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Dejé a Taeyeon en casa y tomé la lancha de vuelta a la ciudad, el ruido ambiental me perturba un poco pero seguí el recorrido y me dirigí al lugar donde tenía claro que la encontraría.

Intentaba no pensar más en eso para tener, al menos por una vez, el factor sorpresa de mi lado. Ingresé al local hecha un mar de nervios y solo atiné a acercarme a la barra para pedir un trago. Sabía los pasos que debía seguir, pero me daba rabia ni siquiera tener voluntad propia.

A regañadientes me aproximé a la pista de baile, puteando internamente al futuro por mostrarse ante mis ojos sin tapujos, pero dejé de hacerlo apenas la divisé a lo lejos.

Su cabello castaño caía en cascada por su frente, este se movía armoniosamente junto a su cuerpo, siguiendo el ritmo de la música, llevaba un arete de cristal y una polera corta de flor. Sus piernas iban cubiertas –un crimen- con unos jeans desteñidos y terminaba el look un par de tenis color negro oscuro.

Estaba bailando solo, en medio de un grupo de chicos y chicas que lo vitoreaban, tenía los ojos cerrados y una media sonrisa en la cara, sabía perfectamente lo que hacía y lo que provocaba, por eso disfrutaba con muchas más ganas de todo.

Me acerqué lentamente, bebí mi copa hasta vaciarla y limpié mi boca con el pulgar. Automáticamente el abrió los ojos y el café de su mirada se fundió con el miel de el mío, así fue nuestra primera vez.

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Espero que suba al auto y cierro la puerta tras el, me despido con la mano -a lo lejos- de Hoseok y me siento al volante. El tiene una extraña expresión en la cara, sé que está nervioso por su hermano, yo también lo estaría si no hubiese revivido este día un millón de veces. Quizá suene fastidioso decir a cada instante “lo sé”, pero si a ustedes les molesta, a mí aun más. Amaría decir “que sea lo que dios quiera” o “no tengo ni idea que ocurrirá después”. Realmente lo amaría.

- ¿Crees que Nam lleve a Seokjin? — pregunta el mirando su cabello por el espejo retrovisor.

- Sí. — respondo decidido.

- ¿Por qué tan seguro? — sonríe de costado.

- Tú también serás padre, amor...

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Nos miramos y el tiempo se detuvo en ese instante, me acerqué más y el a mí. Allí me di cuenta que siempre supe de su existencia y de nuestro encuentro, pero lo tenía bloqueado, en esa forma prehistórica de vida mantenía alejado su recuerdo.

Dejó de ser el centro de sus amigos y sin despegar su mirada de la mía sonrió, por primera vez.

No pude evitar sonreírle de vuelta, y aunque a esa altura ya todo lo que ocurría lo tenía claro en mi cabeza, vivirlo era otra cosa. Esa era la diferencia de Jimin y el mundo, yo seguía sabiendo lo que ocurriría, lo que me diría y sus reacciones, pero vivirlas junto a el era un regalo del cielo.

Cuando llegó a mi lado, lo tomé de la cintura y sin decir ni una palabra lo besé con desesperación. El siguió el momento y aumentó el ritmo del beso, sorprendiéndome. Solo Park Jimin lograba sorprender a un adivinador del futuro.

Esa noche nos besamos hasta que nuestros labios ya no daban más de la hinchazón, con suerte supimos nuestros nombres y de donde éramos, porque al parecer sus labios eran como una droga tremendamente adictiva para los míos.

Llegamos al parque privado donde Jungkook y Taehyung darán el sí ante un juez –la ceremonia simbólica a la orilla de la playa ya se realizó unas cuantas semanas antes-, toda la decoración está tal cual lo tengo en mi cabeza.

Lamentablemente esa pequeña lucecita de esperanza que llevo en el fondo del corazón se apaga más y más, conforme transcurren los hechos. Todo sigue ocurriendo calcado a como lo tengo en mi memoria, nada parece apiadarse de mí y mi terrible destino.

- ¡Allá está Taehyung! — Jimin corre a los brazos de su cuñado e indica que me quedé allí para esperar a Jungkook.

Por si no lo mencioné, los chicos tampoco tienen padres, por lo que yo tendré el privilegio de acompañar a mi cuñado hasta el altar.

Llega a mi lado y le beso la frente con total cariño de hermanos, caminamos lentamente hasta el altar y de un momento a otro todo se borra.

Ya nadie nos rodea, ni Taehyung, ni Jungkook, ni nuestros amigos. Solo veo a  Jimin-ah esperándome en el altar de flores y camino hacia el sin pensar en nada.

tiempo | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora