Lluvia de mensajes.

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Miércoles a la mañana. El sol brillaba, los pajaros cantaban, indicios que prometían una buena jornada escolar. La campana sonó y los alumnos ya cerraban sus charlas para ubicarse en sus respectivos asientos. No pasó mucho para que el profesor entrase con su libro de texto bajo su brazo; un hombre de edad bastante madura, con carencia de cabello en la zona central de la cabeza, anteojos, algunas canas y ... llevaba una camisa algo pequeña pues parecía cuestión de segundos para que ésta estallase. Eso ocasionó las ahogadas carcajadas de una alumna que giró hacia su izquierda, lanzando una mirada que le decía todo a Hiyori. Por su puesto, ella le acompañó en las risas. Entonces, el profesor, sin más preámbulo, dio inicio a su clase.
Los minutos pasaban, y la propietaria de tan particular bufanda rosa, que en ese momento por supuesto no llevaba puesta, escuchaba la clase con el codo apoyado en su escritorio escolar y la barbilla sobre su palma. Fue en ese momento que el móvil de Hiyori comenzó a sonar dentro de su maletín. Por suerte la melodía comenzaba en un tono bajo, pues así ella fue capaz de detectarlo y evitar que siga sonando, activando el modo vibrador. Mirando de reojo al profesor, confirmó el éxito de su accionar y suspiró levemente. Entonces nuevamente lo miró y procedió a abrir el móvil. "Mensaje nuevo de Yato". «Debí suponerlo… veamos qué quiere.»
"Hiyoriii~ ♥ ¡Espero que hayas amanecido bien! ¿Has llevado tu almuerzo, verdad? ¡Si lo dejaste en tu casa puedo llevártelo! (/≧∇≦)9"

Entonces Hiyori tecleó...
'No preocupes, no lo he olvidado.'
Enviar. La chica quiso guardar el aparato de dónde lo sacó pero en ese instante vibró. La curiosidad hizo que volviese a la aplicación.
"Oh, oh. Ya veo. ¡Es un alivio! Entonces dime, ¿Cómo estás? (。・ω・)ノ"
'Yato, no es momento. Adiós.'
Iba a presionar el botón indicado para cerrar la aplicación pero en ese mismo segundo llegó otra respuesta. «¡¿Pero cómo...?!»
"¡Oye, Hiyori, no me ignores! 。゜(>д<)゜。"
Guardó por fin el móvil en su maletín y se reintegró a la clase. Pasaban los minutos y la chica mitad fantasma no lograba concentrarse, más se podía notar una vena latir en su frente. Esto se debía a que... ¡Estaba siendo bombardeada a mensajes del Dios! Podía sentir el vibrar de cada texto, pues su pierna hacía contacto con su maletín. Desde que lo dejó, había pasado un tiempo considerable pero jamás pararon las alertas. Cerró los ojos intentando serenarse cuando oyó que alguien gritaba su nombre. Rápidamente desvió la mirada hacia la ventana a su lado y allí lo vio. Con la misma cara de "¡Feliz cumpleaños!" de todos los días, el Dios se posaba sobre la rama de un árbol y agitando enérgicamente un brazo.
— ¡Hiyoriiii~!
— ¡Y-Yato! ¡¿Pero qué haces allí?!—Le replicó en un tono casi insonoro y de forma disimulada para evitar problemas.
Yato pareció entenderlo. Entonces éste señaló su propio móvil con una sonrisa de oreja a oreja que enseñaba los dientes. Hiyori alzó una ceja pero captó el mensaje. Entonces giró nuevamente hacia el profesor que seguía hablando como si nada. Sacó el móvil. 97 mensajes y 34 menciones en Twitter.
"¡¡Hiyori, respóndeme!!"
"OOOOEEEE. (;´д` )"
"HIYORI 。・(>0<)・。"
"Hiyori, mira, estoy llorando por un solo ojo. (・_;)"
"Y ahora por el otro. (;_・)"
"Contesta, anda... σ(TεT;)"
" (_ _|||) ..."
"HIYORI VEN RÁPIDO, YUKINE HA VUELTO A LAS ANDADAS"
"ESO NO ES CIERTO"
"MALDITO YUKINE, QUITÁNDOLE EL MÓVIL A SU PROPIO DIOS."
Y así seguían los mensajes que vio rápidamente con una gota de sudor al estilo anime recorriendole uno de los laterales de su cabeza; hasta llegar a ciertos textos que podrían explicar la situación...
"Oe... ya me estoy preocupando... "
"No es divertido, ¡Contesta!"
"Hiyori, como no me contestes en los próximos 5 milisegundos de enviar este mensaje, voy directo a tu instituto."
"Hiyori, ya estoy aquí."
... De hecho, sí explicaron la situación y por completo. Entonces volvió hacia Yato, lanzándole una mirada de pocos amigos. Pero... este no llegó a cruzar sus ojos gatunos con los suyos, estaba más pendiente de su móvil... ¡Tecleando! ¡Un nuevo mensaje! Y a la par en la que caía en la idea, su propio teléfono vibró en su mano. En un rápido movimiento del dedo pulgar, abrió susodicho mensaje, queriendo que por fin este fuese el último de todos.
"¡Hiyori, cúbrete! ¡El botón de la camisa de ese hombre calvo se disparará hacia a ti en cuestión de segundos!"
Sin pensarlo dos veces, prestó su atención a las prendas del profesor. En efecto, uno de los botones parecía no poder resistir más a tanto volumen. Se había percatado anteriormente de ello pero... ¡Esta vez realmente parecía estar más flojo! No había forma... definitivamente no había forma alguna para que Hiyori contuviese más esas carcajadas. Sus mejillas no lo soportaban y ya se notaban unas lagrimillas en sus ojos. Dicho y hecho, su risa estalló en medio de la clase por cuestión de segundos, pues al instante se calló a sí misma cubriéndose la boca. Con los ojos abiertos como platos, un sudor que parecía ser capaz de inundar el aula; y las mejillas...  No... El rostro completo teñido de un notable rojo escarlata, fue blanco de las miradas penetrantes y desentendidas de toda la clase. No pasó mucho para que todos se echaran a reír y cuchichear entre sí ante el nerviosismo de la chica. El único que difirió con todos fue ni más ni menos que el docente, quién se cruzó de brazos y con una mirada que exigía una explicación razonable.
— ¡L-Lo lamento! —Tras ello, ejecutó varias reverencias en señal de arrepentimiento.

La campana volvió a sonar, todas las clases ya habían acabado y los estudiantes salían de a montones para un merecido mensaje. Nuestra protagonista fue de las últimas en abandonar el colegio. Y cómo no, Yato la esperaba con una actitud tan vivaz y alegre como siempre.
— ¡Hiyooooriiiii! —Exclamó agitando un brazo pero ella le correspondió con una mirada fría, severa, hasta terrorífica; y para empeorarlo todo, se podía hasta notar un aura oscura emanando de su cuerpo.
— Ya... to... —El Dios tragó saliva y tornando sus ojos a las de un gatito en peligro, retrocedió unos cuantos pasos.
— H-Hiyori... ¿T-Te ha ido bien?
— ¡Me ha ido perfecto... Idiota! —Tras de ella se pudo apreciar la cola rosa que revelaba su "estado fantasma". Ya era tarde para echarse a correr. Entonces la joven sacó a la luz sus conocimientos proporcionados a tantas horas de lucha libre protagonizadas por su peleador favorito, Touno, que veía desde su televisor. Se lanzó sobre el contrario para deslizar un brazo por los hombros ajenos y aprisionar su cuello con este.
— H-Hiyori... n-no me dejas respirar...
—¡Cállate! —Hizo más presión, y al Dios no le quedaba más opción que soportarlo.

Luego de una serie de golpes, el sol ya comenzaba a ponerse. Y allí se hallaban... Yato lleno de marcas, lastimaduras y la ropa toda algo rota y arrugada; a su lado, camiba Hiyori a la par, con la frente en alto y el maletín hacia adelante sujeto con ambas manos. El silencio entre ellos parecía ser torturador para Yato así que se atrevió a proferir la primera palabra.
— Hiyori...
— Dime.
— Entonces...
— ¿Hm?
— ¿Te gustó la carita que lloraba por un sólo ojo? —Preguntó con ilusión y ella no hizó más que chistar con una divertida sonrisa.
— Era graciosa. —El chico no pudo ser más feliz por esa respuesta y se vio reflejada en su rostro.
— ¿Veeeerdaaaad~? ¡Y tengo muchas más para mostrarte!
— Estoy ansiosa por verlas, Yato.

Noragami.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora