en cuatro años se ha dado cuenta de que no la quiero ni la quise nunca.

-¿Te la tiraste?

-Estaba desesperada, deberías haberla visto. No era capaz de casi estar de pie.

𝐃𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐚 𝐥𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 - Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora